Visho parte 1.

Me dijeron que cuando entró en la habitación estaba completamente oscura, solo se escuchaban los chasquidos de la madera provocados por sus pesadas grevas. Pero sin embargo se vislumbraba una pequeña luz, que se encendía y apagaba y el ambiente olía a tabaco, por lo que dedujo que non estaba solo del todo; su presa estaba allí. Hechó mano a su bastón, pero antes de poder sacar la afilada hoja que se ocultaba en la empuñadura de este, una fría mano se posó sobre la suya. Llevaba ya unos minutos en la oscuridad de aquella antigua casa, por lo que sus ojos estaban acostumbrandose a la ausencia de luz del lugar y pudo reconocer a duras penas la persona que le agarraba, era Cobu.

-Pero que haces tú aquí? – murmuró Visho. – en la carta dije que me esperaras en la taberna de las afueras.

Ahora la luz de la pipa se había apagado por completo, y el sillón de donde provenía parecía estar libre, pero no se escuchó ni una pisada en aquellas tablas de madera que componían el suelo de aquel vetusto lugar, pero sí un fuerte viento que abrió la ventana de detrás del sillón, viento al que ninguno de los dos hombres le prestó especial atención.

-¿Creías que te esperaría mirando para las moscas mientras tú salías de caza? ¿Se trata de una meiga? Creo que se te escapó por mi culpa, disculpame.

-No es una meiga, es una Moura.

-Una Moura!? Pensaba que las pocas que quedaban se resignaron hace ya unas décadas al ostracismo de la vida subterránea.

-Sí, pero algunas salen de vez en cuando, e intentan ahogar a algún que otro desgraciado que encuentran cerca de los lagos, últimamente su rencor hacia los humanos va en aumento, y ya sabes; ningún ejército se atreve a pasar los dorados muros de sus palacios subterráneos. Hasta yo mismo admito que sería unha locura, por eso hay que mantener a raya a las mouras mas vengativas, por lo menos hasta que nuestro fantástico rey deje de lado su orgullo e intente negociar con su reina. Hace ya dos Queimadas que no se reúne con ella.

-¿Percibo unas palabras de desaprobación Visho? ¿A caso nuestro rey no te trata con el respeto que se merece un joven general como tú?

Ahora se dirigían hasta la entrada de la casa mientras Visho ponía al día de los últimos acontecemientos del reino a su viejo amigo Cobu, un general ya retirado que se jubiló en la tranquila isla de Maro, que le acojió en un decente ducado que el país aliado le ofreció por su ayuda en la guerra contra los Xacios; guerra, que consiguió que los humanos se apoderaran de los ríos y mares de casi toda la región de Cohai, al noroeste del continente donde los humanos llegaron hace ya 500 años atrás, cuando nacieron los primeros hombres y mujeres.

Los vi a ambos por primera vez cuando se pararon en el camino, yo solo era el nuevo escudero del general pero al fin iba a conocer al famoso Visho en persona, quien se había criado en la corte del rey, entre hechiceros y afamados guerreros que todos los días le ponían a prueba, para al final convertirse en el mejor general del reino con tan solo 16 años de edad, mientras dirigía a la guardia real defendiendo el palacio del ataque de un enorme olláparos que se había alejado del profundo bosque. Al viejo general, con unas marcadas arrugas en su rostro le faltaba un ojo y un trozo de pelo en su castaño flequillo, debido a una antigua herida de guerra contra un príncipe Xacio, una criatura verdosa y cruel.
El joven general apenas tenía ni 20 años, de pelo corto color negro, y una cicatriz en forma de P en su mentón, que aún se distinguía más debido a la ausencia de barba en esa zona, en comparación con el resto del rostro.

-Quien es este chaval? – preguntó Visho a su mano derecha, la capitán Mena, una mujer bajita y que, se comentaba en la corte: siempre de carácter seco y críptico, como si no reaccionase a ningún estímulo.

-Tu nuevo escudero, ¿Se te escapó? – dijo con un tono burlón.

-No necesito un escudero, y sí; se me ha escapado. Avisa a Rej; huyó hacia el sur.

-Está bien, – Mena silbó, y de un majestuoso roble cerca de la casa salió un cuervo que se posó en su brazo.- Di a mi hermano que se prepare, la Moura va en su dirección.

El ave asintió con la cabeza y emprendió el vuelo.

-¿Que hacemos entonces con el chico? – su rostro, que durante todo momento en palacio había sido serio y solemne dibujó una agradable sonrisa hacia mi. En ese momento me di cuenta que su apariencia de mujer seria y sin reacciones no era más que fachada.

-Bueno, por lo menos parece un chaval atento y espabilado, nos ha estado analizando en todo momento, y al juzgar por sus pensamientos no va mal encaminado el chico.

¿Pensamientos? Me pregunté.

-No lo asustes, – dijo Mena mientras se reía.- no es capaz de leer tus pensamientos, solo fragmentos pequeños de pensamientos, como si fueran conceptos.

-cree que tu actitud en la corte es pura fachada Mena, ¿Qué opinas de eso? – el que se reía ahora era Visho.

Mena se rió

-bueno, una no puede mantener siempre una actitud estoica chico, soy una mujer, por lo tanto soy un ser humano, ergo también tengo mis emociones, pasiones, deseos… Como cualquier humano, pero me aburre mucho la corte, siempre tan ceremoniosos y ponposos… Pff no los soporto, así que si actúo de esa forma allí dentro nadie me molesta.

Visho se empezó a reír a carcajadas

-Si la corte te parece tan aburrida, como es que aún acudes a nuestras reuniones?

-Porque estás tú – dijo Mena con un tono seco, – ¿se te olvida que jure protegerte?

-bueno – dijo Cobu. – ¿Podemos irnos? Mod piernas ya están cansadas de estar aquí parados.

-viejo,te dije que esperaras en la taberna. – Le sonrió Visho.

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