Rímel Oscuro

Esto es una locura, ¿Cómo me voy a ir yo sola hasta ahí?

Allison se miraba al espejo mientras terminaba de pasarse la última capa de rímel.

Una gran gota de sudor recorrió en línea recta desde su sien hacia su barbilla, arrastrando todo a su paso.

En qué me metí.

Hacía escasas semanas que la joven había terminado todo con Eros, su gran y fugaz amor. ¿Por qué todo terminó tan rápido? ¿Quién me mandó sacarle la mano? Si solo me hubiese dejado…No, Allison, ya está.

La rubia se miraba al espejo como si estuviese buscando algo dentro.

Eros era un chico de su facultad. Bah, no era solo un chico, era EL chico. Allison, por su parte, se sentía como una chica común y corriente, de esas que tenían que conformarse con lo que había. Para ella, solo pudo haber sido obra del destino que sus caminos se cruzaran.

“― ¿Estás bien? –preguntó el musculoso chico, tendiéndole su mano.

–Sí sí, muchas gracias –agradeció la chica, aceptando la ayuda para incorporándose.”

Una fría gota la hizo volver en sí. La chica se pasó suavemente una toallita seca para absorber el sudor. Tenía que estar perfecta. Esta vez, nada iba a arruinar su cita.

Cuando por fin pudo arreglarse la base, otra gota se deslizó como un pequeño y malicioso río, no solo arruinando su maquillaje en una línea recta desde su frente hacia su boca, sino que también, generando un pequeño caudal que dio vida a tres ríos más que nacieron en su boca y culminaron encima de la mesita.

“–Hola, linda ¿Cómo andas? decía el mensaje.

En su vida se hubiese imaginado que el macho de la carrera le fuese a dar bola a una chica como ella. ¿Qué fue lo que le vio?

–Hola, ¿bien y vos? –mediante un cordial texto, ella intentó reprimir toda su libido que, como un volcán, estaba por hacer erupción.

–Bien. ¿Qué haces el sábado?

El sábado era el cumpleaños de Jazmín, su mejor amiga; no podía faltar.

–Nada, ¿por?

–Tenía ganas de invitarte a tomar algo ¿estás?

No, ya quedé con mis amigas, aparte es el cumple de Jazz, no le puedo hacer esto.

–Dale, obvio, ¿a qué hora?

–Hablamos el sábado, ¡beso!”

Esta vez, no fue sudor lo que le arrebató su belleza, sino el recuerdo, y la catarata de tristeza que le siguió.

“–Allison, ¿Dónde estás? No puedo creer que no hayas venido”.

Ese era el mensaje que le mandó Jazmín. Seguro que ella hubiese hecho lo mismo en su lugar. ¿Dejar pasar así como así una oportunidad semejante? Por favor, estaría muy bueno verla a ella en una situación similar.

Suspiró y escribió:

–Estoy afuera –no recordaba en qué momento la invitación a tomar algo se había tornado en ir a la casa del pibe, pero bueno, cosas que pasan, ¿no?

A pesar de que era pleno invierno, el muchacho la recibió sin camiseta, mostrandole los frutos del gimnasio.”

Todavía podía sentir la enorme y helada mano sobre su nalga. Era como si esta fuese una garra de metal intentándole sacar un pedazo. Esa horrible sensación, fue la que la hizo volver en sí, e intentar seguir con lo que estaba haciendo.

Se volvió a mirar al espejo, pero esta vez, no vio solamente a una chica desarreglada, sino que a una zorra y a una muy mal amiga.

“Estaban sentados en un sillón marrón acolchado.

–Ya vengo –susurró Eros, seductor.

¿Por qué la recibió así? Este no es el mismo pibe que la levantó del piso el otro día en la facultad.

De pronto, se sintió de fondo un blues suave, pero no por ello, menos triste.

Al rato, volvió el chico con un vino tinto de excelente cosecha en la mano.

–Brindemos –dijo, vertiendo el néctar en ambos vasos –por una noche perfecta.

Ambos elevaron sus cálices y los chocaron, como lo hacían los antiguos reyes.

Después de un rato, cuando el contenido de la botella fue descendiendo y las copas se fueron pinchando, él la besó.

¡Qué beso! Realmente valió la pena haber dejado tirada a mi mejor amiga ¿no?”

De pronto, la cara de Jazmín la hizo volver al presente, junto con el lapidario mensaje del otro día: –No puedo creer que no hayas venido. Incluso le mandé un mensaje a tu madre a ver dónde estabas, te juro que me preocupé. Cuando ella me respondió que estabas en mi casa, ya entendí todo. Espero que te haya valido la pena perder a una amiga por un chongo.

Con una fuerza de voluntad que nunca en su vida tuvo, le escribió a su ex mejor amiga.

“El beso se expandió casi que como el universo en el bigbang. Fue como siempre se lo imaginó.

Lo que no se imaginó fue que Eros le iba a arrancar la pollera de cuajo y la iba a exprimir como lo hizo. Sintió como si el mundo se le viniera abajo y, como aquel momento maravilloso se estaba convirtiendo en el mismísimo infierno. Pero, por sobre todo, sintió que necesitaba a Jazzmín. Todavía no sabe de dónde sacó las fuerzas, pero el rodillazo que le dio en la entrepierna no tuvo nombre ni apellido. Cuando el tipo se tiró al piso, Allison se puso la pollera y aprovechó para escapar.”

El estruendo del timbre la hizo volver. Bajó las escaleras, abrió la puerta y la vio. Era Jazmín, también con el rímel corrido. Se miraron durante dos segundos y se ahogaron en un abrazo.

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