valor y arder

fui yo
no hubo manos ajenas
ni destino
ni azar

yo tiré el fósforo
sabía lo que hacía
me temblaban los dedos
pero no la decisión

todo ardió
la casa,
los nombres,
las veces que dije “estoy bien”
cuando no lo estaba

vivo en un infierno
que yo mismo incendié
y lo peor de todo
es que hay días en que echo de menos el fuego
porque al menos
hacía sentido

no hubo rescate
no vino nadie
ni falta hacía

me quedé ahí
en silencio
entre las ruinas de mí mismo

y cuando ya no quedaba
ni una chispa
ni un recuerdo
ni una excusa

algo se movió
no fue una luz
fue un temblor
una vibración pequeña
como si los huesos dijeran:
“no termina aquí”

no salí volando
esto no es mitología
no soy el ave fénix de los libros

pero me levanté
con alas de humo
el pecho lleno de ceniza
y los ojos negros de haberlo visto todo

resurgí,

pero no para brillar
ni para contar mi historia
como una lección

resurgí
porque no quedaba otra
porque incluso los que arden
quieren
aunque sea
una última oportunidad
de no apagarse.

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