I

El suelo se sacudía como en un terremoto. La música estaba tan fuerte que la gente ni gritando se podía hacer escuchar.En fin, un boliche como cualquier otro en el Montevideo pre-pandemia.

—Opa Jime, ¡estás hecha un fuego hoy! —le dijo Gloria,nalgada mediante.

— ¡Pará, mija, que nos pueden ver! —gritó, no por enojo sino para hacerse escuchar.

— ¿Y cuál es el problema? ¡Mirá a tu alrededor, no hay persona que pase por acá y no nos mire!

—Y… sí, mira como viniste vestida, te compraste un escote XXL y una pollera XXS.

—Vos de envidiosa… ya quisieras estar así —le dijo con desdén.

—Chicas, dejen de pelearse, ¡miren allá! —señaló disimuladamente con la mirada Martina.

De pronto, apareció Agustín, el pibe con el que Marti venía hablando hacía dos meses, junto con sus amigos, los cuálesprovocaban cosas interesantes en el grupo de amigas.

— ¡Es tu chongo, Marti! Vamos para la barra de allá a hacernos las que estamos pidiendo algo —propuso Jimena.

— ¿Decís? No, boluda, no me va a reconocer.

— ¡Entonces, andá a encarártelo! —sugirió Gloria.

Martina y Jimena se miraron y estallaron de la risa.

—Dale, boluda, y también le invitó un trago, ¿no?

De pronto, a Gloria se le prendió la lamparita.

—Bueno, ya que ustedes son unas puritanas, voy a ir yo a buscarlos.

Solo le faltaban bigotes para poner más cara de zorra.

— ¿En serio? ¡Te juro que si los traes, sos lo más!

—Yo sé que lo soy —y, guiñada mediante, la hiena fue a cazar a sus presas.

— ¡Qué bueno que conocimos a Gloria! Si nos cerrábamos solamente en nuestro grupo, ¡seguro ninguna me hacía la gamba!

Jimena calló y se limitó a observar.

— ¿Qué es eso? ¿Una danza de apareamiento? ¡Pensé que eso lo hacían solo los pavos reales!


Esta se ríe pero ojalá nosotras pudiésemos dejar de ser un poquito menos princesitas.

Lo que Martina no sabía era que ese ritual hizo que Gloria pasase a ser el centro de atención del grupo en aproximadamente tres minutos.

—La verdad que hay que traerla más seguido a esta, ¡nos va a hacer la vida mucho más fácil!

Si tres minutos fue lo que demoró en entrar de lleno en la manada, solamente dos bastaron para apartar al líder de los suyos. Mientras Martina miraba maravillada lo que ella nunca iba a animarse a hacer en su vida, a Jimena le faltó techo para subir más la ceja derecha.

—Martina, ¿no te parece que tendríamos que ir para allá?—preguntó Jimena, lo más serena que su mal augurio le permitía.

—Naaa, dejala trabajar a ella, que se gane el derecho a salir con las chicas, sino después se cree que es indispensable.

Ay, Martina no entendiste nada, por favor.

Antes de que Jimena pudiese explicarle con peritas y con manzanitas qué estaba pasando a solamente 3 metros de donde estaban, no hubo necesidad alguna de hacerlo.

De pronto, Gloria y Agustín se estaban chuponeando como enfermos contra una pared. Martina miraba atónita la escena; no caía en lo que estaba pasando.

—…Marti, ¿estás bien?

La hace poco radiante e ingenua barbie, ahora estaba petrificada mirando el beso como si de una película de terror se tratase. En ese momento, no existía nada que la pudiese abstraer de semejante trauma.

—…Mar…

—Ji, Ji, Jimena… ¿estás viendo lo mismo que yo?

—Como para no verlo, Marti…

Si bien Martina parecía una estatua, eso no impidió que se le cayera una lágrima q Su ue le recorrió toda su cara.

—Marti, ya está, vámonos. su amiga la agarró por el brazo e intentó llevársela, pero no se dio cuenta que, lo que intentaba arrastrar, era una columna de carne y hueso.

—No, seguro es parte de su estrategia…

—Sí, Marti, estás re en pedo, nos vamos.

