En ocasiones ni siquiera notamos el cambio biológico que experimentamos a diario, en donde nuestro cuerpo se encuentra en un constante desarrollo y cambio. Debe ser porque cada día interactuamos con nosotros mismos y por tal motivo, se nos hace muy difícil el reconocer algún tipo de cambio que hemos presentado. El hecho de no notarlo, no quiere decir que no suceda. A veces necesitamos ojos ajenos o de terceras personas que noten el cambio actual. Entonces, nos detenemos a pensar cuanto hemos crecido, madurado o cambiado.
Puedes pensar sobre cuánto has crecido en tamaño, las dimensiones de tus manos y pies. No puedo hablar de extrañar tus recuerdos del pasado, ya que no sabría con certeza si estos han sido buenos o malos, pero creo que sin excepción, todos experimentamos cierto tipo de nostalgia con aquel pequeño individuo que algún día fuimos… Aquel niño/niña, tuvo que aprender para vivir, empiezas a recordar tus anécdotas y momentos más profundos de tu niñez. Eres libre de recordar tu infancia, aunque de preferencia, piensa en lo bueno que esta te dejó.
Recuerda aquello que fuiste, indaga en esas ideas infantiles e inocentes que tenías sobre como visualizabas tu futuro, y posteriormente, piensa en la persona que eres en la actualidad. Tómate tu tiempo para analizar lo que ha sido tu vida y recordar quien es la persona que está leyendo esto.
Ahora lo reconoces, ahora tú también te das cuenta. Te has fijado en que “creciste”.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS