Viaje al centro de mis colores

Viaje al centro de mis colores

Este año al cerrar la feria del libro 2023 gané un cuadro digital painting gracias a la pelea de la suerte de Juli contra la mía, mientras girábamos una moneda en el aire, al ganarlo no sabía si el cuadro me podría acompañar en el viaje de Lima a Cusco porque a veces las aerolíneas se ponen especiales con las cosas que no están hechas a la medida de sus expectativas y otras veces (muy seguidas) tengo muchos inconvenientes en los aeropuertos, pero decidí intentarlo y ¡sí!, a pesar de todo, el cuadro viajo conmigo desde entonces; al comenzar a pintarlo creí que sería un pasatiempo rápido y sin ningún tipo de carga emocional, como cuando descargas algún juego en el celular y luego lo desinstalas por falta de espacio y luego bajas otro y así, en ese ciclo sin fin.

Lo que no sabía cuando empecé a pintar estos numeritos infinitos fue que en realidad el cuadro en sí mismo era un viaje sorpresivo e inquisitivo y que a pesar de mis resistencias iba a obligarme a viajar en mis propios pensamientos, ya sea que escuchara música, podcast o audios de wsp, ya sea que lo hiciera acompañada o sola, con vino, cerveza o agua, parecía ser que cada color y número traía consigo un nuevo nivel de meditación desbloqueado, a medida que avanzaba el cuadro, me daba cuenta de muchas cosas y hoy 26 de diciembre estoy en el color 23 de 27, pienso acabar con este cuadro al mismo tiempo que con el año, pero no dejaré que mi viaje por él o su viaje por mí sea como desinstalar otro juego más, esta vez me permitiré compartir, para el que le interese leer todo esto, cuál fue mi viaje interno con todos estos colores que al parecer yo ya llevaba dentro.

Este juego de meditación y pintura comenzó super fácil, creo que hasta llegar al nivel 6 ni los pinceles ni las pinturas me habían obligado aún a tener pensamientos muy reflexivos ni a pensar en la vida, en mis metas o en general en lo que sea; el cuadro aún no tenía ni forma ni colores pero ya podía ir dándome cuánta que me iba a llevar más tiempo del que creía, porque eso de no pasarse de las líneas nunca ha sido algo muy «mío» que digamos y menos el tenerle tanto cuidado a los detalles, luego me mudé, aprendí a tomarme mis espacios, a intentar comunicarme de mejor manera, le metí un poquito más de fuerza a los ejercicios, empecé a meditar, reformulé un proyecto muy importante para mí, empecé rutinas para la piel, empecé a cuidar un poco más mi cuerpo y mis hábitos, me gradué y empecé a enfocarme en la persona que quiero ser (todo esto no vamos a achacárselo al cuadro, digamos solo que todo fue resultado y resonancia de todo contra todo), algo importante que se me olvidó mencionar es que en algún momento de todos esos cambios empecé a escuchar podcast que también me invitaban a mejorar, a cuestionarme y a agradecer.

Fueron subiendo poco a poco los niveles y a veces si entrecerrabas los ojos o girabas un poco la cabeza ya podías ir viendo algunas formas interesantes y unas mezclas de colores graciosas por ahí, algunos de los primeros comentarios que recibí al inicio fueron «ay, quisiera tener tiempo para hacer eso» «a mí también me gustaría hacerlo» «dónde lo conseguiste» «que chévere que estés pintando» «yo no podría, no tengo paciencia para esas cosas», etc. etc., pero en un punto, digamos que entre los niveles 9 a 12, los comentarios empezaron a mutar también, al verse un poco menos vacío a la gente le empezó a gustar las formas extrañas que podían verse y algunas personas me dijeron que por qué no lo dejaba así, si de todos modos y aunque abstracto, de lejos o con los ojos entrecerrados, «se veía chévere» y a pesar de que en algún momento yo también quise dejarlo así, por alguna razón y de manera casi instantánea respondía que no, les dije «lo voy a terminar». Supongo que en ese punto aunque no me di cuenta sabía algo que recién puedo explicar ahora, muchas veces cuando empezamos a arreglar o cambiar algo y eso empieza a cobrar forma y color, la gente entiende que ese era todo el cambio que se debía hacer y que como ya las cosas se ven mejor, no es absolutamente necesario seguir cambiando o mejorando eso, pasa mucho cuando empezamos a crecer de forma interna, la gente nota los cambios que vamos haciendo y muchas veces creen que ya no hay más cosas por mejorar, pero nosotros que sí podemos acercarnos más a nuestros propio lienzo, que sí podemos ver de cerca todas esas veces que nos pasamos de la línea, que nos confundimos de número, nosotros que si podemos ver todo eso que aún falta por pintar y mejorar, sabemos que la obra todavía no está acabada, que siguen quedando varias cositas por hacer y reparar, y que al final esa obra de arte será mera y únicamente especial para nuestros ojos y obviamente esperamos que al finalizar el cuadro sea tan gratificante y hermoso como lo esperamos.

