Veo rostros sonreír, ignorando la razón, veo razones para sonreír y ojos empapados en ayer, sin entenderlo.

Pasa un desfile de piernas frente a mí, muy deprisa, como si las persiguieran, no es esa la razón de su frenesí, son las 7:59 a.m., esa es la razón de su fugacidad, esclavos desde que alguien atrapó el tiempo en un astrolabio.

Pasan por la vida y no viven. Acumulan cosas, como si las cosas dieran abrazos, dijeran te quiero o nos despertaran con un beso en la frente.

Quedan para comer, apenas hablan, envían importantes correos de trabajo, hacen videollamadas, atienden a amigos que están al otro lado de la pantalla, y al que tienen enfrente, ni lo miran; y el filete se enfría, igual que su sangre. De vez en cuando, si acaso, asienten con la cabeza o balbucean alguna estúpida palabra para hacer creer que tienen una conversación de verdad.

Veo sus cabezas, su cráneo es redondo, de eso estoy convencido; sin embargo, sus cerebros son perfectamente cuadrados.Los desecho, no contienen nada que me interese, nada que me conmueva; los borraría y los usaría como disco duro para almacenar todas las canciones que me gustan y de las que no recuerdo el nombre, para recordar el nombre de mis vecinos o para no olvidarme de comprar guacamole y queso los viernes por la tarde al salir de trabajar.

Corren, todos corren, ¿hacia dónde? ¿Están regalando helados? ¿Ha aterrizado por fin vida inteligente en La Tierra y vienen a transmitirnos su conocimiento? Ni lo uno ni lo otro, todas sus banales preocupaciones les corren prisa, sin saber que lo único urgente es VIVIR; si, con mayúsculas.

VIVIR es difícil, es arriesgado, está hecho para valientes, pero una vez lo pruebas ya no puedes rodearte de esa gente vacía y buscas más VIDA; te aseguro que la hay, pero somos pocos y estamos desperdigados.

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