La levantada del domingo fue desgarradora. Eran las 15:00, Jimena se levantó con una guitarra eléctrica en la cabeza. Mientras tanto, Martina, con toda la base corrida, roncaba a todo vapor.

—Marti, Marti, despertáte, ya es re tarde.

Primero, dejó de roncar. Luego, empezó a murmurar en un idioma que, para Jimena, era Arameo avanzado y, por último, después de tanto insistirle, abrió un ojo solo.

Como si se hubiese acordado de apagar el gas o de haberdejado abierta la puerta de su casa, se levantó de golpe. Al fin, pudo abrir su otro ojo.

—Jimena, ¿estoy loca… o anoche Gloria se agarró a Agustín?

Jimena se golpeó la cara con la mano abierta.

II

Era viernes de noche. Las opciones se abrieron como las plumas de un pavo real. Por un lado, tenía dos invitaciones a previas junto con Marti y las chicas. Por otro lado, un chico de Tinder le había dicho para ir a tomar algo. Por último, Gloria la invitó a su casa a ver una película.

A las 21:00, su celular empieza a vibrar:

— ¿Gloria?

—Amiiiiga, hoy es noche de chicas, ¿no?

¿Noche de chicas? Si solo seríamos nosotras dos.

—Glo, al final me parece que voy a ir a la previa con mis amigas —grave error.

—Ah, ¿o sea que yo no soy tu amiga?

—Sabés que no quise…

—Claro, no quisiste, pero ¿sabés qué? Te traicionó el inconsciente, nena.

—Gloria, no estás entendiendo…—por más explicación con calma que quisiera darle, parecía que no había forma de bajarle un cambio.

— ¿Qué es lo que no estoy entendiendo? ¿Qué preferís a Martina y a esas chetitas que a mí?

Gloria estaba tan alterada que Martina casi sentía su mano temblorosa agarrando el celular.

—No, ya te dije que las dos son mis amigas…

De pronto, se siente cómo la respiración de Gloria empieza a ser cada vez más fuerte, al punto de distorsionar el sonido del celular.

— ¿Me vas a dejar tirada una noche como hoy? Mira como estoy —con esas lágrimas de cocodrilo, Gloria podría perfectamente audicionar para una película de Hollywood,ya que, al menos, a Jimena la había embaucado. Se sentía terrible.

—No, quedate tranquila que, en media hora, estoy allá.

III

—Gloria, ¿a que no sabés qué?

— ¿Otra vez vas a chusmear sobre tus amigas esas? ¡Basta!

—Nooo, Gloria, ¿viste el trabajo que te conté que me hicieron hacer como 5 entrevistas? ―

Gloria suspiró.

— Sí, ¿Qué pasó?

— ¡Quedé!

Gloria se paró de la mesa en la que estaban estudiando, tomó a su exitosa amiga por las manos y comenzó a bailar con ella.

— ¡Te re felicito, linda! ¡Era lo que vos querías!

— ¡Sí! ¡No sabé… pensaba que no iba a quedar! —dijo con lágrimas en los ojos.

Gloria la abrazó pegándose al cuerpo de su amiga.

— ¿Cómo no ibas a quedar? Ni que estuviesemos hablando “DEL TRABAJO”.

Jimena sintió cómo sus entrañas se peleaban por salir y ahorcar a su “amiga”.

—A parte, me dijeron que esa empresa es pura pinta y que,en realidad, no te va a servir para nada.

Las lágrimas de alegría, poco a poco, empezaron a teñirse denegro, pero no llegaron a caer, simplemente, se quedaron fijas en los ojos.

— ¿Cómo que no me va a servir para nada?

—Claro, cuando quieras entrar a un estudio contable de verdad y vean que fuiste empleada de esta empresa…, no sé, capaz no te agarran… pero yo qué sé, no me hagas caso, capaz estoy diciendo cualquier cosa. ¡Felicidades amiga!

IV

Jimena estaba totalmente frenética, tecleando y tecleando en su celular como si estuviese escribiendo la tesis de la carrera.

Marti la miraba con preocupación.

—Linda, ¿te pasa algo?

—No me digas linda —dijo, y continuó tecleando.