Los niveles 13 y 14 eran dos tonos diferentes de marrón, esa parte no me gustó del todo, sentía por momentos que eran colores muy oscuros y que malograban las partes que tenían tonos lilas, verdes o azules, fue difícil afrontar esos colores que no me gustaban, pero de pronto en algún momento me detuve a ver el cuadro de lejos y me di cuenta que esos marrones le daban más forma y profundidad a las cosas, que esas sombras eran necesarias para poder ver las cosas desde otra perspectiva y recién ahora me doy cuenta que esa era una lección que yo ya me sabía de antes, EL MUNDO ES UNA DUALIDAD, cosas que se complementan y se contraponen al mismo tiempo, el negro es un color necesario y enfrentar esas cosas «oscuras» que llevamos dentro, esos tonos de los que no estamos tan orgullosos o contentos de tener, también es necesario, nos ayuda a descubrir la profundidad de las cosas, nos ayuda a ver todo con otra perspectiva y eso es necesario, entender que somos el todo, incluyendo las partes que no nos gustan tanto, son parte del paisaje.

15, 16, 17… Cada vez menos espacios en blanco. Compartir nuestros procesos con los demás a veces puede ser confuso, comentarios como «yo también pinto, que genial que tú también lo hagas» «llevas mucho tiempo con el cuadro, para cuando lo terminas» «qué estás pintando?, ah,… es con números» «como se nota que te sobra tiempo» «no sé si te quedé igual a la imagen» etc., etc., llegaron a generarme ansiedad por terminar algo que se supone debía relajarme y ser un pasatiempo para mis ratos libres, llegaron a hacer que sienta ansiedad por mi gestión del tiempo, por mi futuro, incluso por la persona que quería ser y que al parecer estaba perdiendo el tiempo en cosas sin sentido, en cosas que no me ayudarían a llegar a dónde sea que se supone que debería; hasta que llegó un capítulo de cuestión de cuestionar y un último comentario «nada aprendiste hasta ahora, pequeña saltamontes» e inevitablemente, fiel a mi personalidad contreras y refutadora, me puse a cuestionar…, nivel 18, había llegado oficialmente mente a unos colores más allá de la mitad, estaba más cerca, creí que lo que me detenía o ralentizaba era el miedo a luego no tener más números que pintar, al vacío, a que luego no me gustara el cuadro, a que ya no hubiera más nada después del número 27 pero en realidad no, estaba disfrutando el viaje, mis tiempos y mi vida, no necesitaba correr, no necesitaba llenarme de pendientes y trabajo que no me permitiera tener tiempo de pintar un cuadro o leer o hacer ejercicio o ver películas, estoy siendo quien quiero y puedo, y avanzo todo a mi ritmo; cuando era niña había un amigo de mi familia que casi siempre se paraba en el patio de mi casa y gritaba «paloma que no vuelaaaa, paloma que no vuelaaaa» y sí, en ese momento no sabía volar, luego en algún punto de mi vida me salieron alas y ya no quise detenerme, creí que siempre podía llegar más lejos, siempre pensando en la próxima ciudad en la que estaría, nunca aquí ni allá, siempre lejos, siempre viajando, siempre despidiéndome, pero hace un tiempito me cansé de tanto volar, esta vez caminaré de nuevo, lento y a mi ritmo, color por color.

No me había dado cuenta hasta ahora, pero yo también estoy en el nivel 27, de alguna forma todos los procesos del cuadro los pasé también en la vida, hasta ahora he ido intentando equilibrar todo de la mejor manera y ser la obra de arte que tanto me gustaría, no sé qué me deparará el nivel 28 del próximo año, no sé si tendré otro cuadro para pintar o si descubra nuevas cosas, pero sé que en estos 27 niveles he aprendido mucho, voy descubriendo mis colores, mis sombras, mis partes abstractas y contradictorias. El cuadro se llama «Primavera que fluye» y no creo que sea una casualidad, todo son señales, este año la principal cosa que quise aprender fue a fluir, a no tener planes tan rígidos, a tenerme paciencia, a quererme, a construirme y aunque todavía no llegué a terminar el color 27, creo que ya estoy lista para descubrir con calma lo que viene después, estoy disfrutando las formas que va tomando mi cuadro y mi yo, estoy siendo siempre un color nuevo.

27 y todos esos espacios que se me habían olvidando, 27, 30 de diciembre, no quedan más espacios en blanco, pero aún hay mucho que seguir pintando y mejorando, la obra no se ha acabado aún, el viaje de fin de año comienza, estoy dispuesta a ser la mejor obra de arte posible, ha seguir descubriendo nuevos colores y niveles, estoy lista para el nivel 28.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS