Ya cumplí 16 años y el tiempo no perdona lo que otorga; he pasado de tener pequeñas preocupaciones, como ¿Qué juego jugar? ¿Qué caricaturas ver? A tener grandes dilemas, que se agudizan cuando el amor se convierte en uno de los motivos de intriga para mí. Me parece irónico pasar de solo jugar al fútbol a buscar a x, que al encontrarla se vuelve a perder entre ejercicios; también, me parece irónico que mis pasatiempos favoritos se hayan transformado de ver caricaturas a ver vídeos de un profesor con cara de desesperanza explicando una de las infinitas maneras para terminar la tarea que debo entregar mañana para no reprobar. Pero esto ya no significa nada para mí, solo hace más monótona la vida, y por muy fortuito que parezca, ya me he acostumbrado a vivirla.
Espera, no me malinterpretes, que haya aprendido a vivir con esa monotonía, no significa que el tema principal de debate en mis neuronas haya desaparecido, pueden debatir por horas, como si de un juicio se tratase. Mi mente, que a veces pasa tiempo de manera demente, pero lleva mis días con orden, siempre se fija en algo nuevo cada día, ya que soy de los típicos hombres que se distraen con facilidad. Aunque cuando me enfoco, solo puedo ir con una cosa a la vez, porque ir muy rápido provocaría un gran cansancio y desgaste para mi piel. Estos cuidados, que de nada me sirven, ya que no soy muy guapo y de guapo me paso, aunque solo de habla, pues en el momento me pasmo, por decir que la cobardía es mi principal medio de escape, evita que salte de un edificio y que mi vida termine, además, cabe decir que el piso no sería una buena cobija.
Ah, nuevamente vuelvo al gran dilema, estoy cansado de hacer las mismas cosas, de hablar con las mismas personas, de jugar los mismos juegos, sin embargo, sé que esto no es algo de lo que se pueda hablar y por eso escribo, sé que es algo de lo que no se puede hablar y por eso no lo digo; aún así, no entiendo cómo las personas existen sin darse cuenta de que viven y no están vivos, y los pocos que sí nos damos cuenta, bang, el interruptor que controlaba nuestros días se apaga y hace que nuestra vida se detenga y acelere nuestra mente, que otra vez se mete en mi día a día. Mi mente, que nuevamente se convierte en un auto a alta velocidad, comienza a pensar más rápido, aunque pensar es de lo único que no me puedo quejar, pero por eso, en ese momento, mi mundo se llena de preguntas que en paz no me dejan descansar.
Estos problemas que suelen rondar mi mente, me distraen más de la realidad, y caigo en un abismo insondable que ni la luz misma puede alcanzar. Y como soy un adolescente, ya se me pasará, pues son las hormonas, o eso dicen los demás. Pero ya estoy cansado de vivir pensando y no poder sentir, de no poder lanzarme y descubrir qué pasará después; de equivocarme y aprender de mis errores, lo cual no tiene nada de malo. El único problema es que solo soy un adolescente, un adolescente que solo puede contar su vida en versos porque no quiere resaltar, un adolescente que solo puede contar su vida en versos, porque no sabe otro lugar donde su voz pueda llegar.
Pero así es la vida en su totalidad, o así nos la venden, una vida que trata de ir y caer sin más y entre eso, lo que siempre ha de importar es que encuentres la manera de levantarte, o eso creo. ¿Pero qué pasará con los que ese «levantarse» es inverosímil? Puesto que, ¿no es doloroso volver a levantarse después de caerse y rasparse la rodilla? ¿No es doloroso levantarse cuando fallas en algo que anhelas? Yo diría que no está del todo equivocado, no obstante, ese dolor hace que todo ser humano se sienta vivo, las marcas que deja la vida son las que forjan el espíritu de toda persona y lo convierten de un adolescente, a un hombre de verdad.
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