Un anciano se encontraba caminando por las aceras de su vecindario, en su trayecto pasa por una juguetería y puede notar como un niño se encuentra en la mitad de la acera observando a través del vidrio los juguetes con los que la mayoría de niños desearían jugar. Inmediatamente tras contemplar dicha escena, recuerda cuando vivió lo mismo que aquel niño hace 57 años atrás, en ese entonces tenía 7 años. Así mismo, se encontraba afuera de una juguetería de su época, veía con mucho anhelo los juguetes exhibidos en el mostrador, pero sabía que estarían fuera de su alcance, ya que sus padres no se encontraban en condiciones de comprarle cualquier juguete por más barato que este fuera.
Lo destacable de aquella vez, fue que el dueño de la juguetería al darse cuenta de su presencia, salió de una forma muy tranquila para ver. Ambos se miraron, el dueño mostró una sonrisa especial, aquella donde haces la curvatura hacia arriba con la boca cerrada. Extendió su mano para indicar dos carros que tenía en su mano, posteriormente se los entregó al niño y regresó a la tienda sin borrar aquella sonrisa de su rostro.
Tanto el dueño como el niño no dijeron una palabra, pero aquella sonrisa junto a los carros, representarían la alegría que puede sentir un niño al recibir un juguete, y el gesto de amabilidad que una persona puede tener con otra.
El anciano terminó de recordar aquella escena con un suspiro, se dió vuelta para regresar a casa y al entrar ahí lo primero que hizo fue ir hacia su estantería donde en la parte central se encontraban aquellos juguetes que una vez le habían obsequiado. Los miró con nostalgia, pero mostró la misma sonrisa que el dueño había tenido hacia años atrás, salió nuevamente de casa y se dirigió apresurado a ver al niño que se encontraba en la acera. Para su fortuna, él aún seguí ahí, y como si el tiempo no fuera impedimento para recrear una vez más una escena tan maravillosa, el anciano hizo la entrega de los dos carros al pequeño niño.
Los carros han estado en constante cambio de dueño, buscando a un niño al que pertenecer y acompañándolo en su trayecto por la vida, hasta el momento en el que otra persona necesite de ellos.

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