… el circo
se metió en mi piel
de una manera tal vez,
un poco más marcada…

«Las clavas me contaron que algunas cosas tienen alma
que el amor por los objetos no es siempre material
es causa de que el juguete es bien real,
que el juego se torna un estado del alma
un estado en el que me gusta estar.

La carpa me mostró un refugio a la emoción
contenida por su techo de vértigo y aire
por su aire lleno de trapecios y de telas
y de cuerdas
y de valor.

Sus luces me marcaron un camino inevitable
uno que mis pasos
no pueden dejar de pisar,
porque quieren llegar,
o permanecer.

El camino me renueva y me acerca
de un salto
a esta pasión.

Acá dentro todo tiene otro color
otra forma
cada aprendizaje
transpira poesía.

Las pelotitas me enseñaron
que la vida no es más
que un hermoso malabar.
El equlibrio exacto entre lo que se da
y lo que generás.
El juego consiste en evitar que caiga
lo que caería por inercia;
sería algo así como un sinónimo de luchar,
de respirar contra la corriente…

La fuerza del instante está
contenida en la magia de atrapar.

La magia del amarre está
en el riesgo de soltar.

La voluntad es la música misma
con el ritmo
de lo que se cae
y se vuelve
a levantar.

El trapecio me arrinconó
con sus cuerdas
para no perder la gravedad
me enseñó del equilibrio al respirar
y que un escape
es algo muy distinto
a lo que es
en el mundo «real»
acá adentro,
acá arriba,
es un encuentro con el desafío
y el desafío desnudo es
el salto del miedo
a la belleza
en un puente que balancea
la felicidad.

Si amarrarme a aquella barra
me hamacó
desde la frustración
a la seguridad
en un ir y venir
constante.

Si las paredes de la carpa
son mis puertas a la altura
a una cúpula onírica
de realidad y fantasía
en dónde lo que podría ser imposible
se puede mirar y tocar.

Si el límite de su techo
es la única frontera para mi vuelo
es el techo de la carpa
mi pedacito de cielo.

Si el fuego me enseñó
que la música es del viento
que la velocidad
sabe dibujar al misterio
Que el misterio
trae consciencia
cuando viene con sed…
y que es un hechizo
poderoso
poder jugar con él.

Si el circo me enseño
a ver al mundo de cabeza
para amarlo desde la locura
Me enseñó que todo lo que estiro
nunca vuelve al mismo lugar
y que cada escalón que subo
estirando mis brazos
cada segundo de vertical
sintiendo hasta los dedos
cada momento que pendula en el aire
cuando vuelo
y cuando los juguetes
se vuelven a lanzar
son recuerdos que se graban
en el puente sagrado
entre el cuerpo y el alma.
para nunca volver hacia atrás.

Si la tela me mostró que mi fuerza
va de la mano
con sostener mi integridad.
Que repetir es más bueno que malo
Que a veces aprende el cuerpo
y después la edad
Y luego viene la razón,
gateando.

…Y a veces
a veces sucede todo exactamente a la inversa.

Lo que no desaparece jamás
es el truco de la galera
no importa desde donde haya nacido,
ya nació.

Que el circo sea puente.

Que el puente sea circo.»

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