Observo tal y como si una frase leyera, lo que las personas ocultan detrás de cada palabra pronunciada.

Observo por qué lo hacen.

Lo que realmente quieren transmitir.

Siento que toda esa información está guardada en un frasco imaginario, con una tapa grande y ajustada.

Observo, en ocasiones, como el dolor en algunas palabras logra liberarse. Al igual que en otras, la misma persona es quien presiona la tapa y les impide salir.

Ahí mi observación cambia de plano.

Ahora observo a quien recibe las palabras, cual bomba entre sus manos, y decide de qué manera esa bomba explota y qué consecuencias a su alrededor provoca.

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