Mis ojos la abandonaron porque encontré una ventana a algo más cercano. Una ventana al viento. Viento que podía sentir con fuerza y salvajismo. Cuando la volví a ver, ella ya no estaba. Eventualmente el viento perdió su gracia y mi musa se difuminó en un recuerdo.

La olvidaré, pero el viento siempre seguirá acá. Violento y ajeno.

Quizás la vuelva a ver cuando me vuelva parte del viento. La acariciaré con nostalgia, y a través del tacto de su piel le diré lo especial que es su belleza.

Y cuando ella sea viento soplaremos juntos.

Fuertes y salvajes.

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