Llevo la ciudad sobre los hombros

Intrépida

Llena de ruidos estridentes

Un contorno familiar

También con ruidos

El páncreas delirante

Comparándose con el único ojo

Ambos a la espera del milagro

Si uno pudiera arrancarse las dolencias

Comprarse vísceras de albardilla

Hacerle una envoltura al ánimo

Meter las neuronas

En una cámara reconstructiva

Donde no penetren los fantasmas

Con sus plazos traicioneros y despectivos

Que el tiempo fuera infinito

Y no existiera el escrutinio humano

Todos con alas amplias y sin rumbo

Aterrizáramos en Pompeya

O en Egipto

Siempre bajo la incandescencia del sol puro

Recorrer las pirámides

De la mano del Rey de la ternura

Acariciándonos el pelo

Y el desencanto

Protegidos por el cinturón de Orión

Y la estrella más lumínica.

Pero nada sucede

Nada cambia

Diálogos despectivos

Máscaras a granel

Y las treinta monedas

De intermediarias en todos los convenios

Verdades a boca de jarro

Crudas

Fatigosas

Sin azúcar ni sal

Y cuando menos lo pensamos

Allá va la bruja con sus pailas de aceite

A cambiarnos el acordeón

Por una rueca

Donde hilar e hilar

Hasta quedar postrados

Frente a catafalcos y desmanes

Donde a veces morir es lo más sabio.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS