Pasaba todas las noches por esa calle, la veía desde lejos, pero ella no volteaba su cabeza. Casi siempre me preguntaba ¿Por qué hacía esto, necesitaba tanto el dinero? Era muy joven podía conseguir algo mejor, talvez vestir más decente salir de ese bar, encontrar alguien que la amara,tener otra vida. La veía con un cigarro en su mano y una botella en la otra, daba un gran sorbo antes de volver a entrar, seguramente tendría unos 20 años.

Su cabello negro como el carbón caía por sus hombros hasta llegar a su pequeña cintura, sus labios rojos dejaban la marca en la botella que traia en la mano, su piel color chocolate tenía cierto brillo contra la luz de la luna, pero además tenia los grandes ojos negros  más hermosos que había visto en mi vida,era la prueba de la belleza y la existencia de algo maravilloso, solo podía compararse con un ángel.

Salía del bar con varios tipos y aunque cada noche nos cruzábamos, ella no me veía, no era un cliente, no era uno de esos tipos con traje, cadenas o anillos en sus dedos, pasaba de camino a casa, razón por la cual mi familia quería comprarme un auto, la estación quedaba muy lejos y debía caminar como cinco cuadras justamente donde se encontraba el bar, con su mala fama. Mis padres que siempre trataban de alejarme de estos lugares llenos de alcohol, drogas y demás vicios, ya sabes esos que te alejan de una vida normal, decente o digna, estaban preocupados de que decidiera entrar allí y cambiar para siempre, cuanta razón llegan a tener nuestros padres.

Era jueves, estaba con mi portafolio y un plano que había realizado, uno de los tantos proyectos que tenía en mente, me encantaba esa carrera, sentía que mi trabajo se quedaría por mucho tiempo más de lo que yo estaría, que las personas podrían mirar las edificaciones y pensar que un genio las habría construido o que también lleguen a odiarlas sin sentido alguno, cualquier opción era buena conseguiría una manera de inmortalidad.

De pronto pude ver que  mi angel salía corriendo y gritaba enfurecida, sus ojos estaban llenos de lágrimas, un hombre más alto que ella algo corpulento salió detrás le gritaba cosas horribles palabras como “maldita perra” o “zorra malagradecida” aquellos insultos tan horrendos resonaban en la oscuridad del callejón que a esta hora de la noche parecía tener un ambiente mucho más tenso, continuaban discutiendo hasta que un ruido interrumpio mis pensamientos a medida que la tranquilidad del silencio desaparecía, era un sonido inconfundible un golpe tan brusco, tan fuerte ocasionando que ese débil cuerpo se derrumbara como una pluma frágil y delicada, aunque comenzaba a sangrar su voz no se silenció “cobarde” grito “maldito bastardo ” y el hombre se volvió mientras con más fuerza la tomaba del brazo…

Cuando abrí los ojos el ambiente había cambiado no podía recordar que paso, mis manos temblaban, tenía un líquido fluyendo entre ellas ¿Esa sangre… era mía? ¿De quién más podría ser? Mire a mi alrededor estaba el hombre tirado, ella me veía con esos hermosos ojos con una expresión de sorpresa y miedo, no me dijo nada solo se acercó a mi cuerpo lentamente, mientras me abrigaba con su ser, sus manos estaban heladas, seguía en shock cuando escuche su dulce voz.

-Vámonos

-Espera, ¿Qué fue lo que sucedió? – Mi voz comenzó a temblar-

-Me salvaste de esa bestia, eso sucedió ahora vámonos si salen sus perros nos seguirán

– ¿Sus perros?

-No hablo de mascotas, ¡Tonto! Son sus hombres lo siguen siempre lo defienden de todo, y puedes estar seguro que, si encuentran todo esto, tú acabaras mucho peor que ese imbécil.

Tomo mi brazo y caminamos hasta la siguiente calle, su mano se resbalo y se colocó sobre la mía, había un silencio muy incómodo, tenía sus medias rotas, no me importaba pero note que sus piernas temblaban y su piel se había erizado con lo helada que esta noche se nos presentaba, decidí darle mi chaqueta, la cual estaba manchada de sangre, mire esas manchas por unos segundos hasta que ella la tomo con sus manos y se la coloco encima rápidamente. – Me queda mucho mejor que a ti, ¿verdad? – Preguntó mientras me sonreía, supongo que tampoco a ella le importaban aquellas manchas.

