Pesa tu ausencia
como pasa el pelo después de una ducha
caliente,
cálida,
como lo era mi cuerpo antes de que huyeras,
pesa como pesan los zapatos
a las diez de la noche
mientras el subte se vacía y el tren no llega
como mis venas cuando se vaciaron de tu esencia
y no volviste a reponerlas,
pesa la espera
pesa como pesan los párpados
después de llorarte por las noches
como pesa que mis lágrimas ya no descansen en tu pecho,
pesa el suéter de lana verde
porque tus brazos ya no me envuelven,
pesa escribir tu nombre
-por eso te pongo pseudónimos-
Pesa tu ausencia
pesa tu presencia
pesa saber que estoy mejor desde que te fuiste
y que, aún así,
estoy en un máximo estado de entropía.
Pesa que volvieras
y me pesa abrirte la puerta,
porque quiero abrirte la puerta
pero no quiero que me arrebates tu ausencia
como lo hiciste con tu presencia;
porque tu ausencia
es la única manera de sentirte real
porque si te fuiste, exististe
y te tengo por siempre
pero si volves, sé que te vas cuando el sol asciende
y para cuando desciende
vuelve a pesar tu ausencia.
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