La fecha es 24 de Diciembre del 2017, quizás sean alrededor de las 14 horas más o menos, he terminado de almorzar y miró al reloj colgado en la sala de mi hogar mientras aún me encuentro sentado en la mesa del comedor. No, no estoy mirando el reloj con ansias de que llegue la noche para abrir los regalos como acostumbran en la mayoría de hogares.
Mira sus manecillas, moviéndose con tanta rapidez mientras yo desearía que se detuvieran-susurré.
¿Podría detener el tiempo? Vaya que lo desearía… pero eso implicaría manejar mi vida a mi antojo y conveniencia… entonces no, eso no sería posible, debo ser realista…
Antes de poder susurrar o pensar nuevamente mientras observaba el reloj colgado en la pared mi Madre me llama por mi nombre, estaba en la cocina viendo como su hijo contemplaba el reloj, nada que le extrañara, ya sabía que suelo ser muy raro en cuanto a pensar y analizar hasta las cosas más simples, por tal razón prefiere no preguntarme en que me encuentro pensando, supongo que ya se resignó.
Es hora de que vayas a alistarte, tu padre pasará por ti en seguida-me dijo con un tono amable.
Si, tienes razón- le contesté, me levanté de la mesa y me dirigí a mi cuarto.
En la noche tendría una cena familiar, ya saben, “noche buena”, se lo realizaría en casa de una tía (hermana de mi padre), junto con otros familiares paternos. Dicho evento ha sido una costumbre familiar desde que tengo memoria, de hecho ni siquiera recuerdo haber pasado una “noche buena” con mis dos padres juntos, los dos no se toleran, además mi madre trabaja con mi abuela en un pequeño negocio que tienen, y cerrarlo traería desventajas económicas a mi hogar, así que soy comprensible en lugar de quejarme, además ya no soy un niño que necesite la atención y compañía de sus padres. No, no es rebeldía, es solamente un cambio quizás, en el que me he acostumbrado a ya no necesitar su presencia cerca de mí, digamos que la constante ausencia de ambos en mi niñez ha influido mucho para llegar a hacer ese comentario.
Bueno, retomando el tema principal, la cena de noche buena, como les decía era una cena con varios familiares de parte de mi padre, ellos son muy unidos y eso es algo que aprecio pero no es de mi agrado el estar con ellos. El principal motivo es mi padre, muy respetado y temido por todos en esa cena, y pues bueno ya que soy su hijo debo estar presente así sea en contra de mi voluntad, en el fondo sé que ellos hacen comentarios de nosotros ya que los he oído mencionar o más bien criticar a otras personas a espaldas de las mismas. En fin, no es que me afecte mucho, ya que mi Padre también hace las mismas críticas, es más, a veces pienso con qué sentido me lleva a esa cena si de todas maneras lo más representativo en esa reunión es la hipocresía.
No perderé el tiempo detallándoles el día con cada respectiva hora, pasaré a lo interesante, al “plato fuerte”. ¿El pavo? No, no tan literal.
Son las 19 horas en punto, a mi padre le gusta ser puntual y eso es algo que admiro mucho de él y por supuesto, también he heredado.
Golpeo la puerta con un gran desgano, son mis últimos segundos de mostrar una mueca antes de quitarla, pero no se confundan, tampoco iba a sonreír como gran estúpido frente a todos, aunque desde luego, tampoco me podía permitir estar con una tremenda mueca a la vista de los presentes, debía tener un gesto “natural”. Pese a mis esfuerzo eso no ayudaba mucho, la verdad es que todo el mundo me hace el comentario de que suelo ser muy serio, pero que se le puede hacer…
¡Abren la puerta!
Que empiece el show-murmuro antes de que me escuchara la persona que abre la puerta.
“Buenas Noches Anita”-digo en voz alta a una de mis tías, mi padre desde pequeño me enseñó a no decirles “tías”, debo llamarlas por su nombre añadiendo un diminutivo al final, como muestra de afecto.
