¿Por qué tan serio?
De seguro lo habrás oído en algún lugar, o también puede que quizás haya sido dirigido exclusivamente para ti, pero descuida, somos personas ¿no? Y durante cada día experimentamos diversas sensaciones llegando a sentir una respectiva emoción. La emoción, viene acompañada de una expresión facial, pues es el reflejo de lo que sentimos, quizás de ahí, muchas personas se empeñan en maquillarse, usar cremas y demás artículos que les permitan de alguna manera “embellecer” su rostro, pues así, quienes verían un rostro “bonito” pensarían que la misma persona, a la que pertenece aquel rostro, posee cualidades y virtudes a tal punto que merecería ser “colocada en un pedestal”. Pero seamos sinceros, una cara bonita no te hace una mejor persona. Y así como el uso de maquillaje puede lograr que una persona destaque en un aspecto estético. Una sonrisa también podría maquillar nuestro rostro, haciendo una simulación, de que una persona puede llegar a estar feliz, sin siquiera estarlo.
-Hay que aparentar-
Me decía mi madre cuando yo le refutaba el hecho de sonreír en el momento en el que alguien me tomara una fotografía. Al parecer a muchos no les agradaba mi “expresión” al momento de posar para una foto.
-¿Por qué tan serio?-
Es algo que he escuchado frecuentemente a lo largo de mi vida, creo que si hago memoria puedo recordar una de las primeras veces en que alguien me lo dijo. Debí tener 5 años de edad, lo que me permitía tener al menos un uso de razón aceptable, estaba sentado en el negocio de mi madre aburrido y viendo como los autos pasaban, la gente entraba y salía de comprar en el negocio de mi mamá, mientras en la esquina había un grupo de niños que jugaban y reían entre ellos. En eso, un cliente que entró a comprar aprovecha el momento en el que mi madre se encuentra buscando un artículo que él mismo había solicitado.
-¡Hola! ¿Por qué tan serio?- Lo dice con una sonrisa en el rostro mientras me mira fijamente esperando tener una respuesta de mi parte. Pese a la edad que tenía, lo que más me llamo la atención de aquel sujeto, era su sonrisa. Apenas entro a la tienda, ni siquiera había pasado un minuto ahí dentro y ya había notado mi presencia cerca de una de las vitrinas para acercarse y preguntarme. Es decir, no había pasado nada fuera de lo común, o al menos, nada de lo que a él le pudiera haber divertido o entretenido para que exprese esa sonrisa.
-Y usted, ¿por qué está tan feliz?- Le pregunté reaccionando ante lo que había visto, sin embargo mi pregunta fue considerada como irrespetuosa, pues encima de no haber contestado su pregunta, respondiendo a la misma con otra pregunta, esta adquirió un sentido que pudo molestar a mi madre y a aquel cliente. Aquel día mi madre me regaño, pues ella siempre ponía énfasis al momento de educarme que el respeto y la educación era lo más importante. Desde ese momento hasta la actualidad, sigo pensando que aquella pregunta no tuvo por qué ser considerada ni catalogada como “grosera” pues había manifestado mi inquietud, y siendo realistas, un niño de aquella edad puede llegar a tener muchas inquietudes.
Hoy, 20 años después de aquel suceso, me encuentro viajando en el metro de la ciudad, me he subido hace casi una hora, y aún me falta para llegar a mi destino. Lo que se me hace un poco molestoso es que apenas me subí he tenido que ir parado apegado ante toda la gente que se encuentra viajando conmigo, lo molesto de eso no es el hecho de tener que ir parado, se trata de estar cerca de muchas personas, y este comentario no me gustaría que se vea mal interpretado como una conducta anti social de mi parte, pues a lo que me refería es que ante ese tipo de situaciones, vivo constantemente con la incertidumbre de que alguien se acercará lo suficiente, aprovechando el gentío, para sustraerme alguna de mis pertenencias, por lo que debo estar alerta en todo momento de sentir cualquier roce que pueda hacer alguna de las personas que se encuentran alrededor mío. Es una lástima, generalmente me gusta usar mis audífonos mientras voy en el metro para distraerme un poco, de paso, el viaje se me torna entretenido y un poco más tolerable a comparación de mi situación actual. Hoy no he podido repetir mi rutina, pues he olvidado mis audífonos en casa.
Mi atención se ve interrumpida ante un pequeño tacto en mi hombro izquierdo, y al decir pequeño no exageraba, pues al regresar a ver me he percatado de una pequeña niña mirando en mi dirección, ha sido ella quien con sus pequeños dedos me ha tocado queriendo llamar mi atención.
*¿Cómo una niña pudo llegar hasta mi hombro? Se preguntarán muchos, pues permítanme responder a sus inquietudes.*
La niña se encontraba en los brazos de su madre, ella se encontraba mirando en dirección opuesta a la de su hija, la niña al estar siendo amarcada contra el pecho de su madre (seguramente porque no había espacio donde ella pudiera poner un pie) tenía la posición de asentar su quijada sobre el hombre de su madre, y a su vez, tener los brazos disponibles para llegar hasta mí y tocarme.
-Señor, ¿por qué está tan serio?-Me pregunta la pequeña
Inmediatamente me causa una enorme sorpresa escuchar esta pregunta por parte de la pequeña niña, mientras a los alrededores puedo ver como se ha formado una sonrisa en el rostro de algunos, incluyendo en el de su madre que ha regresado a ver apenas y ha escuchado la pregunta de su hija.
He aquí pues, que entré a una breve reflexión como la que mencioné a un inicio.
Y como una respuesta ante un sentimiento encontrado dada la situación, procedí a sonreír.
-Porque no había una razón, pero, ahora la hay, ¿Lo ves?- Le respondo a la niña mientras aquella sonrisa del inicio prevalece en mi rostro.
Aquella pregunta “¿Por qué tan serio?”, por primera vez me había sacado una sonrisa, porque en esta ocasión, tras varios años, finalmente alguien me había dado una razón. Un gesto de inocencia y curiosidad por parte de una niña, fue estímulo necesario para sentir un momento de felicidad y, responder a la misma pregunta.
OPINIONES Y COMENTARIOS