Yucatán

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Emi

23/11/2020

Vine a Comala porque me dijeron

que acá se encontraba mi padre,

un tal Pedro Páramo

Juan Rulfo; Pedro Páramo

He llegado a este pueblo porque acá me dijeron que vivía mi madre. Está alejado de todo y de nada, rodeado en las lindes por inmensos campos bucólicos. Siento frío a pesar de haber un sol intrínseco de calor húmedo.

A muy poco trecho vi un jinete. Se acercó a mí y yo le pregunté: – ¿Dónde vive la señorita Margarita?

Él me miró y con una voz hueca me dijo: -Soy Rodolfo. Busca en aquellas grisáceas viviendas a una mujer y ella te responderá cualquier cosa.

Me extrañé un poco y pálido me he quedado. La inmensa soledad del pueblo me asustó. Llegué y pregunté en la primera casa que miré por una mujer que lo sabe todo. Una señora vestida con una mortaja, ojos enormes y negros, me dijo: -soy yo

-Un hombre llamado Rodolfo me habló de usted y me dijo que…- apaciguando la voz le decía a ella, pero la señora interrumpió -Rodolfo murió hace ya muchos años. Desde el confinamiento no queda nadie vivo en este pueblo-

Me di cuenta que no podía salir de aquel pueblo ya que por más que lo intentase me encontraba en él nuevamente. Acepté mi destino y continué buscando a mi madre para entregarle este bálsamo de Galaad. Escuchaba voces, aún las sigo escuchando; voces que no parecen de este mundo, sino que vienen de debajo de la tierra o de lo alto del cielo. Escucho fiestas en las noches y no han sido pocos los diciembres en que he escuchado el ruido de la muchedumbre como si todo aquí estuviera vivo. ¡Pero no hay nadie! Esa mujer se desvaneció por los aires. ¡Yo la vi!

Ahora solo vivo de mis recuerdos: cuando yo al lado de la cama de mi madre sollozaba, ella me abrazaba y calmaba mi dolor, por la repentina muerte de mi padre. En sus brazos yo me sentía en el remoto edén, la soledad desaparecía. Lo siento, todo esto es falso. Nunca pasó porque yo nunca conocí a mi madre estando yo vivo. Ahora ella me abraza, me besa y me aconseja. Me siento feliz, por vez primera a pesar de estar muerto.

La enfermedad y el confinamiento volvieron loca a la muerte que no hallaba a quien encontrar; y se confundió en este pueblo cual vivos son los muertos y cual muertos son los vivos.

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