Su imagen, su rostro, su forma de ver la vida
su forma de ser, y de compartir sonrisas y alegrías;
No era una alegría efímera como las estrellas fugaces;
Resulta, que su alegría vive en mis adentros como lo
eterno de mi alma; la sinfonía de su recuerdo concuerda
con el viento de un otoño. Donde las hojas caen, y los
árboles empiezan a vestirse con nuevas prendas… La
prenda que se desglosa de su mano al suelo; Dejando
el dorso de su cuello libre de tanto peso. Las aves me
recuerdan a tu vuelo en mi mente; de principio con un
¡Hola! y con un triste ¡Adiós!
El tiempo… Me diste tiempo en conocerme, me estudiaste,
me sorprendiste con la espera tan larga en la esquina de mi casa
para charlar un par de horas; me salvaste del aburrimiento;
me salvaste de la rutina, y solamente puedo decir;
¡Gracias por cruzarte en mi camino!
Y hoy te recuerdo con tu pelo suelto, con tu sudadera que rebalsa
hasta el tope de tu muslo; y con tus letras impregnadas
en mis sueños; en mi mente; en mis noches, y en mis
suspiros… Suspiramos con besos, abrazos y ataques de
risa.
Me diste tu tiempo, me diste tu cariño, y tu amor. Me diste
tu vida y tu mundo; me diste el sentido de ver la vida, me
diste totalmente todo de ti.
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