MAX EL ÁNGEL – CAPÍTULO 3: EL HOMBRECILLO DEMOLEDOR

MAX EL ÁNGEL – CAPÍTULO 3: EL HOMBRECILLO DEMOLEDOR

Sebastián Araujo

17/05/2024

Los lugares conocidos por Max eran muy pocos aún. Apenas sabía de la plaza, de la estación del Ferrocarril Provincial y de unas pocas calles a la redonda.
La plaza, su punto de referencia central, en su mapa mental se llamaba Plaza Conocida y alejarse de ella significaba salir más allá del horizonte, a tierras inexploradas.
Max no conocía prácticamente nada, era como un turista que se hubiera separado de su grupo y no tuviera ni idea de cómo comunicarse con su hotel o con su agencia de viajes.
Además, seguía sin recordar qué había sucedido, así que buscaba respuestas en sus pensamientos, pero éstos no lo llevaban a ningún lugar.
Si él era efectivamente un ángel, ¿por qué estaba perdido? ¿Cómo era posible que no recordara nada? ¿Por qué antes lo quisieron “matar”? ¿Por qué no podía comunicarse con otros ángeles y ni siquiera sabía cuál era su misión o qué debía hacer? Además, ¿no deberían crecerle alas o algo así?
Si en verdad era un ángel real, ¿por qué no tenía contacto con otros seres semejantes o no recibía, por lo menos, señales sobrenaturales que le confirmaran su condición?
Entonces, se le ocurrió volver al primer lugar donde recordaba haber estado. Tal vez así encontraría pistas que lo ayudaran a reconstruir los hechos. Necesitaba recuperar más contexto para entender mejor lo que sucedía.
Volvió al sitio donde se halló por primera vez, donde cayó al suelo tan duro cuando unas personas que supuestamente celebraban “el amor” lo empezaron a perseguir. En ese sitio tendría que haber alguna pista sí o sí.
Encontró otra plaza allí. Más pequeña que aquella junto a la estación, pero bonita también.
Observó en el entorno los restos de la decoración de una fiesta. En ellos se podía leer “Feliz día del amor y la amistad”, “Juntos por una comunidad mejor”, “Amor y amistad para toda nuestra ciudad” y frases parecidas.
Caminó por todo el sitio pero no encontró nada de interés. Solo algo de basura y desechos de aquella fiesta, como vasos plásticos, pancartas abandonadas y corazones de cartulina roja pisoteados en el césped.
De pronto, se encontró frente a frente con un hombre calvo de baja estatura y actitud beligerante. El hombrecillo se detuvo ante Max y le dijo:

–Tú.
–¿Se está dirigiendo a mí? Buenas tardes, señor, mi nombres Max y…
–No importa tu tonto nombre, estúpido. ¡Eres muy descarado al aparecer otra vez por aquí!

–¿Descarado yo? Pero ¿qué le pasa? ¿Qué quiere decir?
–¡Basta de palabras, enano estúpido! ¡Vamos a arreglar esto! ¡A pelear!– dijo poniéndose en guardia como un payaso de circo imitando a un boxeador.
–¿Cómo que a pelear? ¿Qué, eres idiota? Yo no puedo pelear contra ti. Y tú tampoco puede pelear contra mí. Es una idea estúpida.

(Y tampoco veo como un duelo de golpes de puño podría “arreglar” una situación)

–¡Y todavía me insultas! ¿Así que no sientes ningún remordimiento, ninguna culpa por lo que hiciste? ¡Eres un desgraciado! ¡Defiéndete! ¡Defiéndete y pelea, maldito rufián!
–¿A quién le estás diciendo rufián, pobre estúpido? ¿No ves que estoy ocupado con otros asuntos? ¡No molestes!
–¡Tienes miedo de enfrentarte a mí, mocoso! ¡Eres cobarde! ¡No tienes tanto valor sin tus drogas!
–¿¿¿Sin mis qué??? ¡No sé de qué está hablando, señor! Solo insiste con lo mismo, qué molesto. Y qué primitivo.
–Bueno, basta, a pelear he dicho, ¡¡¡a pelear!!!

(¿Por qué este hombre insiste tanto en pelear? Enfrentarse a golpes de puño debe ser una costumbre normal de esta aldea)

–¿”A pelear” dice? ¿Y cuál es su estilo de pelea, hombrecillo? ¡Cuidado con el hombrecillo demoledor! ¿Cuál es su estilo al pelear, eh? ¿El golpe corto? ¿El golpe a distancia super corta? ¡Sí, eso debe ser, ja!
–¡Deja de insultarme por mi estatura! ¡No te burles de las personas! ¡Incluso eres más bajo que yo! ¡¡¡Cobarde!!! ¡¡¡Acércate y sentirás el poder de estos puños!!!
–¡Pues, me voy a tener que acercar muchísimo!
–¡Ah, habla todo lo que quieras! ¡Pero tendrás que pelear!
–¡Cálmese, hombrecillo!
–¡¡¡Que no me digas así!!!

