Ahí estaba yo entretenido en mis cuadros, el sol irrumpía con fuerza, mis pinturas se derretían pero era feliz. Mi vida transcurría con calma sobre todo cuando pintaba, decían que tenía un don realmente lo que tenía era ganas de pintar la vida, todo era normal tranquilo…pero toda la calma se rompe. Estaba preparándome para un gran premio y no solo por el dinero que daban, si no para tener la posibilidad de mostrar al mundo mi visión de la vida desde mi perspectiva. El día había llegado, estaba ansioso salí de casa todo apresurado un beso a mis padres y volando desaparecí. Cruce aquella amplia calle, no podía retrasarme un coche se interpuso en mi camino, desconfié pero aún así me acerque. Todo se tornó oscuro, cuando la claridad volvió a aparecer una señora y un dibujo en una pared era todo lo que alcanzaba a ver, desconocía mi paradero, desconocía el tiempo que había pasado… La señora no hablaba, el silencio cortaba, quise llorar, grité pero no nadie me escuchaba. Al rato apareció un hombre mayor con aspecto descuidado.

-Hola chico, ya vi que eras un gran pintor y me tome la molestia de traerte aquí para que trabajes para mí.

– Señor yo solo quiero ir a casa con mis padres.

– No muchacho, tienes mucho talento y ellos no lo saben apreciar lo único que quieren es tenerte encerrado, no te quieren. Lamento decírtelo pero ellos mismos te vendieron como esclavo.

-Eso no puede ser cierto, ellos me quieren. Harían cualquier cosa por mí.

– Tus padres llevaban mucho tiempo con apuros económicos, un día me encontré con ellos y me ofrecieron la posibilidad de que a cambio de un buen fajo de billetes te llevará conmigo…

Esas palabras hicieron que me desmoronara, era verdad mis padres no eran de una familia rica precisamente y aunque no me faltaba un trozo de pan si sabía que algún apuro económico pasaban. Mi cabeza no daba para más y poco a poco me deje engatusar, el tiempo pasaba mi trabajo me gustaba pintaba miles de cuadros de grandes pintores y nunca me faltaba una palabra de aliento, esa nueva familia me quería, con el tiempo había casi olvidado a mi familia a pesar de venderme. Mi aspecto había cambiado radicalmente, viajaba a lugares increíbles y nadie me reconocía eso me hacía pensar que todo el mundo se había olvidado de mí y reafirmaba lo que me había dicho mi nuevo padre…

Pasaron como cuatro años y mi nuevo padre con su acento francés me pidió otro trabajo, se trataba de pintar el famoso cuadro de Picasso “Portrait of Ambroise Vollard ” ahí comenzó mi pesadilla, un fallo garrafal en el trazado hizo que mi vida se rompiera en mil pedazos…

– Idiota, inútil…maldito el día que te compré, no sirves para nada, por eso tus padres no te querían…Fueron las últimas palabras que escuché con ese acento francés que le caracterizaba mientras el hacha que tenía en su mano caía sobre mi cabeza. Sentí un golpe seco, un dolor agudo me sacudía, toque mi cabeza y estaba llena de sangre, me desplome a mi alrededor se escuchaban maldiciones pero mi cuerpo ya no estaba…Algo en mí se volvía a despertar, un sinfín de recuerdos pasaba por mi mente y todos relacionados con mi verdadera familia, aquellos besos, aquellos abrazos que jamás sentiría me di cuenta de las mentiras de la familia que me había roto la vida, aunque era tarde y ya no podía hacer nada por cambiarlo me pesaba. Pero estaba en otro lugar y tenía que compensarlo, desde ese día seguía cada paso de mi verdadera familia, aunque ellos no me veían yo siempre les protegía y le daba todos esos abrazos y besos que no me dejaron darles en vida. A pesar de todo soy feliz aquí donde estoy , sé que toda la vida me buscaréis y algún día me encontraréis pero ahora estoy en paz, rodeado de grandes pintores, pintando paisajes de ensueño, muerto si pero vivo en vuestros pensamientos… os quiero…

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