Quien sabe sentir sabe decir
Miguel de Cervantes
Después de haber reflexionado mucho para saber cual es la historia que queremos contar (Inventio) y de haber pensado como vamos a ordenarla para que resulte lo más efectiva posible (Expositio) hemos de pensar en como la vamos a escribir (Elocutio)
El estilo es la huella personal que vamos dejando en el texto. La manera personal de decir las cosas, las asociaciones de palabras y de imágenes con las que cada uno escribe. El estilo es el hombre, dijo alguien y es verdad.
Aunque todos leyésemos a los mismos autores, aunque intentásemos educar nuestra manera de escribir para hacerlo del modo más sencillo, más conciso y más bello posible cada uno acabaríamos escribiendo de un modo distinto.
Buscar un estilo personal tiene que ver con la personalidad y con la sinceridad. Raymond Chandler decía que “ El estilo no se consigue preocupándose por el estilo es el resultado de la calidad de la percepción y la emoción”
A pesar de esto y de que con el tiempo cada uno iremos configurando un estilo personal y único será útil fijarnos en algunos aspectos del texto para conseguir la mejor novela que somos capaces de escribir.
El tono
En la novela el narrador adopta la inflexión de la voz que más le conviene para conseguir el efecto que desea. El tono es esa calidad de la voz del narrador, su actitud emocional ante los personajes y la historia, su grado de implicación con los sucesos y su propia personalidad. El narrador puede contar en un tono irónico o un tono agresivo. Puede juzgar objetivamente o mentir sobre lo que ve. Puede implicarse dramáticamente en el texto como un personaje más o ver la historia desde fuera. Puede explicar, describir, mostrar, dudar, exagerar, afirmar, exagerar, interrogar, reflexionar, etc.
Es muy importante encontrar el tono adecuado para la historia que queremos contar.
El registro lingüístico
Se refiere al tipo de lenguaje que usa el narrador o los personajes. Pueden hablar en un lenguaje culto, popular, barroco, infantil, coloquial, etc. Incluso hay personajes que reproducen alguna jerga dentro de la novela.
Es importante que no haya desequilibrio entre el personaje y como habla. Sería incoherente y por tanto inverosímil crear un personaje que es un albañil que habla como un catedrático o un niño que se expresa como un adulto a no ser que lo hagamos intencionadamente y en broma.
La voz del narrador tiene que ser coherente durante toda la novela. El tono tiene consecuencias directas en el significado de la historia. El tono ampuloso, impostado y formal es propio de escritores principiantes.
Si tuviera que recomendaros un tono y un lenguaje os aconsejaría que utilicéis el más neutro posible que al no ser muy marcado os sirva para un gran número de historias.
Lo mejor es un lenguaje natural lo más parecido posible al que empleamos en la vida diaria. Como dice Ángel Zapata la mejor voz para escribir nuestra novela es la voz nítida, llana y con buena temperatura emotiva y no la empalagosa de lirismo o exagerada.
Cuando escribamos nuestra novela tenemos que pensar en la voz que necesita la historia para ser contada: coloquial, barroca, afectiva, científica…
Ello dependerá de varias cosas:
-Quién cuenta la historia. Por ejemplo: ¿Es un personaje particular o narrador distante?
-A quién va dirigida: niños, amigos, desconocidos, expertos, etc.
-De qué trata la historia: Por ejemplo: ¿Es una comedia, un drama, la descripción de una noticia de prensa?
En esta búsqueda de nuestro propio estilo a veces es útil copiar a los escritores que admiramos. Si nuestros escritores preferidos son maestros su voz nos ayudará a encontrar la nuestra.
Para Proust el estilo es el momento en que se identifican el escritor y su situación. De esto ya hablamos cuando decíamos que los escritores deben escribir sobre temas que tengan relación con su temperamento.
Para construir el estilo algunos autores se fijan en el ritmo fónico, es decir, en la musicalidad de las palabras.
Rubén decía cuando dedicó un soneto a los poetas:
“Ama tu ritmo y ritma tus acciones bajo su ley así como tus versos.”
En prosa suele ser contraproducente hacer frases que rimen entre sí o poner palabras que produzcan rimas internas pero sí es muy útil leer en voz alta nuestro texto para escuchar como suena.
También es importante fijarse en la longitud de las frases y saber que en este terreno cualquier exceso es malo. Si las frases son demasiado largas o laberínticas se rompe la vivacidad y el interés de la historia. No se puede ser lento ni frenético, monótono ni desigual. La longitud de las frases se alargará o no depende de lo que estés contando. Una escena de acción parece que pide frases cortas y en cambio las reflexiones suelen hacerse en frases largas..
Lo que es importante es tener en cuenta que las cacofonías y las incorrecciones en el estilo interrumpen el sueño vívido y continuo de la narración.
