Con la certeza que nada es para siempre,
con la frente erguida, ¡Un señuelo aquí!
para contener la inmensidad del océano.
Y viajar allende de los confines del cosmos.
Es el ámbar que habita en todas las cosas,
la esencia de las posibilidades infinitas.
Como la eternidad de los fractales.
Con la certeza que nada es para siempre.
¡Cuántas horas! ¡Cuántos meses!
Navegar por mundos descomunales,
escuchar aquella voz en lo más recóndito,
nadar sobre la superficie del cielo.
Conquistar aquellos vergeles, doquier.
De todos modos igual llegará el epitafio,
la carne será ceniza superflua.
Tarde o temprano, volvemos a las estrellas.
Y en las mismas estrellas otro sueño,
otro cuerpo para amar, otros ojos para sentir.
Otra voz para errar nuevamente…
será un génesis sin principio, sin fin.
Un sinfín de posibilidades latentes,
de la misma imaginación, creatividad.
Como bosques y praderas cayendo,
desde lo más colosal del firmamento.
OPINIONES Y COMENTARIOS