A veces me pregunto cómo me gustaría ser recordada, tal vez hasta hoy realmente me hago esa pregunta y no con el fin de alardear como dirían mis detractores, más si, ser recordada por haber hecho algo grande, algo bueno, algo que le haya añadido a los años un sabor más, que solo el rastro de pasos camino al trabajo y del trabajo a casa, de cada día de mi vida…
A veces tengo miedo de perderme, de perder mi vida, de dejar que el cauce se lleve mis años, sin devolver nada a la vida…
A veces tengo delirio, éxtasis e imagino cuan divino es ser libre, correr sin pensar en las ataduras de la rutina.
Y a veces termino en la desazón, esa mezcla entre amargura y frustración que solo pueden apreciarse en retroceso de lo vivido.
Nunca más tendrás esta edad de hoy, dijeron, y es verdad, ya no puedo llorar por lo mismo y pretender seguir estando en el presente, vivir en el pasado atraganta con congojas el presente y envuelve de grises los cielos vespertinos que siempre debieran ser dorados…
¿cuál será aquella sustancia que me haga vibrar, que provoque deseos de arrancarle instantes a esta vida?
¿A caso bailar, cantar, brincar o quizá retozar con mi amado hasta perder la conciencia de la existencia?
Viajar, comer, dormir, contemplar las estrellas o intentar ser una de ellas…
Con que suavidad el viento acaricia mi piel, eleva mis cabellos y me sumerge en mis cavilares, divisar paisajes, verdes, monótonos, algo agrestes, suspirar y una vez más, preguntarme donde dirigiré mis destinos.
OPINIONES Y COMENTARIOS