Vida virtual
Los noticieros proyectan lo mismo cada día
Veinte mil muertos en Estados Unidos, la epidemia arrasa con el mundo, países latino americanos enfrentan hambruna, estamos perdiendo la batalla, el sistema económico cae.
“Este es un recordatorio para todos, no salgan de casa, la humanidad está al borde de la extinción”
Alejandro apaga la proyección, la epidemia comenzó hace cinco años, al principio solo mataba a ancianos y personas con enfermedades crónicas, nadie pareció darle mayor importancia hasta que el virus mutó, empezando a matar a todos sin importar edad o condición física. El virus no ha parado de matar desde entonces, la única posibilidad de no morir es quedarse en casa.
Todo cambió, el comercio es totalmente digital y los medios de comunicación pasaron a ser propiedad del gobierno, volviéndose muy poderosos y así dejaron de ser el cuarto poder para convertirse en el primero y más importante.
Los únicos que no son afectados son los animales, ninguno ha muerto a causa del virus, los científicos intentan modificar el ADN humano para hacernos inmunes, sin embargo el virus parece indestructible. Al menos eso dicen los medios de comunicación y nadie está dispuesto a salir y averiguarlo.
Alejandro era profesor de Ingeniería Mecatrónica, cuando la epidemia comenzó y se cerraron todas las universidades por prevención, después de que las muertes iban incrementando.
Ahora Alejandro vive con su esposa, su perro Mollete y su gato Jessy en una casa muy amplia donde fueron re ubicados por su nuevo trabajo, una casa que nunca se abre. Una vida con compañía pero aislada por completo de todo, encerrados por miedo a morir.
Hace dos años el gobierno contactó a Alejandro, le pedían que trabaje para ellos creando maquinas con inteligencia artificial, al disminuir más de la mitad de la población mundial, los recursos eran abundantes pero necesitaban ser trabajados, desde entonces empezaron la creación de máquinas de cultivo que no necesitaban ser operadas manualmente, y todo comenzó a mejorar, las muertes pararon y la educación se retomó pero de manera totalmente virtual. Su esposa trabajaba como maestra de fotografía al aire libre, antes de comenzar la epidemia, su frase siempre era “Hay que sentir y vivir lo que queremos capturar en nuestras fotografías”. Ahora enseña virtualmente e intenta que sus alumnos logren capturar y sentir de alguna manera el mundo que está allá afuera, los trabajos de campo se realizan enviando drones y fotografiando con ellos los paisajes, que irónicamente se ven más hermosos sin la intervención humana, y al finalizar cada clase llora durante horas por no poder salir y sentir la naturaleza, ella no estaba preparada emocionalmente para una vida totalmente virtual.
Su esposa lo cuestiona a diario:
_¿De verdad no podemos salir? ¿Y si esto es una invención de los medios? ¿Cómo es posible que solo los ricos hayan sobrevivido? Todos mis alumnos y los tuyos son niños adinerados. ¿No te parece extraño que con tanta tecnología no nos permitan enviar nuestros drones más allá del perímetro especificado por el gobierno?
_Querido, yo he trabajado en medios de comunicación antes de dedicarme a ser maestra, y sé que mienten, se confabulan con el gobierno y esconden cosas terribles. ¿Qué pasa si hay muchas personas allá afuera muriendo de hambre y no por el virus? Han pasado cinco años, me niego a creer que no podamos salir nunca más. Sé que trabajas para el gobierno y lamento esto, pero mis sospechas y este encierro me están matando.Alejandro la consuela, mientras la idea de encontrar una manera de salir sin correr el riesgo de ser infectado merodea una y otra vez por su cabeza. Esa noche después de dejar dormida a Any, va a su laboratorio y piensa en cómo salir, sabe que si espera un poco más, su esposa puede salir y encontrar la muerte. Pasan horas y horas, la puerta se abre.
_¿Any, qué haces despierta a esta hora?
Al voltear ve a Mollete acercarse, moviendo la cola. Le rasca las orejas y le dice con aflicción:
_Ay Mollete si fuéramos inmunes como tú podríamos salir a disfrutar de la vida, recuerdo que el sueño de Any era recorrer el mundo y plasmarlo en sus fotografías.
_¡Espera! Tú eres inmune, y puedes sentir. ¡Ay claro que puedes sentir, no me estoy explicando bien! A lo que me refiero es que puedo crear un microchip que recree todo lo que sientes y percibes, coloco uno en ti y otro en mí y así estaríamos conectados, es como si yo me metiera en tu piel.
Mollete lo mira extrañado, luego le vuelve a mover la cola y lo acompaña durante todo el resto de la noche, el chip ya había sido creado antes como un experimento pero debido a las controversias religiosas la experimentación se detuvo, Alejandro solo tuvo que recrear el trabajo nuevamente.
_ Listo Mollete, ya está, te lo implantaré amigo, te aseguro que solo sentirás un pequeño piquete y si te sirve de consuelo también me haré el piquete a mí. Ahora vamos a probarlo dentro de casa, ve con mamá y despiértala quiero ver si esto funciona.