Si mi madre me veía así seguramente me mataría, su hijo su pobre hijo había golpeado a un hombre en un instante de extrema impulsividad, había dejado noqueado aquel hombre en el pavimento frio y mojado. Pero eso no era todo, también estaba de la mano con una desconocida, además no traía su chaqueta y sus planos, ¡MIS PLANOS! Me había olvidado por completo de ellos, todo el trabajo de meses, se habían perdido en cinco minutos y lo más complicado de todo era que ni siquiera me importaba mucho.

Porque tomada de mi mano, estaba la mujer más hermosa del mundo, aquella que nunca me habría visto de otra manera, si no hubiera sucedido este horrible pero feliz accidente. En ese instante me convencí de algo esa mujer podría ser mi salvación de la vida tan monótona que llevaba desde que era un niño sin nada nuevo que contar tenía 20 años jamás había llegado tarde, no salía, no bebía, ninguna novia, los chicos de mi edad tenían varias experiencias tal vez por eso me tachaban de perdedor.

En varias ocasiones mis compañeros me habían preguntado si estaba seguro que me gustaban las mujeres, esto comenzó cuando en el colegio me negué a ver fotos de una de mis compañeras desnuda lo consideraba irrespetuoso no podía denigrar a una mujer ni su imagen era lo que me habían enseñado toda la vida por eso estaba feliz de tener a esa chica de mi mano, no era cualquier chica era una belleza, una mujer de la que no sabía nada.

Me miro lentamente y se rio por un momento, tomo un cigarrillo y lo encendió mientras que con delicadeza acomodaba su cabello

– ¿Vives cerca del bar?

Su voz era tan dulce, como el canto de las bellas sirenas que guían a los marineros en medio de sus travesías.

-Si… – respondí algo nervioso- ¿Cuál es tu nombre?

– Ellie- pronuncio, mientras soplaba el humo de su cigarrillo

-Me llamo Frank, es un placer

-Eres… distinto

De nuevo ¡Esa maldita frase! No quería que ella me viera como un aburrido que no tenía idea de nada.

-Soy bastante común, como todos.

-No, no es así

– ¿Cómo lo sabes? No sabes nada de mí, ¿Cómo puedes estar tan segura?

-Hace tres meses cuando nos vimos por primera vez – sonrio un poco mientras seguia contando su historia- estaba inconsciente, me levantaste sin tocarme de manera inapropiada como lo habrían hecho muchos, me sentaste en la escalera me cubriste con tu chaqueta fuiste al bar llamaste a una chica cuyo nombre no averiguaste porque le pediste que me cuidara y te fuiste, se llama Ana y siempre habla de ti.

Me quede callado, no sabía que ella recordara, estaba inconsciente

-Hace un mes estaba ebria y vomite en un basurero, te acercaste y me ayudaste de nuevo incluso me limpiaste, me sonreíste me dejaste sentada en las gradas me preguntaste si tenía hambre o quería algo, Yo te comenté que no había comido ese día y volviste unos veinte minutos después tenías una caja de pañuelos me los diste, junto a comida que dejaste allí, también había dulces en la bolsa y me dejaste una nota.

-yo…

-La cual guarde, escribes muy hermoso.

-No recuerdo, lo que escribí

– Yo memorice muchas cosas, comenzaba diciendo “Lamento no saber tu nombre- quisiera saberlo, Siempre que te veo sé que el cielo existe porque tu belleza solo puede ser de ese lugar»

Me sonroje un poco, estaba nervioso y eso no ayudaba mucho.

– ¿Lo crees?

Mire sus ojos y tome sus mano – Si, estoy seguro de eso.

Me miro y lentamente se acercaba a mí, podía sentir su respiración, su aliento era cálido miraba mis ojos, coloco sus frías manos en mis mejillas, se acercó mas a mi cuerpo, unió lentamente sus labios con los míos, tenía el aliento a alcohol, lentamente coloqué mis manos en su hermoso rostro no quería que ella se alejara de mi cuerpo la seguí besando comencé a deslizar mis manos por su cuerpo, toque sus caderas y la abrace fuertemente en ese momento sentía que mi cuerpo había dejado este espacio, parecía como si de la nada todo en la calle hubiera desaparecido, las calles se volvieron negras, lejanas, el frio desapareció.

Al alejarse un poco, me dirigió una sonrisa, la sonrisa más hermosa que había visto en mi vida, caminamos toda la noche estábamos talvez llegando al centro, tomamos un taxi mientras charlábamos, fuimos a comer un poco nos dieron las 2:00 de la mañana, cuando estábamos rumbo a su casa, mi cabeza no podía dejar de gritar ¡vete! ¡Es peligroso! ¡Vuelve a casa! ¡No la conoces! Pero esa voz se apagaba cuando veía su sonrisa tomando mi mano casi todo el tiempo abrazándome y besándome a cada instante.