Las voces de los personajes: El diálogo
El diálogo es el momento privado en el que los personajes intercambian una información que el narrador no conoce. Pueden cambiar el curso de la acción. No hay que olvidar que en los diálogos la voz que oímos es la del personaje, no la del narrador.
Hay varios métodos para hacer que la manera de hablar sea inmanente a un personaje. Es decir que se le reconozca por ella y no hablen todos igual:
Puede organizase la sintaxis de distinta manera
Un personaje indeciso utilizará el condicional sistemáticamente otro preguntará siempre. El autoritario hará frases aseverativas. Uno utilizará metáforas a menudo, otro nunca o casi nunca. Algún personaje utilizará siempre frases inconclusas.
Alguno se caracterizará por usar la epanadiplosis o reiteración. A través de los diálogos conocemos las sutiles estructuras psicológicas de nuestros personajes. Por ejemplo:
-Te lo dije que te ibas a matar, te lo dije cabrón. (Uno se inflama)
-Es tarde esta vez, tarde como siempre.
-Ven chaval, vente conmigo…
Dickens era un maestro en caracterizar a sus personajes.
También podemos diferenciar a los personajes por la extensión de sus parlamentos. Unos hablan poco, otros tienden a enrollarse. Uno no contesta nunca, otro siempre
Respecto a la información el diálogo no es el lugar para informar. Se debe informar sólo una o dos veces a lo largo de la novela, nada más. Hay gestos que también transmiten información. Si el personaje por ejemplo balbucea, está informando.
El lugar de la información es el pensamiento, es lo que ilumina al personaje por dentro.
Por ejemplo: Ella pensó que le resultaba agotador repetir que… y entonces no lo hizo. Así se escucha la frase que se dio cuenta que iba a repetir.
La información que ayuda a hacer avanzar la novela es importante pero es mejor dársela al narrador.
Cuanto menos cosas importantes aparezcan en el diálogo mejor funciona. En este contexto el diálogo ideal sería:
-Vamos al cine Quitar todo lo que sobra. Cortar largos períodos de narración. No se tiene por qué contestar. Ella coge su bolso y sale por la puerta.
Trabajar en los gestos que acompañan al diálogo: Por ejemplo: Su cara parecía contradecir lo que estaba diciendo. Mientras hablaba reía o el sol iluminó la platería antigua…
Lo espacial también es importante.
En los diálogos podemos distinguir entre el estilo directo, el indirecto y el indirecto libre.
El estilo directo reproduce fielmente los diálogos de los personajes y estos se muestran normalmente entre guiones. La escritura teatral es el caso extremo. Los personajes mantienen su habla en presente. Se sitúan en primer plano, se oye más fuerte lo que dicen. En el estilo directo es muy importante seguir unas ciertas reglas para que los diálogos resulten naturales:
No transmitir información a través de los diálogos directos y menos que un personaje cuente a otro lo que este ya sabe sólo para informar al lector.
No hacer diálogos metafísicos o trascendentales. Que cada personaje tenga una voz.
Evitar las deformaciones de palabras.
Evitar las presentaciones como “hola” o “qué tal”.
Hay que reservar esta forma de diálogo solo para lo que se quiere que se oiga más fuerte.
No dejar que ningún personaje se alargue.
Los diálogos no tienen por qué ser demasiado lógicos ya que en la vida normal no lo son.
Es bueno introducir gestos en medio de los diálogos. Los personajes también hablan a través de los gestos y los movimientos o los silencios.
No utilizar onomatopeyas.
En el estilo indirecto el narrador cuenta, interpreta, simplifica, resume o refiere lo dicho por los personajes. Por ejemplo:
Caperucita le dijo al lobo que tenía los ojos muy grandes.
Un verbo como decir, preguntar, afirmar seguido de “que” Obliga a cambiar los verbos de presente a pasado.
Este tipo de diálogo introduce una gradación entre cosas importantes y menos importantes.
El estilo indirecto libre supone adentrarse en el pensamiento del personaje sin repetir la oración principal.
El mejor ejemplo es el principio de la novela de Virginia Woolf:
La señora Dalloway dijo que ella misma compraría las flores.
Sí, ya que Lucy tendría trabajo más que suficiente. Había que desmontar las puertas; acudirían los operarios de Rumpelmayer. Y entonces Clarissa Dalloway pensó: qué mañana diáfana, cual regalada a unos niños en la playa.
¡Qué fiesta! ¡Qué aventura! Siempre tuvo esta impresión cuando, con un leve gemido de las bisagras, que ahora le pareció oír, abría de par en par el balcón, en Bourton, y salía al aire libre.
¡Qué fresco, qué calmo, más silencioso que éste, desde luego, era el aire a primera hora de la mañana…! como el golpe de una ola; como el beso de una ola.
