Tú tienes algo, querida,
que hace a tu alma imborrable.
Haces que las abejas
quieran construir en ti sus hogares.

Tú tienes algo, y no sabes.
Te crees desgraciada,
y no entiendes
que la Luna sale por verte reír,
y la Tierra baila al compás
de tu voz.

No sé que sea,
pero tus caderas
desprenden olores
a menta y limón.

Tu boca es la puerta
que llega a Venecia.
Tus pies, semilleros
de un gran corazón.

Y todavía te extraña
que bailen a tu espalda.
Que quieran encerrarte
en un frasco de pasión.

Que quieran llevarte
a playas sin desierto.
Que quieran encender
llamas de pasión.

Quizás no seas consciente,
o juegues a no saber nada,
pero tienes algo que embriaga.

Un brillo que hizo
desesperar al Sol.

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