Vida, Amor y Perspectiva

Vida, Amor y Perspectiva

Daylio

04/05/2022

Vida, Amor, Perspectiva.

Empiezo a escribir estas líneas desde una situación personal difícil, tan difícil como una ruptura sentimental, un sentimiento que está mermando mi capacidad de vivir, mi capacidad de soñar, mi capacidad de quererme a mí mismo. ¿Por qué escribo esto? Pues para ayudarme, para contarme mi historia y poder ver mi situación con perspectiva.

Creo firmemente en el amor, creo en la capacidad que tiene de convertir el corazón de las personas, de hacerte tener sentimientos hacia otro ser semejante, al cual, con sus virtudes y defectos, entregas tu alma sin pensarlo. Sabes que al hacerlo corres un riesgo, y que el porcentaje de ese riesgo te lo dice el tiempo. Y eso es una paradoja, porque sabes como inicias algo al cien por cien, pero nunca tendrás seguro el porcentaje que juega contigo la otra parte a lo largo del tiempo, lo cual es un salto de fe, solo esperar que el nivel de compromiso e implicación de tu pareja sea igual o mas que el tuyo. Pero ahí entra el amor, el cual te extasia y te embriaga como el mejor perfume jamas creado.

El amor tiene muchas vertientes en la vida de una persona. Tu vida comienza con el amor de tus padres. Es el tipo de amor más puro que recibirás jamás, porque pase lo que pase siempre estará junto a ti. Es tan mágico que serás capaz de sentirlo incluso cuando ellos por desgracia no estén.Y qué decir de tu amor hacia ellos, sabes que siempre los tendrás para ayudarte, para entenderte y aconsejarte. Ese amor que le tienes se convierte en tu vida, a su vez, en el mayor escudo protector que tendrás, aguantando tempestades, problemas y nutriéndose de los buenos momentos para recargarse y estar siempre preparado para en caso de necesitarlo, ayudarte.

Otra vertiente que encontramos es el amor a un hijo. Ese amor es especial, es un sentimiento indescriptible con palabras, es algo que literalmente desde su primer latido, te agarra el alma, te hace sentir mil sensaciones al mismo tiempo: felicidad, miedo, ternura, compromiso… Y aquí, al igual que tus padres en su día fueron para ti, tú serás para él ese escudo protector, una estrella de oriente que tratará de guiar su camino hacia la mayor felicidad posible.

Y ahora quiero hablar del amor hacia una persona, un compañero en este camino llamado vida. Nadie sabe cuándo le llegará. Para unos antes, para otros más tarde, unos mediante una mirada, otros por un encontronazo fortuito, pero todos a su vez tienen un denominador común, el cual la gente denomina chispa, esa chispa que hace que tus sentimientos y emociones broten a flor de piel. Es como otros llaman química, y si te paras a verlo así, también es una expresión acertada ya que se crea una formula entre tú y otra persona la cual es tan perfecta como un ADN. Cada molécula, cada átomo se engrana entre sí. Un cóctel que se mezcla en la mejor coctelera que tiene el amor: tu corazón. Una vez creado ese cóctel, algo dentro de ti ha cambiado, el mejor elixir que hayas probado nunca pasará a macerar como un buen vino en una barrica de roble, donde el tiempo jugará un papel determinante y crucial para así, pasado años, se convierta en algo todavía más rico, sensacional, apoteósico y sumamente especial. Hay muchas maneras de vivir y degustar el amor: unos se entregan por completo a la otra persona, siendo día tras día el uno para el otro, otros lo viven de una manera mas independiente dando sus espacios y disfrutes personales… Muchas maneras de vivirlos y todas igual de lícitas e importantes, ya que no hay ninguna regla establecida para amar, solo un poder, un magnetismo que te indicará el camino de qué hacer y cómo actuar.