(¡Un minuto! ¡Este hombre sabe algo, sabe lo que sucedió! Si consigo dialogar con él, podré obtener valiosa información. Ay, pero ¿cómo hago? Él solo quiere luchar… Se ve que está enojado por algo… Veo que me culpa por algo malo sucedido. Si lo confronto no lograré que me diga nada, solo se enojará más. Además, no estaría bien que un ángel intercambiara piñas con alguien más sin razón. Recibiría una multa carísima. No. No. No. Ah, ¡ya sé! No lo confrontaré. Mejor intentaré seguirle el juego)

–¡¡¡Está bien, señor, señor, le diré la verdad!!! ¡¡¡Tiene usted toda la razón!!! ¡¡¡Discúlpeme usted, señor, le pido mil disculpas por todo lo sucedido!!! ¡¡¡Le pido que me perdone, por favor!!!– exclamó Max y se arrodilló juntando las manitos en clara señal de humildad.

El hombrecillo preparaba ya su primer golpe y estaba listo para arrojarlo contra la cara de Max, pero empezó a vacilar. Llegó a estar casi pegado a él porque, como ya se dijo, era la única forma en que podía atacar a su rival debido al escaso alcance posible de sus puñetazos. A pesar de su edad, no era mucho más alto que Max. Sin embargo Max, el ángel, era tan pequeño que el hombrecillo en cuestión a su lado parecía corpulento.

–Eh… bueno… yo… este… Esto no me lo esperaba, la verdad… esto… es una situación muy incómoda. No creí que fueras a disculparte, niño.

(¿Por qué las personas me dicen “niño”?)

–¡Está bien, señor! Es muy comprensible lo que usted ha sentido. Todo lo que ha tenido que soportar por… por… ¿por mi culpa? (¿Qué estoy diciendo?) ¡Cuánta frustración, cuánto dolor, señor! Todo lo que ha sufrido, señor. Discúlpeme, ¡discúlpeme, por favor! ¡¡¡Todo ha sido mi culpa, señor, todo ha sido culpa mía!!! ¡¡¡Estoy arrepentido, señor, estoy muy arrepentido!!! ¿¡Qué hice, Dios mío!? ¡Perdóneme, se lo ruego, señor! ¿¡¡¡QUÉ FUE LO QUE HICE!!!? ¡¡¡TODO HA SIDO POR MI CULPA!!! ¡¡¡TODO ES POR MI CULPAAA!!!
–Oh, vaya, niño, por favor cálmate. Está bien, veo que estás arrepentido por lo que sucedió… De todas formas… No fue tan grave… Te entiendo, yo también fui joven alguna vez…

(“Y el Óscar es paraaa… ¡¡¡Max, el ángel!!! ¡¡¡Eh!!! ¡¡¡Estoy muy agradecido, muy agradecido!!! ¡¡¡Desde chiquito mi mamá me decía que estudiara actuación porque..!!!”. Bueno, en fin, creo que exageré, pero tal vez funcione para que este hombre empiece a dialogar conmigo)

–Señor, por favor, cuénteme, cuénteme cómo se sintió usted con… con… bueno… con lo que pasó ese día, ¿no? (Con lo que sea que haya pasado, pues no tengo ni idea y es lo que quiero averiguar)

Ambos se sentaron en un banco de la plaza y el hombrecillo comenzó su relato.

–Bueno, verás, muchacho, en esta ciudad se han pasado tiempos difíciles. Aún hoy, aún ahora, estamos tratando de superar las tragedias que ha sufrido esta sociedad. Por eso, al gobierno de la ciudad se le ocurrió impulsar fuertemente todo tipo de cosas alegres, como ser la celebración del “Día del amor y la amistad”. Ellos pidieron que toda la gente se involucrara lo más posible. Querían que todos participáramos de acciones conjuntas, de algo que nos uniera otra vez, de algo que nos devolviera un poco de la alegría compartida. Por eso todos trabajamos mucho para festejar el “Día del amor y la amistad”. Decoramos las calles y las plazas, nos vestimos con ropa ridícula, con disfraces incómodos y bastante feos. También hicimos carteles y preparamos golosinas, globos y mensajes positivos para compartir con todos, con la gente. Intentamos hacerlo para sentirnos mejor.

–¡Eso es muy bonito!
–Sí, ¡yo estaba disfrazado de corazón!

(Ah, ¿era usted?)

–¡Qué bien!
–Sí, era bastante bueno. Era ridículo pero era bonito también. Hasta que tú lo apareciste y, bueno lo destruiste. Lo destruiste todo.

(¿¡Yo!?)

