Mamá me susurran cosas,
la niña detrás de la ventana dice que estoy en su precipicio,
el hombre tras la cortina se ríe de mi despecho,
cada noche y a la misma hora, la niña se esconde bajo mi cama,
en las noches acaricia mi pelo y en las mañanas me reclama,
mamá siento mucho miedo,
el caballero dice que tengo que ir con él,
mamá yo no quiero,
el infierno no es muy cálido al parecer.
La niña besa mi mano, como si fuera su muñeca de trapo,
mamá, cada día que paso, las voces me lloran en el cuarto,
dicen que tengo miedo, que siempre les pertenecí,
y el hormigueo entre mis venas, me hacen sentir así,
mamá, la navaja esta afilada y mi brazo se empieza a rendir,
entre el cuello unas clavadas, necesito huir de aquí.
Mamá no entiendo este frio, mamá la vida es muy cruel,
y el hombre me extiende su mano, llegó la hora de partir con él,
la niña me mira a los ojos, diciéndome que es lo correcto,
pero mamá yo no quiero, el infierno no es bueno,
y corre la sangre por mis muñecas, como si fueran a invocar al diablo,
el hombre me dice que no me preocupe que él está presente y no necesito invocarlo.
Mamá la niña me sonríe mientras acaricia mi cuello,
la soga cada vez aprieta más fuerte, creo que he perdido este juego.
Las voces me susurran por las noches pero cada vez menos,
ellas saben que llegó la hora y tú sabes que te echaré de menos
Y por las noches me volví susurro,
mamá no te asustes, soy la sombra en lumbral oscuro,
ahora susurro con ellos, el hombre está feliz,
me dice que nunca logré salir de aquí,
mamá he perdido la cordura, soy la voz que te susurra,
tu sabes que nunca pertenecí a este sitio
tu sabes que de noche ellos me ayudan.
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