—Jime, toda la vida te dije linda, y hasta te gustaba que te lo dijera…

Jimena la ignoró.

—Ji… hoy es la fiesta de fin de año de la clase, por favor, no te quiero ver así…

— ¿Así cómo? —respondió casi gritando.

—Triste, con rabia, ¡vos no estás bien!

— ¡Estoy perfecta, mija! ¡Dejame tranquila!

Las siguientes dos horas que faltaban para que empiece a llegar la gente, ambas amigas estuvieron en absoluto silencio, cada una con su celular.

La gente llegó bastante puntual, menos, obviamente, Gloria, la invitada de honor a la casa de Martina. En el momento en que llegó Martina, Jimena fue directo a sentarse a su lado, ¡INCLUSO LE SIRVIÓ UN FERNET!

El living de Martina era grande o, al menos, lo suficiente como para meter a 20 personas sentadas alrededor de una mesa llena de alcohol. Todos estaban muy mamados.

—Sí, porque el otro día con Ji, fuimos al shopping a comprarnos algo para renovar el vestuario y, ufff, ¡miren lo que se compró! —aulló Gloria, con un pedo tísico, señalando la nueva camisa azul de Jimena.

No se sabe si por el alcohol o porque lo dijo de una forma graciosa, pero todos se rieron, salvo Martina que miraba a la arpía con rabia. Jimena también se reía, aunque su verdadera amiga sabía bien que, por dentro, no le causaba la más mínima gracia

Te conozco de chiquita, Jime y, si hay algo con lo que te pueden joder, es con la ropa.

Era increíble, parecía que la única que tenía algo para decir era Gloria. Cada dos anécdotas, le tiraba un palito a Jimena, palito que se tenía que comer con papas.

—Ah, ¡y no saben la última! AHHHH, ¡POR FAVOR ESCUCHEN ESTA!

Todos la miraron con atención.

— ¿Vieron esa empresa cheta que va todo el mundo vestido como para ir a bailar? ¡Perfumito, tacos, base, todo!

—Podría nombrarte, por lo menos, 10 empresas así, Gloria—se burló uno, y todos rieron.

—Ya sabés, el estudio contable ese que queda por Canelones y Ejido… o por ahí, no me acuerdo… en fin, ¿la típica empresa que solo sirve para hacer pinta? Bueno, ¿adivinen a quién contrataron?

Todos adivinaron y no porque lo supieran realmente, sino porque Gloria no paraba de hablar mal de Jimena.

— ¡Ay!, perdoname amiga pero, para que te contraten ahí, ¡te tuvieron que haber visto tremenda pinta de hueca!

—Perdoná que te interrumpa, Glo, pero… ¿no es mejor que una empresa cheta te contrate, a que no te contrate ninguna?

Martina por fin se puso el equipo al hombro.

—UHHHHHHHHHHHHHHH —la orquesta de 1ro A se coordinó para tocar esa provocadora melodía.

—Qué querés que te diga, yo prefiero seguir pidiéndole plataprestada a mis padres a trabajar en esa casa de muñecas —quizá era el alcohol lo que no la dejaba disimular su envidia pero se notó que la chica hablaba con falsa suficiencia.

—Sí, ¿como también nos pediste “prestada” a Jime?

—UHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH —la temperatura iba en aumento.

—¿Estás celosa? Jime me prefirió a mí, como aquel pibe del baile, ¿te acordás? —cuando hablaba, no solo le salía saliva sino que también veneno.

—Y… sí, tenés razón. Yo, si fuese pibe, también preferiría a una tipa que me muestre las tetas a los dos segundos de conocerlo. Decime, ¿te volvió a hablar? o ¿te usó y te tirócomo una servilleta de papel?

—UHHHHHHHHHHHHHHHHHH

Gloria, claramente. no estaba en su gloria, todo lo contrario. La temperatura era tan alta que su cara estaba totalmente roja. Ahora, la que estaba con cara de suficiencia era Martina, ya que cada una de sus balas estaba dando en el blanco.

Gloria se paró de golpe, quizá para pelear, quizá para vomitar… quién sabe… lo único, objetivamente verificable es que se tropezó con su silla y se cayó encima de la mesa.

Jimena esbozó una pequeña sonrisa.

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