Sinceramente qué bonito es amar y sentirse amado. Creo que todas las personas de este planeta deberían experimentar alguna vez esa sensación, ya que es uno de lo regalos más bonitos que esta vida nos ofrece. Cada uno, dentro de su libro de vida, tendría que tener el capitulo del amor. Y ojalá pudiéramos leernos unos a otros y ver lo bonito y diverso que puede ser para las personas ese sentimiento. ¡Cuánto aprenderíamos y cuánta experiencia aportaríamos! Por eso hoy escribo estas líneas, para leerme una vez terminado y comprender cómo he amado y cómo me han amado a mí. Ver con perspectiva mi capítulo, mi historia, y aprender, aprender de errores cometidos, de actuaciones acertadas, experiencias vividas y … ¿por qué no? Compartirlo también.

Yo he amado a una mujer y ,como comenté antes, en nosotros surgió esa chispa de manera fortuita, con un empujón. Un simple detalle que me hizo vivir junto a ella quince años de un amor gigante, puro y verdadero. El amor, que es tan mágico que hace que te encuentres con tu otra mitad entre millones de personas que habitan este planeta. Yo fui uno de los agraciados con ese premio que es amar y encontrar a una mujer a la que amar y a su vez ser amado. Con ella aprendí y descubrí por primera vez lo que es amar, lo que produce dentro de ti ese sentir. Cómo es capaz de agitarte tanto cuerpo como alma. El amor, como dicen en la carta de los Corintios, no es mal educado, ni egoísta, no lleva cuentas del mal sino que goza con la verdad. Es paciente, es servicial, el amor todo lo disculpa. Y ahí me quiero detener, porque como antes he comentado estoy en un momento difícil en mi vida, ya que estoy viviendo la cara opuesta del amor: el desamor. Qué difícil es canalizar ese otro sentimiento. Un sentimiento que, como comenté al principio , viene condicionado por el porcentaje de entrega que ambos individuos se tengan. El tiempo juega un papel crucial para que ese buen elixir creado en un principio y almacenado en una barrica de roble no se malogre, no se eche a perder por culpa de una fisura, o de un descuido en la temperatura. Es muy complicado entender y gestionar el que esa otra parte no te profese amor, no tenga ese mismo sentimiento que tu tienes hacia ella, que su amor se haya convertido y evolucionado en otro sentimiento. El desamor es todo lo opuesto, pero con él también sabes aprender que unos antes y otros más tarde son capaces de coexistir junto a él, de madurar y de encontrar vivencias y experiencias, las cuales te dictaminen un aprendizaje.

El desamor, que te va mermando, que te va lacerando por dentro, que te hace sacar los sentimientos más oscuros hacia la otra persona. Un sentimiento que duele, duele muchísimo; el desamor se alimenta de tus recuerdos, de tus proyectos por construir, de la soledad, de la angustia, y al igual que cuando sientes amor dentro de ti algo mágico pasa, con el desamor tu interior se rompe, comienza dentro de ti la cuenta atrás de una autodestrucción de tu corazón y de tu alma. No se qué sacaré de esta experiencia que estoy viviendo a día de hoy, pero lo que si puedo compartir es la madurez personal que estoy adquiriendo, ya que ahora estoy preparado para gestionar los sentimientos adversos que esto acarrea y evolucionarlos a algo sano, inocuo para mi. Es saber cortar el cable para así parar la cuenta atrás de ese reloj alojado dentro de tu corazón. En mi caso, el desamor ha creado muchas dudas, muchas preguntas e inseguridades, pero hoy quiero contarme cómo las estoy gestionando, para así seguir firme en mi objetivo, en mi horizonte de sanar mi alma y mi corazón. Es paradójico como lo estoy consiguiendo y aunque parezca absurdo no lo es en absoluto. Yo estoy combatiendo este desamor con la única arma capaz de derrotarlo, su talón de Aquiles, y no es nada más que el propio amor.

