1996.
Días y noches con composición fugaz, dejando en la profundidad el recuerdo de un presente en su trascender. Los sonidos me inervan, dejando a mis raíces vulnerables a flotar entre los espacios siderales. Cuantos días me voy llevando y cuantos ahora pertenecen al extenso y profundo olvido. Con indefinible importancia, si al menos hoy puedo profundizar y recordar el porqué de mi ahora. Volando por mis recuerdos que me hacen descomprimir mi cerebro con emociones que se presentan como un haz eléctrico. Como las tormentas eléctricas que me bordearon cerca a tu extenso mar.
Trascender en la expresión que un día alguien decidió plasmar en el mundo sideral que compongo ahora, mi sonrisa se vuelve tu paz o la sincronía entre el universo y el extenso tú. Donde hoy quiero perder mi “yo” encontrarme y juguetear en el universo de colores que hoy presentas para mí. Medicina y sanación de los abuelos, que la montaña me unió, me busco y me acogió, dando su sabiduría a este ser que trasciende con lo aprendido, razón del agradecer a la sincronía de mi Re mayor.
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