Es de noche.
Una barra
me sostiene de la vida.
Y una copa de cristal se ofrece a besar mis heridas.
El agua
me recuerda el río.
El río
me recuerda el mar.
Mientras una mujer detrás de mí no para de bailar.
Hace frío en la calle.
Llueve.
No más que aquí dentro.
Y yo me acuerdo
del paraguas que abandoné en el desierto.
La alegría
en redor mía.
Me seduce.
Quiere sexo.
Y ya que no puedo evitar mojarme me decido a hacerlo.
Me separo de la barra.
Mis heridas ya no escuecen.
Salgo a ver la lluvia fuera
y a disfrutar de mi muerte.
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