Con tan sólo siete años, tengo un recuerdo latente de mi papá diciéndome: «Somos alma, cuerpo y espíritu» enseñándome a relajarme (que importante se hace esto a medida que vas creciendo). Mamá me enseñó que lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia. Y la frase que más mencionaba, casi como una muletilla, era: «No hagas lo que no te gusta que te hagan». Inmensamente agradecido de todo eso. Pues dicen que el mediocre no aprende, el inteligente aprende de sus propios errores y el sabio aprende de los errores de los demás
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