Ser popular no quiere decir que estés haciendo las cosas bien, quiere decir que dejas que demasiada gente entre en tu vida sin poner ningún tipo de filtro.

Pensé que estaba bien ser popular hasta que me di cuenta que vivía por y para los demás, y entonces empecé a dedicarle más tiempo a mis cosas, a mi gente. Algo lógico, inocuo, normal… pero no a ojos de los otros.
«Hay que hacer filtro, seguro», me dije.
«Haz ciento y no hagas una, y como si no hubieras hecho ninguna»… yo y mis refranes heredados.
Qué línea más fina te separa de ser una gran persona, alguien popular, a ser una persona de la que puedan prescindir, a la que puedan ignorar.
Pero hay que hacer filtro, eso no lo dudes.
A veces menos es más, y de la misma forma que en tu casa no dejas entrar a cualquiera, ¿por qué hacerlo con tu vida? La gente se acomoda a que siempre estés dispuesto a darlo todo, dejando a un lado tu vida, la gente se acomoda muy rápido, excesivamente rápido.
Y cuando por fin decides cambiar, siempre te sueltan la frase, «ya no eres la misma»… no, desde luego. No hay que dejar que todo te influya, que todo te afecte, que todos abusen de tu tiempo lo más preciado que tienes, como si fuese la ventanilla única de cualquier administración.
Hice el filtro cuando tuve que hacerlo, sin más.
Ahora practico la ecpatía, escucho a los demás pero me excluyo de los sentimientos que son inducidos por otros, no sufro y no me preocupo… no en exceso.

Y ahora, todo fluye.
Quizás no sea tan popular, no me hace falta alguna. Mi círculo de amistades se ha reducido… eso es porque voy por el buen camino.
Hazte el favor y usa un buen filtro, porque casi siempre menos es más.
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