En este fragmento hay momentos en que no se sabe si la escritora habla de un pensamiento que pertenece al personaje o al narrador, pero no cabe duda que es una forma de escribir que quita monotonía al texto.
En el ejemplo siguiente:
Estoy sola y luego continua: Se dio cuenta que aquel día era el último en que vivirían juntos.
Se mezclan de una manera muy efectiva diálogo y narración.
Narrador
Personaje-Indirecto y paso a directo libre mezclar diálogo sin notación de diálogo (es decir sin agregar dijo o pensó)
Ej. En el principio del cuento de Cortázar Pesadillas se da esa mezcla entre diálogo sin notación de diálogo, diálogo indirecto y narración:
Esperar, lo decían todos, hay que esperar porque nunca se sabe en casos así, también el doctor Raimondi, hay que esperar, a veces se da una reacción y más a la edad de Mecha, hay que esperar, señor Botto, sí doctor pero ya van dos semanas y no se despierta, dos semanas que está como muerta, doctor, ya lo sé señora Luisa, es un estado de coma clásico, no se puede hacer más que esperar. Lauro también esperaba, cada vez que volvía de la facultad se quedaba un momento en la calle antes de abrir la puerta, pensaba hoy sí, hoy la voy a encontrar despierta, habrá abierto los ojos y la estará hablando a mamá, no puede ser que dure tanto, no puede ser que se vaya a morir a los veinte años, seguro que está sentada en la cama y hablando con mamá, pero había que seguir esperando, siempre igual m’hijito, el doctor va a volver a la tarde, todos dicen que no se puede hacer nada.
También Vargas Llosa en Los cachorros y Conversación en la Catedral. Consigue que elector no se pierda aunque se pase de la tercera a la primera persona.
Otro elemento que consigue el estilo es la continuidad narrativa.
En este sentido el estilo constituye un hilo invisible e irrompible que conduce la acción como un sueño ininterrumpido. Una estructura oculta que da cohesión a los distintos elementos de la novela: Tiempo, espacio, personajes, etc.
Hay que estudiar cada escena para que soporte todo lo que puede contener sin llenarla demasiado y luego pasar con transiciones suavísimas a la escena siguiente. El buen escritor sabe crear la expectativa con una anticipación convincente, mantener el suspense con nudos y puntos de giro e incluso sorprender al lector con un desenlace inesperado. Es básico tener cuidado con los saltos temporales y digresiones en el momento de la acción intensa. También se deben dosificar las pausas (la acción se detiene), las elipsis (saltos), las escenas (tiempo real y estilo directo) y los resúmenes (que conectan a veces dos escenas) para no interrumpir el ritmo y la intensidad.
Es importante también eliminar tópicos y metáforas desgastadas y no abusar de las exageraciones y de las abstracciones.
Se puede repetir pero no redundar. Volver a decir lo mismo casi siempre sobra y por eso es preciso podar todo lo que no añade significad y no irse por las ramas. Por ello es necesario huir de las expresiones redundantes: Aterido de frío, base fundamental, joven muchacho, lleno completo, protagonista principal, bajar abajo, persona humana, salir afuera.
Ojo con los adjetivos y con los adverbios. Es tan malo ser un poeta frustrado que escribe de una manera recargada y barroca que un chico duro que solo sabe expresarse con frases soeces.
Intenta usar un entramado de verbos y nombres concretos y específicos. Sin profusión de adjetivos vacíos tales como: Guapa bonita, hermosa y atractiva.
Evita los adjetivos indefinidos: bastante, poco, demasiado, mucho.
Evita, a ser posible, los adverbios terminados en –mente: normalmente, evidentemente, generalmente. Son cacofónicos.
Otro error de escritor principiante es abusar de las historias estáticas cargadas de reflexiones y recuerdos en las que la acción no avanza.
Como complemento a estos te doy algunos consejos que creo pueden ser útiles para escribir tu novela:
No retrases el momento de ponerte a escribir.
No te creas demasiado listo. No presumas ante el lector. No esperes milagros.
Entra directamente en el conflicto. Evita florituras. Procura no usar personas reales.
No uses personajes pasivos.
Mete a los personajes en conflictos. Que nada suceda porque sí.
No cambies de protagonista. No aburras al lector.
No expliques, muestra.
No te olvides de narrar con todos los sentidos.
No cometas anacronismos: piensa en la credibilidad. Ejercita tus dotes de observación.
Dedícale tiempo a escenas de tensión, sin resumir. Deja respirar a los personajes.
No seas críptico ni demasiado autocrítico. Déjate aconsejar por profesionales.
No te preocupes por el qué dirán o por las modas literarias. Preocúpate de escribir el mejor libro que puedas.
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