No existe mejor remedio para el eterno transcurrir de la horas, como tus ojos la mayor excusa para pensar en el arrebol de aquella tarde cuando veíamos la ciudad desde lo alto, no existe mejor lugar que en las miradas que reflejan en su profundidad los rostros de dos personas adentrándose a su inconmensurable mundo de sensaciones, no existe el día o la noche, albas o auroras, orquídeas o tulipanes, faros llenos de sueños que efímeramente se pierden entre la cotidianidad de millones de rostros, navego por los mares de tus cabellos guiándome por la luz de tus luceros en las noches color obsidiana, ¿serán mis manos quienes te acaricien en la utopía?, nos sentaremos al borde del mundo para simplemente perdernos entre el paisaje lleno de paramos y bosques, perfectamente puedo sentir todo aquello que experimentas y mi luz se descompone mostrando sus contrastes desdibujando cada una de tus inquietudes, perfectamente el tiempo deja de existir porque cada uno de tus recuerdos carece de un fin.
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