Entro a la sala y veo a la mayoría de familiares sentados en los elegantes sillones de la tía que me abrió la puerta. Procedo a saludar con cada uno de ellos, saben quiero hacer un paréntesis aquí (sé que no me agradan y probablemente yo tampoco los agrado, pero la educación y el respeto es algo que valoro mucho, por eso siempre procuro saludar con amabilidad y respeto a cada uno), termino de saludar e inmediatamente me percato que falta un primo. Me dirijo hasta la cocina y me llevo una desagradable sorpresa de encontrar a la madre del mismo primo al que estoy buscando llorando, rodeada de dos tías más. Me abstengo de hacer cualquier comentario, me pongo firme y mis manos apegadas hacia mis piernas, agacho la cabeza y replico un solo “Buenas Noches” para todas.
Nuevamente voy hacia la sala, decido apegarme hacia el único primo con el que he compartido experiencias familiares, la razón de esto se debe a que cursamos 3 años de secundaria en el colegio juntos, así que la comprensión entre ambos es mucho mejor que con el resto del grupo.
¿Dónde está Jhoel? Le pregunté
Se peleó con la mami Yoli (madre de Jhoel), dicen que está encerrado en su cuarto. Me responde David.
Chuta… Y con esta simple palabra terminó la conversación entre ambos, obviamente él la está pasando mejor ya que sociabiliza con todos los integrantes de la familia.
Me doy vuelta y hago una breve inspección para notar que hay una silla disponible en una esquina de la sala, me siento cómodo en aquel lugar, ahora que lo pienso y hago un poco de memoria, me he sentado muchas veces aquí, tratando de distraerme y sumergirme en mis pensamientos mientras mis ojos se encuentran perdidos viendo el panorama de la familia conversando, riendo y comiendo.
Apenas estaba pensando y veo como mi vista se obstruye por David, inmediatamente lo regreso a ver, está parado en frente de mí y no me dice nada, solo mueve la mano hacia donde él haciendo un gesto para que lo siga. Vi además que todos los primos ahí presentes estaban con él, al parecer iban a casa de Jhoel para convencerlo de que viniera a la cena. No perdí el tiempo, me pare y me fui con ellos, obviamente antes de eso le dije a mi padre brevemente “ya vuelvo”.
En el camino conversé un momento con David, y traté de hacer una pequeña y breve conversa a los demás, en total éramos 5 incluyéndome, es decir, tenía que hablar con 3 primos más, dos mujeres y un varón. No hablamos mucho en el camino, porque la verdad es que la casa de Jhoel queda muy cerca de la casa donde se estaba realizando la cena así que el camino era muy corto.
Llegamos y abrimos la puerta del garaje, no estaba con candado, eso sí, tuvimos que tocar la puerta de entrada para que Jhoel nos abriera.
David golpeó y como siempre tan característico en él, llamó a Jhoel con un tono de voz bastante cómico, al menos para mí.
Jhoel nos abrió e hizo pasar al cuarto, se encontraba acostado jugando en su laptop. Una de mis primas tomó la palabra para hablar sobre de su situación, y antes de que Jhoel dijera una palabra lo más prudente que hice fue salir del cuarto y esperar en la sala junto con otro primo hasta que los que se encontraran adentro terminaran de hablar. Hablé un momento con Santiago, el primo con el que me encontraba en la sala, me parece que es tres años menor a mí, conversábamos sobre su camino a la Universidad, ya que se encontraba en último año del colegio ya para egresar.
Mientras Santiago y yo hablábamos podía escuchar a Anahís y Jessica (primas cuya edad es mayor a la de nosotros), ambas estaban aconsejando a Jhoel, y también noté que este último se encontraba hablando tratando de aguantarse las lágrimas, fácil de detectar por su tono de voz.
Me cansé de esperar y estar ahí sin hacer nada, le pedí a Santiago que se levantara y fuera conmigo al cuarto, entré pidiendo permiso, me arrimé al armario cruzado de brazos expectante a lo que hablaban. Tras varios minutos noté como Anahís intentaba persuadir a Jhoel para que este bajara a la cena con nosotros, y este solo le respondía con negaciones.
