La Puerta Sellada

La Puerta Sellada

Bautista Perl

09/08/2024

En una pequeña amaderada cabaña en medio de un inmenso y virgen bosque, se hallaba una puerta de madera, a la cual ningún ser humano que haya transitado y entrado a aquel hogar pudo haber derribado y encontrar que había en su interior. Decía la leyenda, que cualquier humano que se dirija allí, desaparecía sin dejar rastro. Pero estos relatos no impedían que la gente valiente, o también idiota, vaya especialmente a intentar derrumbar aquella puerta, que parecía sellada.

Vincent, un joven al que le encantaban las exploraciones y descubrir lugares inhóspitos, le llamó la atención de la existencia de la cabaña. A pesar de la advertencia de sus familiares y amigos, aquel pensamiento incrédulo, y, según él, valiente, ignoraban lo que le decían.

Emprendió viaje una tarde nublada y gris. La humedad dominaba en el lugar, pero esto no fue el impedimento para que Vincent se retiraba, si no, todo lo contrario, fortalecieron las ganas de que el joven incrédulo vaya al lugar, y, con la sensación de no saber que había allí, era la receta perfecta para poder sentirse orgulloso de visitar el lugar y demostrar que aquellas historias, de la cual eran de las más populares en el pueblo donde habitaba, eran falsas, y solamente existían para contarle a los niños rebeldes que no querían dormir.

A pocos pasos de la cabaña, protegiéndose con un cuchillo y equipado con una linterna y un hacha, vio, desde lo lejos, aquella puerta que tanto le intrigaba y tentaba abrir.

La cabaña era fría, estaba en un estado de deterioro jamás pensado. Se decía que aquella cabaña había sido abandonada hace 70 años. Tal era la razón de su estado. El techo estaba todo desquebrajado, las paredes estaban a punto de derrumbarse, parecía que había ocurrido una masacre allí. Este pensamiento, de una masacre, tentó mas al joven Vincent de hallar que se encontraba atrás de aquella puerta.

Al entrar, y dirigirse especialmente a la puerta, escuchó unos ruidos desde su interior. Esto incentivó más a Vincent a saber que había allí. Preparó su hacha para empezar a romper la puerta. Adentro solamente se veía oscuridad infinita. Pero, al prender la linterna, se llevó un susto del cual casi le agarra un paro cardíaco.

Adentro de aquella habitación se hallaban cadáveres de las personas que iban allí. Estos no tenían ojos ni tampoco extremidades. Pero entonces, desde las profundidades de la habitación, que adentro de ella parecía que era infinita, una figura salió y comenzó a correr hacia Vincent. El joven corrió lo más rápido que pudo. Al mirar hacia atrás, aquella figura lo seguía persiguiendo, esta era completamente negra y en su boca se veían manchas de sangre. 

Vincent, desesperado por salvarse, se escondió en un pequeño espacio que había entre árboles, y bastó para que aquella criatura lo perdiera de vista, retirándose del lugar en una velocidad inhumana. 

Viendo que aquella criatura se retiró del lugar y estaba lejos, Vincent retomó el paso, sigilosamente pero rápido pudo salir de aquel bosque inmenso.

Era ya de noche y no había nadie en las calles de la ciudad de Lancaster. Vincent se dirigió a su hogar, se sentó en su escritorio, y comenzó a escribir todo lo que había visto en aquel bosque, perturbado y temblando, agarró la pluma llena de tinta, la puso en una libreta y comenzó a escribir: «En una pequeña amaderada cabaña en medio de un inmenso y virgen bosque, se hallaba una puerta de madera».

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