Jamás había visto a alguien así de feliz, hasta que la vi a ella.

¿Se imaginan a una pequeña persona entregando montones de amor, a quién sea? Yo no, hasta que la vi a ella.

La miraba y solo pensaba en el tamaño de la sonrisa que nos explicaba a todos cuán feliz estaba.

Deje de verla, solo un tiempo. Pero creo que la descuidé.

¿Qué pasó? No lo entiendo, si la última vez estaba bien.

A oscuras, sola, con un silencio que hacía ruido de la mano de la música que hacían los truenos allá afuera, lejos de acá, le pregunto; ¿Qué te pasa?

Me mira y suspira, no habla pero quiere hablar. Hasta siento que quiere gritar. La espero, le doy su tiempo. Todos necesitamos tiempo.

No por favor, que no caigan lágrimas, que me cuesta verte así, pienso yo.

Se seca la mejilla, se rasca la nariz, se acomoda el pelo y suspira una vez más. Creo que ya se está preparando.

Intento una vez más, solo una más. ¿Queres contarme?

Muchas cosas pasaron desde que te fuiste. ¿Por qué te fuiste? Me dejaste.

Me tiembla todo, no entiendo mucho y pienso, yo no te deje, creí que estabas lista para avanzar.

¿Sabías que me rompieron el corazón? Me dice. Más de una vez. Más de una persona.

¿Sabías que estoy sola? Y no por vos, tranquila. Estoy entera y completamente sola. Me sigue contando.

Me cuesta ser, porque lo que soy no alcanza entonces, no se si realmente soy. Lo pienso y lo sobre pienso, me falta el aire. Me pregunto cada mañana si sobreviviré a este día, a estas personas que solo figuran en mi vida pero ninguna realmente me acompaña. Me pregunto si acertaré a sus expectativas, si sere lo que quieren que sea. Cada mañana es terrible pero las noches son eternas. Pienso en dormirme para no pensar pero para poder dormirme tengo que apagar todo menos mis pensamientos, mis ideas y mi imaginación. Entonces, ¿cómo hago? Cuestiono como nada en esta vida tiene sentido. Digo esta porque quién sabe si en otra vida lo hay.

Parecía que escupía lo que me contaba, porque por más que se le quebrara la voz mientras hablaba , estaba enojada. Y yo solo escuchaba.

A nadie le importa como estoy. Pero ya que me preguntaste, te cuento, no estoy bien. No estoy para nada bien. Por favor, no vuelvas a irte. ¿No te das cuenta que solo cuando vos estabas, yo estaba bien?

No me sueltes la mano por favor, solo vos sabes abrazar mi tristeza y apagarla.

Volvió el silencio.

Lloré, no voy a negarlo. Pero también me abracé y prometí no volverme a dejar sola. Nunca más.

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