A José Antonio Casanovas Nion
Alejaos del mal, que todo mal ha castigo,
y si un grande bien ficieres, no lo pregones te pido,
que las estrellas del cielo, ya conocen tu camino,
y toda gloria del mundo, ha de ser para el Ungido.
Procede como la agua, que se brinda humildemente,
y que nada pide a cambio, para cantar en las fuentes,
saciando la sed de todos, de cobardes y valientes,
y que luego a la mar va, a morir serenamente.
Escucha al viento de enero, cómo comparte del trigo,
la simiente fecundante, cuando más le duele el frío,
que polvo del polvo somos, arrostrando el señorío,
de un viento fatal que pasa, aromándonos de olvido.
Y si por mor de Fortuna, resultares bendecido,
procura servir al Bien, perdonando a tu enemigo,
que todo mal de los hombres, de la ignorancia es nacido,
mas la paciencia es virtud, es saber y es poderío.
Pues quien manda los pesares, manda también la alegría,
que nada dura por siempre, y el oro de tu valía,
se habrá pulido mil veces, entre crueles agonías:
que la voz de Dios nos habla, a través de las heridas.
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