Técnicas de desbloqueo y búsqueda del tema

El bloqueo ante el papel en blanco

Resulta ser, a la hora de la verdad, uno de los mayores problemas con los que os enfrentáis a menudo los aficionados a escribir. Es aquel famoso bloqueo ante la hoja en blanco que nos hace preguntarnos en cientos de ocasiones: ¿Sobre qué demonios escribo?

Así pues, nos parece esencial recordar esta sencilla lección: Siempre hay algo sobre lo que escribir. Nunca debéis bloquearos por sentir desierto vuestro arsenal de argumentos. Cuando os ocurra, estad seguros de que el problema no es la falta de temas, sino que esa es la tapadera que le ponéis a las ver- daderas razones, que pueden ser muy variadas: cansancio, depresión, falta de ánimo, grandes pretensiones que hacen que consideréis insignificante todo lo que se os ocurre…

A cansancio, descanso. A depresión, serenidad. A falta de ánimo, disciplina diaria. Cuando uno se esfuerza y persevera, por encima de que tenga o no ganas, acaba por emocionarse. A grandes pretensiones, humildad. Debéis aprender a respetar vuestro mundo interior: vuestras invenciones son tan valiosas como las de cualquiera. Pero no debéis andar comparando vuestras filigranas literarias con las de García Márquez o Shakespeare porque entonces daréis al traste con la esencia del proceso creador: el puro e inmenso placer de inventar, de recrear la propia experiencia, de filtrar el mundo a través de vuestra mirada, de vuestra imaginación, de vuestra sensibilidad. Ese placer no debe enturbiarse con consideraciones de calidad o perfección formal. Ése es otro problema que viene después; nunca en el momento de ponerse a escribir, sino en el de corregir y pulir lo ya escrito.

Búsqueda y tratamiento del tema

A algunos os parecerán estos planteamientos elementales y tácitos, pero está demostrado que uno de los problemas más comunes es el bloqueo ante la hoja en blanco. Si no sois capaces de examinar las causas de vuestros estancamientos y ponerles solución —humildad, disciplina, relajación…—, viviréis con ansiedad lo que debe ser un placer.

Los grandes temas no existen. Lo importante en el cuento es la trama, esto es, cómo se organiza artísticamente la historia en el discurso y el trata- miento que se le da a la idea. Lo importante es cómo, no qué. El escritor húngaro István Örkény escribe impecables relatitos con temas tan sencillos como un tulipán, un grano de arroz, un corcho; temas mínimos de los que exprime con gran ingenio y estilo preciosas historias. También Julio Cortázar hace maravillas con una escalera o un camello. Y el escritor austriaco Peter Handke toma notas a vuelapluma sobre episodios que observa en la calle, o ideas fugaces que se le pasan por la mente. No son relatos en el estricto sentido del género, pero ilustran muy bien lo útil que es ir con los sentidos despiertos y una libreta en el bolsillo en la que anotar todas esas observaciones, ideas o reflexiones que más adelante pueden convertirse en el tema de vuestros textos.

A continuación, os incluimos algunos ejemplos de uno de los autores que hemos nombrado, que ilustran el juego que se le pueden sacar a temas mínimos.

ARROZ, de István Örkeny

—Arroz ¡Te traigo una carta!
Me llama arroz. Nosotros no tenemos nombre, ¿para qué? Sólo a dos tipos de queso, a dos tipos de pasta de dientes o a dos novelas hay que darles nombre para poder distinguirlos. Pero ¿a dos granos de arroz? Abrí la carta, le eché un vistazo y se la devolví.
Yo sólo soy un grano de arroz, pero no me gusta que me confundan con otros.

FENÓMENO, de István Örkeny

Un corcho que no se distinguía en nada de los demás corchos (dijo que se llamaba Sándor G. Hirt, pero ¿qué significa un nombre? Un nombre no significa nada) cayó al agua. Durante un rato estuvo flotando en el agua, como era de esperar, pero después pasó algo muy extraño. Se fue hundiendo poco a poco, llegó al fondo y no volvió a aparecer nunca más.
No hay explicación.

Para que al principio, y en las rachas de bloqueo siempre acechantes, podéis superar el bache y continuar escribiendo, os facilitamos a continuación algunos trucos que serían capaces de despertar a la imaginación más dormida. Podéis usarlos ahora o dentro de seis meses; ahí están como fuente inagotable de historias por contar.

El binomio fantástico: Se trata de una técnica muy sencilla. Consiste en tomar dos situaciones u objetos que no tengan nada que ver entre sí y relacionarlos. Se enfrentan y se intenta juntarlos a fuerza de ingenio en una breve historia.

La hipótesis fantástica: Esta técnica se basa en un estímulo muy sencillo: tomar el interrogante ¿Qué pasaría si…?, y rellenar los puntos suspensivos con diversas posibilidades que se os vayan ocurriendo. Se trata de hacer la pregunta y contestarla en forma de relato, es decir, dotando a la respuesta de unos personajes, un punto de vista, una introducción, un nudo y un desenlace.

Los periódicos: La técnica se basa en partir de los periódicos, el simple titular de una noticia, un anuncio en la sección de anuncios por palabras para recrear una historia.