La tristeza es una puta
de las que nunca enamorarse.
Por mucho que el asfixio de sus piernas
pueda ser muy adictivo
ese aire que te falta
llega a ser el que te mata.
El aliento que te falta
cuando besa, que te embriaga,
es con el que se alimenta
hasta que se hace invencible.
Y ya no queda marcha atrás.
Dormir en sus brazos o morir.
A mí ya me faltó el aire.
Solo deseé su abrazo.
Tonto de mi, me arruinaba
mendigando su mirada.
Ella no aceptaba cheques.
Ella se servía en minutos.
En horas.
En días.
En vidas al fin y al cabo.
Pero ya no tengo tiempo.
Buena suerte, engaña a otro.
Ahora solo te visito
cuando hay algo que escribir.
OPINIONES Y COMENTARIOS