No seguí el camino correcto, aunque lo intuía, no lo seguí,
Preferí el amargo de los tragos, los vicios mundanos,
Ese escondite de los dormitorios ajenos,
la galantería de los portones de zaguanes,
la maldita escasez de abrazos,
estos puñetazos a las murallas, este rencor a mi mismo,
este odiar los espejos,
este olor a humedad,
esta soledad que me ama.
Tanta agua que no te moja, te arrastra,
hundido en las braguetas de la mujer,
marcho sin odios
A los caminos polvorientos de cementerios apartados,
y sin miedo espero, aunque estoy enamorado de los amaneceres,
del alba de la aurora, de los potreros humeantes,
de mi alma verde.
Yo no seguí el camino correcto, porque no lo hay,
Solo tenues directrices, mentiras bien hechas,
mi torpeza me rebela verdades, sin dirección ni sentido,
Justo ahí.
Entre la bruma de las dudas se levantan las columnas de conjeturas,
que yerguen los castillos que son inalcanzables y de nuevo se repite y así se van los años, buenos y malos,
comprendes por fin, que es vivir.
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