H. H. M., Pensar en Bahadur, Microcosmos

H. H. M., Pensar en Bahadur, Microcosmos

Un ensayo de palabra

por donde sale

su boca.

Bahadur

en El Valle de la Muerte.

Por el camino

de los campos

degusta el aire

Bahadur,

las voces huyen

espantadas.

Estira los dedos, levanta lentamente

un párpado Bahadur:

ni polillas ciegas,

ni peces, ni arañas

ni golondrinas

ni escarabajos

en el camino

de los valles y los campos.

Para el arranque

todo está listo

en él.

Él, un instante,

puede, pupila

jubilosa, vernos:

todos estamos

en el ojo infinito

de Bahadur.

Resuenan voces que cantan:

¡Bahadur!

El ojo de la mente, esporas

en remolino, tiempo

de conciencia.

Saborea la eternidad

con su trompa

Bahadur, su piel

es Atenas penetrada

por el Sol, preñada

de Sol.

Las moscas a las moscas

aguardan impacientes

en el cielo.

No es verdad

la verdad de la mente.

¿Qué es verdad?

Colgado del cosmos

el ojo de fuego.

No hay más que él.

Él, ahora señales

del pensamiento.

Bahadur en la mente

se hace sentir ahora:

oruga de éter,

mariposa de agua,

polilla ciega.

Cierto, nada

le preocupa,

la inmortalidad

es atributo de Bahadur.

Hacia el sol, las cinco

flores ha seguido

la serpiente

para decir Bahadur,

lo infinito que no existe,

dos mitades:

la realidad y el cosmos.

Casi desnudo

Bahadur:

se trata del último hilo

de oro del reino

bajo las estrellas.

Su juventud milenaria,

un viaje que nunca

empezó, señal cósmica,

árbol junto al loto

de las piernas.

Ahora, nuevamente

Bahadur, oruga

del éter, sigue

a las orugas, mariposas

del agua, mentales.

Él es la luz de la luz,

no necesita agua

en la sequedad del aire,

en el polvo seco.

Tan absoluto que salen

de su cabello

pájaros, mariposas

de su boca entreabierta,

Bahadur expande al límite

un delirio supremo

color de vastedad,

portentoso.

Bahadur, hacia abajo

y hacia arriba, levantando

el polvo, con sus manos

camina sobre los infinitos

ojos de la Muerte

que ya conocen

a Bahadur:

el único punto

de la realidad concentrada,

más imperturbable

que el aire del mundo.

Más polvo que el polvo,

Bahadur, sin signos

su piel bajo el sol,

tan real como ficticio,

flotando, muriendo

su última muerte.

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