Alejandro se sienta, activa el dispositivo programa el tiempo de prueba a unos 10 minutos, cierra los ojos y se desconecta del mundo. ¡Funciona!, o al menos eso parece, Alejandro siente que es Mollete en cierta forma, abre la puerta de la habitación y siente el esfuerzo que hace con la cabeza, ve a su esposa aún dormida, se acerca y la olfatea, puede sentir su olor. Ella despierta, y acaricia a Mollete. Alejandro puede sentir, oler y escuchar todo lo que su amigo perruno.
Mollete guía a Any hasta el laboratorio, cuando ella ve a Alejandro tumbado en la silla corre hacia él asustada. Terminan los minutos de prueba y Alejandro vuelve a su cuerpo, al principio no puede creer que lo ha logrado y empieza a contárselo a Any, como era de esperarse ella no se sorprende de nada, solo le pregunta si creó uno para ella, porque desea salir a explorar junto a él.
_Pero querida solo tenemos a Mollete, y no podemos ingresar los dos, aparte de que siento que experimentar con mi mejor amigo es cruel, pero al parecer él está bien.
Any sale corriendo del laboratorio, y vuelve corriendo nuevamente, con Jessy en sus manos.
_Por favor querido, solo quiero volver a salir, aunque sea una vez más, si funciona con Mollete, también funcionará con Jessy.
Después de una larga conversación y sin lograr convencer a Any, Alejandro acepta la propuesta y comienza a crear los microchips para su esposa, al finalizar el día los microchips están listos. Any está impaciente.
_ ¿Podemos salir ahora mismo? Pregunta Any
_ Amor debemos practicar unos días antes de salir, pues mientras mi mente se conectó con el cuerpo de Mollete, me fue muy difícil moverme bien ya que es un sistema motriz totalmente desconocido para mi mente.
Alejandro programa la prueba para dos horas cada día durante una semana. También prepara el sistema de desinfección para cuando vuelvan a casa, pues el virus podría quedarse en el pelo de sus amigos.
En las prácticas descubren que les es imposible comunicarse, al menos con palabras y los gestos son difíciles de manejar en esos cuerpos, así que acuerdan no alejarse el uno del otro bajo ninguna circunstancia.
Llega el día, todo está preparado, la prueba es programada para diez horas, tiempo suficiente para que exploren y regresen a casa sin sufrir una desconexión imprevista. Any avanza con el cuerpo de Jessy, siente el suelo y el viento en los bigotes, Alejandro la sigue rápidamente, no entiende cómo puede tener tanta confianza para adelantarse estando en el cuerpo de un gato. Van juntos y ven que como siempre la colonia está vacía y las calles despejadas, se alejan cada vez más de casa aunque a él le preocupa, sabe que Any se sentirá tranquila después de esto.
Caminan durante horas por las carreteras y no hay rastro de nada fuera de lo común, no hay personas en las calles, tal parece que todo lo que se dice es real y la humanidad está al borde de la extinción.
_Bueno amor ya es hora de irnos, o saldremos de los cuerpos de nuestros pequeños, eso es peligroso para todos _ Dice Alejandro.
Any sigue caminando.
_Es cierto ella no puede entenderme.
Se escuchan unos gritos de personas, Any regresa corriendo hacia Alejandro y se esconden lo más rápido que les es posible.
Aparece un hombre corriendo, está muy delgado, corre jadeante y con mucho esfuerzo, detrás de él aparecen hombres con apariencia militar. Tardan muy poco en atraparlo, aunque el hombre se resiste y pide auxilio a gritos, lo reducen y se lo llevan a rastras al interior de un bosque.
Alejandro y Any no pueden creer lo que acaban de ver. ¡Hay personas al aire libre, sin ningún tipo de protección y están vivas! ¿Y quién era ese hombre? ¿Por qué se lo llevan los militares? Seguramente eso fue lo que pensaron. Se miran y avanzan hacia el bosque, Alejandro va primero y Any se mantiene detrás, atenta por si alguien los pueda ver.
Alejandro descubre que la naríz de Mollete es muy buena para seguir rastros, así que no tardan mucho en llegar a un claro, y desde ahí visualizan lo que parece ser una gran instalación militar y personas trabajando, unas excavando y otras separando piezas para la construcción de máquinas, Alejandro reconocía cada pieza y entendió que el gobierno lo estaba utilizando.
Se escuchan unos pasos, Alejandro toma entre las fauces a Any, se aleja lentamente, y cuando siente que ya no hay peligro corre sin parar hasta llegar a casa. Pasan unas horas más y la conexión termina, se encuentran es sus cuerpos y al verse se unen en un fuerte abrazo.
_ Lo lamento amor, lamento no haberte creído. Hay personas afuera y están siendo esclavizadas usando las máquinas que yo hice para el gobierno. Tú tenías razón sobre todo, los medios nos están engañando y controlando a través del miedo. Volvimos a la esclavitud y nadie lo sabe, o quizá sí. El gobierno dice que ahora hay muchos recursos pero no quien los trabaje, es por eso que están haciendo eso, todo es por dinero, por poder.
Alejandro rompe el llanto y Any lo abraza más fuerte.
_Lo vamos a solucionar juntos, tenemos que ver la manera. Al menos ahora sabemos que el virus ya no está allá afuera y tenemos claro quién es el enemigo.
Continuará…
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