Analogía

Caen las máscaras del ego así como las brisas invernales arrancan las hojas secas de los árboles, una por una, lentamente, hasta que su copa desnuda, a veces sombría en las noches frías, vuelve a florecer nuevamente en el transcurso de los días, tiempo que sabe a primavera y que regala la calidez de volver a empezar, así como las hojas vuelven a poblar cada arboleda con el verdor característico del renacer.

Las ramas, desposeídas, rígidamente vulnerables, tan expuestas a la vista de todos, saben sostener el vacío, la incertidumbre del mientras tanto, porque saben e intuyen, muy internamente, que su transformación es una constante de cada estación.

Yo Saturniña.

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