Parece tan lejano,
como si no fuese ayer,
cuando mi pecho
y mis manos
saboreaban la miel.

Hoy lo siento tan lejano,
ni siquiera sé el porqué.
Quizás sea
porque el amor,
igual que el tiempo, se fue.

No, el amor
no es como el tiempo,
porque el tiempo no regresa.
El amor es como el viento,
que igual que viene, se va.

Pero lo nuestro no es amor,
porque sé que tú no amas.
Lo nuestro es un juego,
que yo no quiero ganar,
y tú no me dejas perder.

Y es que lo nuestro,
ni siquiera es nuestro.
Nunca tuvimos nada.
No me ofreciste manzanas,
nunca me atreví a morder.

Y nosotros, nada somos.
No sé a qué,
entonces, le lloro.
A mi engaño, tal vez,
que me hizo creer no estar solo.

Ni siquiera, a solas,
somos nada.
Solo solos.
Que una vez dejaron de serlo.
Suena lejos, y fue ayer.

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