LA HIJA DE LA LUNA
Luna Plateada, así se llama la hija menor de la luna, venia corriendo como cual alma que busca a Dios, venia de clases, del planeta Júpiter, sin rumbo de llegada, no sabía cómo, ni que camino escogería para poder llegar a su destino, el destino que solo estaba en su mente, esa mente plateada, llena de estrellas fugaces, una imaginación grande en un mundo gigante, un mundo de fantasías enormes, una princesa hecha Luna plateada; su correr era el solo pensar en cómo llegar cerca a el Señor Sol; su padre de aventuras y el que le cumplía sus sueños, Luna plateada, hija menor, llevaba unas gafas oscuras, un hermoso chal plateado; el que cubría una bandeja en sus manos, su madre al verla desde lo lejos en el camino le preguntó con voz fuerte, que estremeció la noche y los sueños de los niños:
-Luna Plateada, hija, ¿a donde vas tan deprisa, porque corres hacia el Sol?
La pequeña, muy oronda siguió corriendo, pero al pasar el camino del universo y ver que se aproximaba al Sol, miro de repente hacia atrás, solo fue un pequeño girar de su chal el que alerto a la madre, la pequeña hermosa plateada, al ver a su madre a lo lejos, percibió el aroma a la noche, era una brisa fría que la arropaba, la dormía, la arrullaba, esa brisa enorme que mostró la luna llena, y exclamo:
-¡mami Luna, ¿qué comiste que estas llena?
La madre inclino su rostro y empezó a verse lo gordita y redondita que estaba, pero no sabía que había comido en el eclipse pasado, no tuvo palabras para contestar, solo se quedo pensando.
La resplandeciente rizos de plata, alcanzo a llegar donde el señor Sol, este de un bostezo la asusto, pero no fue motivo para parar su correr, el Solla miro, recordó que era los destellos plateados que en verano lo visitaban, no dijo nada solo espero a ver qué pasaría, cuando de pronto la Lunita Plateada quito el chal de su bandeja, eran como rayos plateados los que de su bandeja salían, alzo la bandeja y eran unas ricas presas de cerdo hechas chicharrones y dijo:
-Señor Sol, sería tan amable de freír esta rica presa de chicharrones calientes para mi madre que mañana se acaba la Luna llena y quiero que mi madre pase a Luna Menguante bien llenita, con su barriguita gordita y bonita.
ElSolsoltó una carcajada gigante, que quemo el chal de la plateadita con su sonrisita, después apenado, soplo y hecho a freír los chicharrones que esperaban en el aire ser preparados, la bandeja se convirtió en un rico manjar, era un aroma riquísimo, un color difícil de describir, naranja, marrón,dorado, que difícil deslumbrar el lindo color de un chicharrón, lo bueno fue identificar el sabor, fue así como la pequeña plateada probo la primera presa y exclamo:
-¡Hace falta una pisca de sal!
Entonces el señor Sol, hizo un cambio de luces al mar, el señor Mar, con una ola gigante roció una brisa de sal en la rica presa, el señor Sol y Luna Plateada volvieron a probar y delicioso plato auguraba en un punto preciso.
La princesa de la noche, la bella Luna Plateada, corrió muy prisa cual alma que ha visto a Dios, sus lentes oscuros miraban fijamente el firmamento, corría y corría ya chal no tenia, cruzó el universo y de cerca muy cerca vio a su madre, estaba aun muy pensativa una mano en su mentón y la otra rascaba de cabeza, caían migajas de queso, después de cada razonar, Luna Plateada, llamó a su madre:
-Mamá, mamá, ¿ya recordaste la pregunta que te había hecho?
Pero la madre aun no consentía la respuesta.
Volvió a preguntar la hija,
- Mami Luna, ¿qué comiste para estuvieras tanto tiempo llenita?
Y como la madre no tenía respuesta la hija le dijo:
Mami tu comiste unos ricos chicharrones calientes, así como estos, le mostró la bandeja con los chicharrones que solo al mostrarlos el firmamento entero empezó a brillar, se les derretía el paladar,
– Se los traigo para que coma mucho y así llenita y gordita puedas pasar a Luna Menguante.
Así fue como madre e hija disfrutaron de unos ricos chicharrones que quisieron acompañar con yuca pero esa en otra historia que les tengo que contar.
A mi hija luna Alejandra
A mi pueblo chicharronero
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