Finalmente llegamos, subimos unas escaleras llenas de maceteros, ropa colgada en alambres en busca de que el agua las dejara libres y pudieran entrar para ser vestidas, caminamos unos tres pisos hasta dar con una puerta café, algo vieja manchada con pintura blanca que su vecino había derramado al pintar la suya, seguía algo fresca, pero seguramente a nadie le importaba lo suficiente como para limpiarlo, la podía visualizar en aquellos días de escuela corriendo por esas gradas hasta llegar a su casa, entrar oliendo la comida que su abuela había preparado para ella, las risas compartidas con su hermano, los besos de otros amantes que como yo habían querido amar a esa chica tan loca y divertida, también podía ver el dolor, las lágrimas derramadas cuando aquella pequeña vivienda se había convertido en una guarida para uno, todo el dolor que ocurría dentro de esas cuatro paredes desde que todas las voces se simplificaron a una sola y ya no se creaban memorias alegres en ese lugar, se podía sentir el frio del ambiente, todo estaba guardado en cajas, desde la ropa, hasta los recuerdos antiguos que el polvo y humedad estaban destruyendo de a poco.

No era muy grande dos habitaciones una pequeña cocina, un baño y un espacio vacío que tenía dos muebles que adornaban el lugar, las paredes estaban adornadas con varias fotografías de quienes suponía eran sus padres, su abuela, un chico alto, bien parecido quien solo podría ser su hermano era tal cual ella lo describió durante todo el camino, tarde unos segundos en mirar todo el lugar, imaginando, sonriendo, queriendo haber sido parte de su vida desde hace tiempo, antes que tomara este nuevo camino.

Se despojó de sus tacones y comenzó a masajear su cuello quitándose sus grandes aretes y arrojándolos en una mesilla cercana, tomó mi mano y me condujo hasta su sofá, donde me recostó y se colocó sobre mí, mientras besaba mi boca y seguía bajando hasta mi cuello, sus manos se deslizaron por mi pecho, nunca me he sentido cómodo mostrando mi cuerpo, pero no estaba mal, de hecho, frecuentaba el gimnasio y mi abdomen era casi como el de aquellos chicos que suben fotos sin camisa, creo que eso también la sorprendió ya que una sonrisa se formó en su rostro mientras susurro “nada mal” siguió besando mi abdomen hasta bajar más y más de pronto comenzó abrir mi pantalón, se deslizo lentamente hasta mi boca nuevamente y me beso, esta vez mucho más apasionadamente que antes, sentía su respiración aumentar de a poco, se arrodillo frente a mi mientras me quitaba los zapatos y el pantalón, bajo su cabeza y toco mi cuerpo, mi ser, en ese momento me era imposible no encorvarme del placer que sentía pues ella seguía mimándome con sus caricias.

Se alejó un poco y tenía la parte superior de su vestido manchada con liquido proveniente de mí, me sentía sucio, raro, sentía que de la nada la había asqueado, intente tomar mi ropa, cuando sus manos me lo impidieron y se quitó el vestido, se quitó todas las prendas que tenía y vi su cuerpo, era maravilloso, tenía unos senos maravillosos, sus pezones estaban algo duros, los toque suavemente con mis manos, cuando ella me ordeno “bésalos” lo hice lentamente fui besando su desnudo cuerpo desde su abdomen hasta llegar aquellas hermosas masas que estaban preparadas para mi llegada, fui besando cada uno, lamiéndolos, algo que le causaba risa, me sentía algo tonto, pues yo no tenía tanta experiencia pero me calmaba sentir sus manos acariciando mi cabello.

Estaba muy dentro de mí, no solo en mi cuerpo, si no en mi alma, toco mi cuerpo como si le perteneciera, yo no era dueño ya de nada, ni de mis pensamientos o sentimientos, era la primera vez que hacia el amor. Sentía el placer divino del que todos hablaban tantas veces y yo no había logrado comprender hasta ese instante, cuando ella tomaba mi cuerpo y me decía que hacer con él, de pronto algo se apodero de mí, un instinto que no sabía que tenía cuando ella se sentó al filo del sofá y vi su silueta, no podía dejar que terminará de ese modo, tan frio, no tengo idea de lo que sucedió conmigo era como cuando golpee a ese imbécil, una voz mandaba en mi cabeza y yo… solo la obedecía.