–Seguramente venías alcoholizado o bajo los efectos de muchas drogas. ¿Eres adicto? Porque llegaste hecho una bola de fuego, completamente enajenado, atropellando todo a tu paso, solo corrías histérico chocabas con todo. Te caías y te levantabas solo para seguir gritando y destruyéndolo todo. Corrías y corrías como poseído. Arremetías contra las personas y contra los stands con esa cabeza enorme que tienes, como un pequeño toro embravecido. Y entre esas cosas que destruiste se hallaba nuestro stand del “amor y la amistad”. Éramos un grupo de vecinos que nos habíamos puesto de acuerdo para contribuir de esa manera. Nos habíamos agrupado para armar algunas cosas que sumaran a la fiesta de la ciudad. Pero llegaste tan alterado, rompiste todo, hiciste un escándalo. Arruinaste nuestro stand del amor. Por eso te perseguimos y te quisimos matar.

Se miraron.

–Bueno, ”matar” metafóricamente, claro está…

(Ya veo, entonces algo salió mal en mi llegada a este mundo y estuve en una especie de pánico temporal. Destruí sin saberlo el stand de esta gente y arruiné su fiesta. Aun así fueron muy agresivos, sobre todo si era el “día del amor”, pero ya no importa. Lo que importa es que no llegué aquí de una manera normal. Algo extraño me sucedió)

–Lo entiendo. Y verá, tengo recuerdos confusos de ese día, pero le pido disculpas nuevamente. Espero poder hacer algo para enmendar lo que sucedió. Dígales a sus amigos que ahora estoy recapacitando y deseo ayudar en lo que pueda.

–Bueno, la gente de aquí es rencorosa, pero lo intentaré…

El hombrecillo miró a Max con detenimiento.

–Escucha, muchacho, no será fácil, pero tal vez puedas recuperar algunas de tus cosas.

–¿Recuperar mis… cosas? ¿A qué se refiere?

–Claro, las cosas que llevabas contigo ese día. Como las perdiste mientras hacías tu berrinche y luego escapaste y te fuiste sin más, algunas personas las tomaron.

–Ah… sí… claro, ¡por supuesto! Mis cosas, mis cosas. Mis cosas, son mis cosas, ¿no? Y, bueno… digamos… ¿qué clase de cosas son las que podría recuperar?

–Bueno, lo más importante para vos, seguramente es tu computadora. La tiene un viejo llamado Juan Gerard. Vende antigüedades y artefactos. Tiene una tienda a poca distancia de aquí. Caminando llegarás en 10 minutos. Puede que él tenga tu computadora a la venta, así me dijeron. Yo no lo sé, pero me lo han contado. Sí vas a verlo, tal vez puedas recuperarla. Te digo esto por si te sirve, nada más.

(¿Computadora? ¿Tengo una computadora? ¿Entonces los ángeles también utilizamos tecnología informática? ¡Yo no recuerdo eso! Pero está claro que debería ir a investigar)

–También se llevaron tu bolso. Ese bolso lo tiene Marité. Ella vive en esa casa color verde de allá –señaló con la mano– pero sobre las demás cosas no sé. Solo espero que puedas encaminar tu vida, niño, aún eres joven, ánimo, las cosas pueden ir bien, pero deberás esforzarte más.

Esto último lo dijo mientras se levantó de la banca y golpeó con su palma el hombro derecho de Max dos veces.

–Buena suerte, muchacho. Y recuerda: si quieres ayudar, en esta plaza hay una feria artesanal todos los sábados. Puedes venir… pero tendrás que ser amable… ¡intenta no destruirla! ¡Hasta luego!

–¡Muchas gracias, señor!

(Así que yo vine a este mundo poseyendo cosas. Esto significa que como ángel cuento con un equipo de herramientas para realizar mi misión. Para eso debe servir la computadora. Si poseo una computadora, entonces esa es la vía de comunicación con los demás. Con ella podré recuperar toda mi información, saber quién soy, cuál es mi misión y todo lo demás. Si recupero mi computadora recobraré mi vida. Y puede que en mi bolso haya cosas importantes también. ¡Debo recuperarlos! Sin embargo, están en poder de algunas personas de aquí. Tengo que pensar cómo actuar)

Así Max, el ángel, comprendió lo que estaba pasando y se dispuso a recuperar sus herramientas perdidas.
Así, lo primero que decidió fue visitar el punto de interés más cercano: la casa de Marité.

¡Sigamos adelante con Max, el ángel, en el siguiente capítulo!

EL PRÓXIMO CAPÍTULO DE MAX EL ÁNGEL SERÁ: LA CASA DE ANTIGÜEDADES

¡HOLA! SOY SEBASTIÁN ARAUJO

¿Te gustaría comunicarte? sebasautor@gmail.com

¿Te gustaría seguir mi Instagram? @sebas.autor

¿Te gustaría ayudar?

¡Esta es solo una historia de muchas que llegarán!
¡Estoy trabajando en mi Universo Narrativo!

Si querés apoyarme podés colaborar en estos links:
https://cafecito.app/sebasaraujo (Solo desde Argentina)
https://link.mercadopago.com.ar/sebasescritor (Solo desde Argentina)
https://www.paypal.com/paypalme/sebasautor (Desde todos los países)

Colaborando me ayudarás a publicar mis próximos trabajos
¡y ayudarás a Max el ángel a continuar su aventura!

¡Gracias!

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS