Anochecía.
Resonaban los árboles, la cabaña estaba alejada de la ciudad y el barullo.
— Debo marcharme.
— No, por favor quédate un poco más, tengo miedo.
— Ya estás un poco mayor para esas cosas, sabes que no puedo quedarme — el monstruo salió por las sombras y se marchó a su escondite en el bosque.
Entonces en medio de la oscuridad se escuchó un murmullo atemorizado…
— ¿Ahora… quién se quedará conmigo a defenderme de la soledad?
OPINIONES Y COMENTARIOS