Fue entonces cuando la tome en mis brazos fuertes, mientras la besaba continuaba tocando todo su cuerpo, como si se tratase del instrumento más delicado que había tocado en mi vida, por su puesto ella emitía los sonidos más hermosos jamás escuchados, sus boca gritaba de una manera tan dulce, tan delicada, tan hermosa comenzó a cantar entre susurros mi nombre, y mientras la noche seguía y seguía pasando, siendo testigo de aquella maravillosa actuación de la que formábamos parte, el paraíso se presentaba sobre un viejo sofá, y entre esas cuatro paredes nos alejábamos de la cruel realidad, como un oasis en el medio del desierto, como un pedazo de cielo que había llegado a la tierra, un rayo de luz en la inmensa oscuridad de nuestras vidas, ambas tan complejas, tan distintas, tan lejanas.

En ese momento siendo uno, uniéndonos cada instante más y más, aunque éramos extraños en ese momento parecía que nadie podría conocer mejor al otro, cuando el acto como tal termino, y el cansancio de nuestros cuerpos era evidente, en ese instante en el ritmo cardiaco había aumentado y parecía como si el corazón fuera a explotar. Ese instante de inmensa felicidad, aquel ángel decidió recostarse en mi pecho, mientras yo la cobije con mis brazos a la vez que besaba su frente, como respuesta ella besaba mis manos y me sonreía.

– ¿En algún momento, pensaste que sucedería esto? – preguntó en voz baja

-Ni en mis mejores sueños, bueno, lo pensaba, pero creía que sería solo una fantasía.

– Eres un imbécil, Frank…

Cuando hablaba con esa sonrisa tan hermosa, era como si en el mundo no pudiera existir ningún mal, pero las cosas no siempre son como uno espera y muchas veces son solo un reflejo de un sueño de cristal que nos creamos a partir de una ilusión, una mentira construida por nuestra mente muy lejana a la realidad…

-Por la misma razón por la cual esta será la última vez que nos veamos. – dijo con su voz tan fría como un hielo-

-Pero… ¿Por qué, hice… hice algo mal? – pregunté con mi voz casi rota.

-¿Qué esperabas que sucediera? Creías que si me salvabas decidiría dejar mi vida, y correr contigo, huir contigo, y luego… ¿Qué?, eh seriamos la pareja perfecta que visita bares y estúpidos compromisos.

Tomo mi mano y me miro a los ojos, con esos ojos tan bellos que parecía jamás te heriría, pero entre ellos había armas letales, escondidas para que no las pudieras notar y así cayeras en aquella trampa de intentar amarla, me miro con la mirada más fría que había sentido en toda mi vida y con una voz cortante me pregunto.

– ¿Creíste que me enamoraría de alguien como tú?

Un cliché,una frase tan copiada y utilizada en todas aquellas peliculas de amor, una frase que parecía no tener sentido y de algún modo capaz de romperte todo el corazón y terminar con cualquier esperanza.

-No- respondí bajando la mirada con el corazón en la mano y un alma destrozada.

-Conocerás alguien que pueda amarte como tanto deseas cariño, por lo pronto este es el final y lo único que podrás tener es un recuerdo, puedes tomarlo, transformarlo como quieras, cambiar la historia a tu gusto, puedes fingir que tuvimos un amor real y complicado, que nos amamos desde el primer instante que nos vimos, pero sabíamos que tendríamos algo efímero…

– Quisiera, si me lo permites, escuchar tu versión de la historia, ¿Qué fue esto? – pregunte con algo de ira.

-Una aventura de una noche que no debió ser.

– claro, lo siento – susurré, me vestí rápidamente para salir del lugar.

-Algún día cuando hables sobre esto, coméntales de la aventura de tu vida y háblales de como una mujer te hizo su ritual de diversión durante unas horas, diles como puso de cabeza todo tu mundo perfectamente ordenado, diles que una mujer horrible te buscó y utilizó, que te rompió el corazón puedes utilizar cualquier sustituto para mi nombre, perra, desgraciada, puta lo que sea, lo que quieras, me da igual, diles que te enamore tanto sin hacer nada, y que no me importo lastimarte.

– ¿Porque dices cosas tan horribles?

– Debes irte.

Se paró frente a mí, tiro mi chaqueta, comenzó a caminar mientras me daba empujones, en ese momento sentí tanta ira y la tomé del brazo, mientras miraba sus ojos sorprendidos, intentando predecir mi siguiente movimiento.

