Escuché en una canción
que el odio duele más
a quien lo siente que a quien se dirige.
Por eso seré más feliz
si en ti hoy el odio se corrige.
Yo no creo odiar a nadie.
Solo a quien odio transmite.
A quien quiere que ese mal
en todas las almas habite.
No puedo negar en cambio
que algo de él queda en mi pecho.
Pero es más pena que odio
lo que siento al verte, muerto.
Muerto en veneno rojizo
que tus adentros corroe.
Muerto,
que mueres despierto,
y gastas tu tiempo en vano.
Ojalá que un día en tu pecho
sangre limpia vuelva en ríos.
Así abraces al amor
y te saque del cementerio.
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