Parece ser que los padres de Jhoel tuvieron una discusión por la mañana, él tuvo que actuar como intermediario sin tener que inclinarse hacia ninguno.
Es difícil- pensé, y lo pensé porque sé cómo se siente, que tus padres discutan y tú tengas que mostrar neutralidad sin actuar bajo algún favoritismo hacia alguno de ellos.
Y Jhoel ya estaba cansado de repetir esta situación día tras día, se sentía presionado y agobiado, de ahí su indignación, su enojo y tristeza productos de las lágrimas que se estaba resistiendo a expulsar.
Viendo el panorama, vi a Anahís sin más palabras que decirle, pero aun así sentada con deseos de continuar apoyando a su primo, Jessica se encontraba sentada del otro lado y mostraba la misma actitud. Sentí que debía actuar…
“Si… si… si… si me lo permiten quisiera decir algo” Dije mientras tenía mi mano levantada, vaya ridículo, parece como si estuviese en clase o algo así. Pero bueno, así comencé con lo siguiente:
Mira Jhoel, sé que tienes problemas y créeme que como tú primo lo lamento mucho, como podrás darte cuenta tienes a varios primos que se preocupan por ti, y más que palabras son hechos ya que nosotros nos encontramos aquí en tu habitación con el objetivo de llevarte con nosotros, no para satisfacer una necesidad de una unidad familiar, pienso más bien que cada uno de los aquí presentes estaríamos más cómodos y satisfechos que nos acompañaras en esta fecha tan importante.
Les pido disculpas a todos- dije mientras moví la cabeza con el fin de ver a todos los que se encontraban ahí, continuando con:
Sé que no he sido muy cercano a ustedes pese que somos familias, no hemos tenido la oportunidad de compartir momentos familiares desde la niñez como era lo debido o como entre ustedes si tuvieron la dicha de compartirlo. Pero sigo siendo su primo y ustedes siguen siendo mi familia, si necesito apoyarlos y ayudarlos lo haré, porque en esta fecha puedo al menos puedo compartir un momento con ustedes.
Jhoel me quedo viendo fijamente, sus lágrimas comenzaban a desaparecer, quizás se las había limpiado mientras yo me encontraba hablando, solo me miró sin decir una palabra, quizás estaba esperando a que terminara de hablar. Así que continué:
Jhoel, sé cómo te sientes, y creo que puedo hablar por todos aquí que también pueden llegar a sentir tu disgusto y frustración, no es de extrañarse que todos los hogares posean disfuncionalidades y problemas, pero, ahí debemos actuar, ya no somos los niños que se quedaban encerrados en su cuarto esperando a que todo salga bien Jhoel, ahora debemos ser los que se levanten y ayuden a solucionar ese problema, no puedes quedarte acostado viendo o sintiendo como el problema continúa, puedo entender que te sientas cansado, pero no hagas que el problema te canse, más bien acaba con el problema.
Tras decir lo que dije, yo mismo me puse a reflexionar sobre lo que dije, hice una breve reflexión que compartí en voz alta: “Supongo que de esto se trata crecer, ya no somos unos niños, estamos experimentando la adultez y eso conlleva cambios que consideramos difíciles pero que no son imposibles, vamos a seguir adelante, estamos creciendo y tratemos de ser buenos en cada uno de los obstáculos que atravesemos para lograr superarlos, ahora somos adultos”….
Aquella noche me sentí adulto, no me había sentido así bebiendo licor, cumpliendo los 18, manejando un vehículo o teniendo sexo, me sentí adulto cuando tuve que hablar en frente de todos mi primos y aconsejar a uno de ellos para que saliera adelante y no se deje vencer por lo que le aquejaba, lo comprendí, ya no era un niño, ahora empezaba a ser adulto, tenía que actuar como tal.
Para concluir, diré que aquella noche Jhoel bajo con nosotros, pasamos una cena bastante agradable, sin importar la comida o regalos, la pasamos en familia.
Me despedí con un “Hasta Luego”, sé que los volveré a ver, así como en anteriores años, de niños, de adolescentes, ahora de adultos, pero aun así siendo familia.
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