Sí, el amor es el sentimiento más poderoso que el ser humano tiene inculcado desde que nace hasta que muere dentro de él. Desde la antigüedad, el amor ha sido capaz de realizar proezas increíbles. Para el catolicismo uno de los mandamientos es amar al prójimo como a ti mismo, y pienso que esto es aplicable para todas las personas, ya que si todos fuéramos capaces de gestionar esta herramienta llamada amor dentro de nosotros tendríamos un mundo mejor. El amor, a mí, me está convirtiendo en alguien mejor, capaz de dejar el rencor, la ira, los malos gestos y modales, convirtiéndolos en raciocinio. Un raciocinio que llega a través del poder inconmensurable que tiene el amor, tiene tanta fuerza como para derrotar al desamor convirtiendo los celos en recuerdos vividos, convirtiendo la ira en fotos de vivencias creadas y realizadas juntos, convirtiendo el rencor en sonrisas y felicidad de momentos pasados, de convertir los malos gestos y modales en caricias… Un sentimiento que todos tenemos y que no sabemos el poder que tiene ni la magnitud que es capaz de alcanzar.

Un desamor que no a todos no llega de la misma manera, ni por las mismas circunstancias. Sé que no todo el mundo es capaz, ni está preparado para visualizar su caso de la misma forma. Por eso, como dije anteriormente, pienso que sería algo grandioso poder conocer todas las historias, las vivencias y experiencias que se pudieran aportar para así ayudarnos a comprender, ayudarnos a ver con perspectiva la realidad de lo sucedido. Hacer también examen de conciencia y valorar la culpa, algo que en el caso del que vive un desamor se quita de encima y no mira, pero que realmente, cuando te paras a mirar, dialogas y compartes experiencias, ves que siempre es algo que en mayor o menor medida también tienes. Ser autocrítico es uno de los primeros pasos para ayudarte a derrocar el desamor de tu corazón, entender que las cosas no solo pasan por errores o decisiones de la otra persona, sino que tú también eres parte del juego, eres parte de la ecuación, y donde en algún momento fallaste y no fuiste capaz de verlo, no fuiste capaz de detectar esa grieta en el barril de roble y el tiempo no ayudó a mejorar su contenido, sino que por el contrario lo malició.

Yo tengo pendiente realizar a día de hoy una acción que me ayudará también a sanarme. Algo que a las personas nos cuesta tanto hacer y decir, algo que espero hacer pronto, y no es nada más que pedir perdón, de perdonar, ser capaz de mirar a los ojos a la otra persona y pronunciar una palabra que ayudará a ambas partes en esta transición de sentimientos. Aunque parezca algo insensato e irracional, no lo es. Pienso que el perdón, la disculpa y el amor conviven en un mismo sentir, que no por ello te conviertes en una persona que no está en su sano juicio, sino que con ese simple gesto pones unos cimientos firmes a la sensación de tu alma y tu corazón. Donde también cabe el ser capaz de perdonar, de aceptar las disculpas sinceras de alguien que se ha equivocado, o te ha hecho daño. Tener esa capacidad es lo que te ayudará, aunque aparezca el dolor y la añoranza surque tu corazón, abraza al amor, y conviértete en el mayor cirujano de sentimientos que jamás hayas conocido, pudiendo así diagnosticarte y buscar la cura a tu dolor.

Con todo esto estoy seguro que me ayudaré, que seré capaz de canalizar mi dolor hacia una conversión sana y así alcanzar mi felicidad, mis ilusiones, mis ganas de vivir. Sé que aún queda camino por delante, pero estoy ansioso por recorrerlo, por descubrirlo y enfrentarlo. Hoy quiero retraerme de una palabra que le dije a mi gran amor: Adiós. Y la quiero cambiar por otra que leí hace poco y que me enamoró, la cual proviene del idioma Quechua, donde no existe el adiós, sino la palabra Tupananchiskama, que significa “hasta que la vida nos vuelva a encontrar”. Una palabra que deberíamos trasladar a muchos ámbitos de la vida. Espero que si alguien lee esto y conoce mi historia le sea de ayuda, y ver mi perspectiva le ayude también a entender su situación o al menos le dé alguna herramienta que desconocía para poder sanar su interior.

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