Contaba ayer un borracho
que el río se ha vuelto vodka,
y un abstemio, que los peces
no tienen dónde nadar.
Dice el periódico que
nació un árbol con tres patas,
que del incendio en Manhattan
sólo ha quedado papel.
Dice una mujer, que un hombre
se le ha perdido en la casa,
ya ha buscado en los cajones,
y en los cojines no está.
«Están pasando cosas raras»,
me contó un joven anciano
en el banco del parque
de la racionalidad.
Las monjas del convento
han visto a Dios hacer striptease.
A la virgen, tras la cámara.
En la cama, a Satanás.
Una hormiga en el techo
de un rascacielos enano,
amenazó con suicidarse,
y al caer, mató a un bombero.
Un marinero volvió a casa,
y se encontró a su esposo
con una joven sirena
intentando el acto sexual.
Es Otoño. A un boxeador
se le han caído los brazos,
y su oponente aprovecha
para tomarse el café.
Un cíclope nace ciego.
Ícaro es mayor de edad.
La gacela trajo a casa
un león para cenar.
«Pasan cosas maravillosas»,
dice un anciano joven,
en el parque de atracciones
de la irracionalidad.
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