Fly, era una mariposa monarca que vivía feliz en un pequeño pueblo del campo rodeada de su familia, sus amigos y todos los animales que la apreciaban. Era talentosa para el teatro, inteligente, carismática, extrovertida y muy sociable. Tenía un espíritu de liderazgo, un corazón humilde y una fe inquebrantable que la hacían admirable le decía siempre su madre.
Pero a la vida de Fly le faltaba algo; ¡un destino!, soñaba con convertirse en una actriz de verdad y protagonizar muchas novelas de comedia, ya que ese era su género favorito; y para lograrlo sabía que debía marcharse a la ciudad, lejos de su tierra y de su familia. Poder volar y actuar, volar y actuar, volar y actuar libremente, hasta llegar tan lejos como su imaginación se lo permitiese, ese era su delirio, ¡y qué delirio!, tanto así que, todas las noches a solas en su cuarto frente al espejo, imitaba personajes de sus series favoritas.
Pero había un gran obstáculo en ella; odiaba volar los días grises, pues le parecían tenebrosos y le quitaban toda motivación para emprender su vuelo rumbo a sus sueños. Tenía claro que el trayecto era muy largo y una vez echara a andar el viaje no podía detenerse.
Un buen día soleado, vio en la televisión a un águila que se había convertido en un actor muy famoso y al que ella admiraba mucho; este, invitaba a los demás animales a realizar sus sueños, -¡así como yo pude, ustedes podrán!- les decía a todos los televidentes mirando a la cámara con una enorme sonrisa y seguridad. En ese momento, Fly llena de valor y coraje se dijo así misma: -Así como él me inspira a lograr mis sueños, quiero ser yo la que inspire a otras mariposas a lograr los suyos- Y tomó una decisión ese día; se convertiría en una gran actriz.
Más tarde, con mucha determinación reunió a su familia y les dijo que se iría a la ciudad. –No! Le gritó su madre, es muy lejos a dónde quieres ir y además es peligroso, estarás sola-, – No importa replicó Fly, ya lo decidí, hoy mismo me marcharé-. Hubo un profundo silencio y después de un rato, con una voz apagada se escuchó a la madre decir: -Bien, esta vez no voy a detenerte-. Con gran tristeza, pero con resignación, la madre de Fly entendió que ella debía recorrer su propio camino, así que le dio alas de libertad.
Después de despedirse de todos, con mucha congoja, incertidumbre y llena de miedos, pero segura de lo que quería para su vida; Fly emprendió su vuelo pese a todo. Tenía un largo camino por recorrer y un montón de dificultades que atravesar durante el viaje, pero en ese momento ella no lo imaginaba.
Eran días radiantes, la brisa era suave, el aire puro y desde la altura en que volaba tenía una hermosa vista; así que Fly, poco a poco fue dejando la tristeza a un lado y se dispuso a disfrutar el recorrido. Por el camino vio enormes puentes, largos ríos y extensas carreteras; se asombraba de todo lo que descubría a su paso, pero a la vez, le emocionaba mucho ver tantas cosas nuevas y eso la ponía ansiosa sobre lo que se encontraría más adelante.
A medida que avanzó el viaje, el clima y el ambiente fueron cambiando. Por lo que Fly comenzó a asustarse, se mostraba insegura y empezó a cuestionarse; – ¿Realmente tengo talento? ¿encontraré la oportunidad de demostrarlo? ¿podré salir adelante yo sola? ¿seré capaz de adaptarme? – Y un enorme conflicto le surgió dentro. Respiró profundo y susurró, -Me siento agotada, tomaré un descanso- mientras minimizaba la velocidad de su vuelo y divisaba a lo lejos un lugar aparentemente tranquilo. Para ese momento, Fly ya llevaba varias semanas volando, así que era normal el agotamiento.
Poco después, Fly llegó a un enorme y hermoso jardín que tenía una gran variedad de flores y montones de mariposas de todos los colores volando a su alrededor. –Aquí es el lugar apropiado para mi descanso y también podré hacer muchos amigos- pensó, mientras se le dibujaba una sonrisa en el rostro. Descendió hasta el jardín y cuando las demás mariposas la vieron, sin ni siquiera alcanzar a pronunciarles el saludo, le dijeron todas a coro: -No aceptamos extraños en nuestro jardín, ¡márchate de acá! -.
Sorprendida de tan fea actitud el corazón se le arrugó, pero su inocencia era más grande; así que, amablemente les replicó –Hola, soy Fly, solo estoy de paso, vengo volando de muy lejos y aún me queda mucho cielo por recorrer, por lo que solo pretendo un poco de descanso, eso será todo amigos no planeo quedarme-. -No nos importa quién eres ni hacia dónde vas; este jardín es nuestro y sus hermosas flores nos hacen brillar, no permitiremos que una aparecida nos las venga a dañar- le dijo una de ellas, quién parecía ser la líder.