-No me conoces para nada.

– No lo nece…

– Cierra tu maldita boca…

-Frank..

-¡Cállate con un demonio! – Grite con fuerza-

Comenzó a temblar, estaba asustada, seguía tomándola del brazo con fuerza, intentaba liberarse, pero era imposible, era muy débil, me miraba impaciente.

– Suéltame, tú no eres asi- susurro suavemente-

-No tienes ni la menor idea de cómo soy.

-Por favor- susurro más delicada y lentamente

La empuje y cayó al sillón, golpeándose muy fuerte, llevo sus manos a la cabeza por el golpe y unas lágrimas salieron de sus ojos, me miraba con temor y odio, intente acercarme y pedir disculpas, pero algo dentro de mí me lo impidió, solo quería salir de allí, correr de ese lugar ir lejos de esos malditos ojos y no verlos más.

-Talvez me equivoque – susurro

-¿Qué?

-Talvez si eres como ellos, incluso peor

– En ese caso, ¿Debería pagarte?

Abrió sus ojos como platos, estaba pasmada era evidente que no había esperado que pronunciara esas palabras.

-De todos modos gracias.

– ¿Gracias?

Me estaba jugando una broma o algo así

-Deberías irte, pronto vienen por mi

-Eso no me interesa

Debería… talvez ellos te busquen

-¿De que hablas?

-Crees que fue casualidad que saliera a esa hora, que fue casualidad que necesitara ayuda, precisamente tu ayuda- menciono mientras se acercaba a mi boca- Eres un idiota Frank, necesitaba salir de ese maldito lugar.

-Así que… ¿me usaste? ¿Porqué… de que te serviría yo?

-Protección, eres fuerte

– Eso no lo sabias.

-¿No? Crees que no sabía que vas al gimnasio casi toda la semana, que fuiste campeón de karate, creías que tampoco sabía que no soportas un abuso, te necesitaba por si ese imbécil me perseguía.

-Por qué te perseguiría

-Porque tome todo su dinero, necesitas dinero para comenzar de cero.

– Parece que lo planeaste demasiado bien, si todo era un plan ¿Por qué tenerme hasta este momento? ¿Qué más quieres de mí?

Toc toc toc sonaba la puerta…

-¡Vete! Ahora

– No… no me voy, quiero respuestas

-Si no te vas será peor, ¡vete!

– ¿Quién es? ¿Qué pensabas?

¡No entiendes! ¡vete por favor! Es lo único que puedo hacer por ti, si ellos entran, no terminaras bien, quieren todo lo que tienes, saben que tienes dinero, te quieren a ti, vete diré que me golpeaste.

-Roxanne abre la maldita puerta!

– ¿Roxanne? ¿Ni si quiera me dijiste tu maldito nombre?

– No debo explicar nada

– ¡Explícame!

– ¡Dios déjalo así! Tan solo vete.

Nadie puede mentir tan bien, ni ella podría fingir tanto miedo que sentía, saque todo el dinero que tenía en mi billetera, y lo coloque en la mesa.

-Lo necesitas más que yo.

-Adiós.

Baje por las gradas traseras mientras escuchaba como la puerta se abría de un golpe, escuchaba sus gritos, explicando que yo la había herido, que era muy fuerte, que no pudo seducirme, cada vez su voz se hacía más baja, una parte de mi quería ayudarla, pero la parte consiente sabía que ella no sentía nada por mí, que si volvía me retendrían, necesitaban mi dinero, no podía caer víctima de algo así solo por intentar salvar una causa que estaba perdida, pero varios pensamientos se apoderaban de mí, ella me había avisado, me dejo salir, ¿ y si me necesitaba? .

Durante una semana no estaba en mi ser, pensaba en ella casi todo el tiempo, tenía botellas en mi cuarto, bebí lo que nunca en mi vida había bebido, las presentaciones al igual que todas mis calificaciones bajaron a cero, el estrés llegaba al mil, mi corazón tenía un horrible dolor. Jamás conté a nadie esta estúpida historia de amor en la que dejé que mi cerebro dejara de pensar por una noche. Definitivamente una locura ¿valió la pena, valió el dolor?

No podría llegar a responder, siempre que llegaba a este punto una guerra entre mi corazón y cerebro iniciaba, cuando el dolor se fue lo único que pude hacer fue reír como un loco, me di cuenta que no solo me enamore de esa chica tan loca de la que yo no sabía absolutamente nada, sino que estaba destrozando mi mundo y echando a volar tantos años de dedicación, ciertamente lejos quedo el chico inocente, los pero ahora entendía que las ilusiones era mejor que quedaran solo como eso, recupere aquellos proyectos que había perdido durante esas dos semanas de declive total.

