(Vihaava)
Espíritu inocuo como el ignoto estela
endeble miasma de zarzo estribó
de campo herfirio y altisonante.
Carácter lánguido mi lenguaje,
despierto de prosa el auxilio del disonante acorde,
y tiemblo de persuasión ya Nayade fatua.
Pero he aquí que resisto al unísono,
con umbría palpando de ininteligible,
rescato su estela ciega de huraña,
Hambriento recorro a las sombras del espíritu,
abogando a la simple magia del texto.
Pues de banal mi cuerpo, legumbre que mi superficie
adule el viento.
Hace frío tiempo,
no a la creación perpetua grita el entrañable simo,
condenado a la superficie de la palabra,
como maître persigue su eslabón ornamental,
pierdo de injuria como rapaz anguila.
Remoto del gélido, que recuerda;
verosímil y fácil como Peonia,
ahora lóbreguez gramatical.
Detrás del significante de mis palabras,
suslayo pérdida.
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