– ¡Oh no! de ninguna manera pretendo tal cosa, ya les dije que solo quiero descansar- Pero todas se miraban entre ellas y murmuraban, -no sabemos quién es, que tal se les chupe el néctar a nuestras flores y acabe con ellas-, otras decían, -es muy bonita, si la dejamos quedar podría volverse amiga de nuestras flores y la amen más, o aún peor, se robe nuestro jardín y nos destierre de acá-, -no podemos correr el riesgo, ¡se tiene que marchar! – dijo la líder con mucha autoridad. Se hizo un largo silencio y la inocente mente de Fly por fin entendió que ahí no era bienvenida. No pronunció palabra alguna y con los ojos aguados, abrió sus alas y continuó su viaje.
Siguió volando cansada, pero sin detenerse, mientras se preguntaba porque aquellas mariposas habían sido tan egoístas con ella. Sin notarlo, voló y voló kilómetros de distancia hasta que sus alas se estropearon y se vio forzada a detenerse. Adolorida pidió refugió a un grupo de diferentes familias de insectos en un pequeño jardín que apenas empezaba a florecer, esta vez no les dijo ni de dónde venía ni hacia donde iba, pues para ese momento solo buscaba sobrevivir. La dejaron quedar con la condición de que debía cuidar el jardín hasta que las semillas fueran flores y las flores volvieran a ser semillas…
Todos los días se levantaba temprano, regaba las flores, limpiaba el pasto y cuidaba de que los insectos y animales dañinos no se acercaran. Pasaban los días y con ellos las estaciones del año; pero Fly seguía sumergida en sus labores, como si de aquel sueño nada quedara. De vez en cuando con ojos tristes miraba sus alas, agachaba la cabeza y susurraba, -¡mis débiles alas!-, la fortaleza de ellas ya no estaba, al menos eso pensaba.
Uno de esos días, las flores que Fly cuidaba decidieron hacer una fiesta y contrataron a un grupo de teatro para que les diera un espectáculo de comedia; ¡el show estuvo fantástico! Y mientras todas reían a carcajadas, Fly solo observaba desde lejos, al mismo tiempo que las lágrimas salían de sus ojos como un río que desbordaba su cauce. Lloró todo lo que no había llorado en una vida, ¡y lamentó tanto a ver perdido su rumbo y su tiempo! Que no encontraba consuelo…
Esa misma noche, Fly se pidió perdón por haber sido tan cobarde, miro al cielo y agradeció a ver visto ese espectáculo; pues lo tomó como una señal de que debía seguir su sueño ya casi muerto, y con mucha determinación se dijo a sí misma en voz alta, –Desempolvaré mis sueños, fortaleceré mis alas y seguiré mi vuelo, este no es mi lugar, yo tengo un destino y no me conformaré con menos-. Fly se había redescubierto…
A la mañana siguiente, con una taza de café y un rostro alegre y renovado, agradeció a todos que la hubieran acogido, especialmente a las flores que por tanto tiempo había cuidado y ahora ya eran un tan hermoso y variado jardín. Pero fueron las flores las que terminaron agradeciéndole a ella, pues sin darse cuenta, con su peculiar polinización había contribuido a la expansión del tan vasto jardín; el mismo distintivo por el que en el anterior jardín había sido rechazada. Miró al cielo y sonrió, después de todo, su estadía allí no había sido en vano…
Con un liviano equipaje, pero una fe intacta; Fly retomó su vuelo, golpeada por la vida, pero más sabia; pues esta vez, ya sabía que nada debía pararla. Voló feliz y disfrutó mucho del recorrido mientras lograba llegar a su destino. Y así lo hizo, después de muchos días, un magnífico panorama la esperó; edificios gigantes, fábricas enormes, trenes a toda velocidad, muchedumbre de personas por doquier y un sin fin de cosas más… Fly, por fin, había llegado a la ciudad.
Alegre de haber conseguido su primera hazaña llamó a su familia y les contó todo lo que le había acontecido, ¡y se alegraron tanto de que ella estuviera bien!, – este apenas es el inicio de todo lo que tengo por conseguir- les dijo, y añadió, -no será fácil, ya lo he comprobado, pero no me rendiré, porque aquí estoy-.
Ya ha pasado un buen tiempo desde aquel entonces, y Fly todos los días con su sueño intacto; prepara un monólogo, se para al frente de diferentes canales de televisión ¡y actúa!, esperando que la oportunidad aparezca y le llegue su momento de brillar, porque de algo está segura, ¡llegará!
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