Di todo de mi a una desconocida golpeé a un hombre hasta casi a una muerte estuvo hospitalizado como 2 semanas, eso escuche cuando pasaba por ese lugar, se habían llevado mucho dinero, todos juraban que Vanesa pagaría, ahora sabía que su nombre, talvez el más real era en realidad Vanesa, habían fuertes rumores que la pareja sentimental de la chica fue quien golpeo, otros decían que fue un asalto planeado, eso era peor ya que la clientela disminuía, era fácil saber eso ya que cada día los autos eran menos, mi madre que se las sabia todas, nos comentaba de cada nuevo rumor que se enteraba, lo cual me daba cierta dulzura siempre terminaba con la frase, fue la misma noche que te asaltaron, lo bueno es que nada malo te paso y que estas protegido.

Si ella supiera la verdad, mi padre siempre me hacia una mirada, como diciendo que la ignore, lo cierto es que desde que Vanesa, Ellie, Roxane como quiera que se llame se fue, las cosas cambiaron en ese lugar, comenzó con las otras chicas que salían, con bueno, todo lo que podían, cosas como computadoras y televisores desaparecieron junto a los chicos que quien sabe dónde fueron a parar. Aquel grupo de los cuales la mayoría era chicos sin hogar desapareció, decían que Alex no les pagaba lo que merecían incluso había meses en los que no recibían nada, pero tenían muchas cuentas con el bar, comida, vestimenta en fin cualquier cosa que les obligara a pagar de más y como no tenían otra manera, seguían trabajando allí.

Vivian negociando, vendiendo drogas, bailando o como Ellie brindando su vida y cuerpo por unas horas. Sigue siendo mi ruta para llegar a casa más que necesidad la utilizo como recuerdo, a veces incluso espero de alguna manera que aquella figura tome forma y sea de nuevo mi Ellie, cada día sin embargo caigo más en la realidad,

Una ilusión puede terminar con una persona.

Mi vida ha cambiado mucho, he escrito los mejores versos de mi vida gracias a ese increíble dolor de aquellas semanas, no sé si talvez aquellos ojos tan hermosos logren leer al menos un verso que este corazón enamorado le ha dedicado, nuestra calle, me saca algunas sonrisas pasar por ese lugar, de aquel bar de mala muerte ya no queda nada, a veces me siento como ese edificio sin un brillo, roto, destruido, pero de igual manera abriéndose paso, siendo el centro de atención de todos aquellos nuevos que llegan, no puedo decir nada de mi carrera, creo que he tenido una increíble suerte, eso sí dejando de creer y confiar tanto, de aquella noche solo me queda un vago recuerdo del muchacho inocente que se enamoró de un ángel con un cigarrillo, ahora mismo ha sido un día tan complicado y largo, por lo que decidí venir a tomar un trago.

-Y esa es la historia de tras de todo tu éxito, no puedo negar que ame cada verso escritó en tú libro.

-Gracias, espero te haya servido de algo.

-De mucho en realidad, sabes mi casa no esta tan lejos de aquí podríamos ir y dejar tu soledad un poco de lado, ¿Qué te parece?

Me había pasado mucho últimamente, al parecer un escritor con dolor, palabras llenas de amor son la mezcla perfecta para que mujeres te brinden tu compañía e intenten entrar a tu corazón.

-Ire por mi abrigo- dijo de manera coqueta-

Lo que me saco una sonrisa mientras yo alzaba mi copa.

-Una gran historia, sin duda alguna ¿Crees que tendrás la segunda parte esta noche?

No necesitaba voltear para saber quién pronunciaba estas palabras, caminó hasta la silla junto a mí y se sentó. ¡Queremos dos copas más! Ordenó al muchacho.

-Creo que puedes sola con eso.

-No aceptas una invitación de una chica ¿Acaso sigues siendo aquel niño que conocí?

-Jamás me conociste.

Fueron las últimas palabras que pronuncie hacia ese ángel, que me había brindando el mayor infierno de mi vida, deseé cada noche desde que la conocí, volver a verla tan solo un momento, volver a sentir su aliento y hoy que la tenía frente a mí, solo deseaba apartarme totalmente de ella, mire sus ojos por última vez, aquellos negros ojos tan hermosos, aunque me causaban ternura y me traían tantos recuerdos, ellos ya no me arrastrarían a la oscuridad.

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