Simo y el camino

Simo y el camino

JAMA

11/04/2020

Simo y el camino

Primera parte

Erase una vez, en aquellos rincones donde el tiempo fue olvidado, una tierra desolada y árida adornada por vegetación muerta y desagradables criaturas arrastrándose en la superficie de la arena rojiza, allí yacía Simo, un pequeño niño en medio de la nada sin indicios posibles de su origen y aparente llegada, la única prueba de su situación era su propia existencia.

El miedo se apodero de Simo al percatarse de su profunda soledad y falta de motivo existencial, pero en vez de considerar aquella situación como una muerte estática y segura envuelta por el olvido, Simo se dispuso a caminar en línea recta hacia un futuro incierto, y así lo hizo por largas yardas de distancia, donde se podían observar los paisajes adornados en montañas y llanuras cubiertas por escaza vegetación y aquellas criaturas agonizantes que no hacían más que arrastrarse y emitir alaridos inconexos con algún significado; el cielo era gris, por lo que era imposible distinguir algún tipo de ciclo temporal.

El hambre, la sed y el agotamiento iban apoderándose de Simo a la par de su ritmo que progresivamente se volvía más lento; era claro que Simo estaba desgastando su vitalidad, pero, una extraña determinación le susurraba al oído que pronto obtendría su recompensa si este continuaba caminando; Simo no paro entonces.

Tras largas distancias de camino monótono, Simo ya era incapaz de sostenerse con los pies, la tierra se apodero de su cuerpo, y ahí postrado en la arena, Simo se dispuso a arrastrarse con las mínimas fuerzas que le quedaban, era realmente tentador la idea de mantenerse postrado en aquella cálida cama de tierra a esperar el dulce susurro de la muerte, pero Simo no lo hizo, el estaba convencido que pronto seria recompensado con un onírico oasis carente de podredumbre espiritual, entonces Simo siguió su camino.

Las extremidades de aquel niño olvidado dejaron de responder, Simo ya era incapaz de mover un solo músculo, su cabeza se precipitaba en dolorosas pulsaciones debido a la deshidratación y el hambre; sus pensamientos eran cada vez más abstractos e inconexos incapaces de mover aquella carcasa disfuncional a punto de podrirse, era claro que la muerte llegaría pronto, pero su presencia se hizo ausente, por lo que el sufrimiento era palpable en un gran grito agónico.

La realidad se disolvió progresivamente, y la oscuridad cubrió a ese indefenso niño postrado en la arena, nada fue testigo de su existencia, lo único claro era que la muerte no era responsable de aquello, ni algo que terminaba, sino una decisión existencial.

Segunda parte

Simo despertó nuevamente, aquel desierto ya no existía, en su lugar había un extenso camino en un solo sentido sin fin aparente, delimitado a ambos lados por un profundo abismo de abundante oscuridad.

Simo pudo ponerse de pie sorpresivamente, el agotamiento había desaparecido, abrumado por la situación Simo observo aquel extenso camino sin fin ni finalidad y a falta de algo mejor que hacer se dispuso a seguir caminando hacia lo que pareciera ser la dirección correcta; y así estuvo todo lo que pudo, el tiempo era inexistente por lo que no hubo desconcierto; ahí solo estaba él y su determinación pues sabía que pronto seria recompensado; y con esa idea en mente, siguió caminando.

El entorno no cambiaba y el fin no era visible, solo quedaba aquel camino que parecía hacerse más estrecho con la distancia hasta disolverse en profunda oscuridad. Simo pensó en algún momento el que podría haber en el fondo de aquel abismo que lo rodeaba, pero el sabia que al intentar lanzarse hacia la penetrante oscuridad no habría forma de regresar, al menos en el camino tenía la libertad de retroceder lo que él quisiera, pero, ¿realmente avanzaba o retrocedía?; Simo olvidó esa impertinente cuestión y se dispuso a seguir caminando, pues sabía que pronto sería recompensado.

El camino no cambio y la monotonía de aquella situación harto de sobremanera a Simo en su desesperada búsqueda de sentido; sintió la necesidad de detenerse y maldecir aquel momento irreal desfavorable, pues aunque sus fuerzas fueran abundantes, su determinación estaba ya añejada en la negrura de su ser.

Los sentidos de Simo solo fueron despertados cuando surgió de la penumbra una extraña voz, aquella voz no era humana por lo que resultaba irritante al ser escuchada; la voz dicto:

-No vas por la dirección correcta Simo, tus esfuerzos son en vano

Al escuchar esto, Simo subió la mirada a donde creía que provenía la voz y exclamo en palabras firmes:

-Entonces, ¿hacia dónde voy?, ¡no hay otra opción!

La voz volvió a sonar:

-ve hacia la derecha, ahí hallaras tu camino

Simo volteo hacia su lado derecho y no vio más que el extenso abismo oscuro delimitando el borde del camino, por lo que nuevamente Simo exclamo:

-no hay ningún lado derecho, ¿A dónde iré entonces?

La voz sonó nuevamente:

-habrá un lado derecho si tu lo quieres.

Simo no comprendía nada de aquella afirmación por lo que empezó a sospechar que aquella voz le estaba mintiendo para impedir su avance en el camino, pero, si aquella era la voz de la mentira, por ende, debería existir la voz de la verdad, y sin embargo no sonaron más palabras, todo era tan extraño, ya no quedaban opciones, o era seguir avanzando o quedarse postrado ahí en una infinita existencia, lo cual era una pesadilla con solo pensarlo; el retroceso tampoco era un opción, pues ¿Qué sentido habría tenido recorrer tanto camino?, ya no quedaba nada, ¿a no ser que…?, Simo pensó por un momento las palabras de esa extraña voz en busca de soluciones, aquella sensación de ensueño y desconcierto era algo nuevo para él, ¿Cómo podría existir un lado “derecho”?, ¿Era acaso ese gran abismo que se extendía a la nada?, ¿habría que saltar a la negrura infinita?.

Nada tuvo sentido de las afirmaciones dadas por Simo, “sentido”, espera, “sentido”, quizás si…

Entonces Simo Volteo su cuerpo 90° de su posición original, de tal manera que quedo frente al gran fondo negro, y así, mágicamente el lado “derecho” hizo presencia; Simo pudo haber ido al lado izquierdo pero decidió hacerle caso a la extraña voz de ensueño ahora inexistente, y entonces, Simo siguió caminando, pues sabía que pronto seria recompensado, pues siempre existen puertas y usualmente se nos ocurren finales a la deriva.

Escrito por JAMA.

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