Valor simbólico de los vínculos afectivos en el Principito
Autores: Becerra Chombo, Luis
Huamani Yasca Cristian, Gabriel
¿Por qué las relaciones que construimos con otros nos enseñan tanto sobre nosotros mismos? Esta es una de las preguntas centrales que plantea la obra “El Principito”, de Antoine de Saint-Exupéry. A través del viaje de un niño que recorre distintos planetas en busca de respuestas sobre la vida, el autor nos invita a reflexionar sobre el valor profundo de los vínculos afectivos y la transformación que provocan en nuestro interior. No se trata solo de compañía, sino de relaciones que nos cambian, que dejan huellas y nos ayudan a vernos a nosotros mismos desde otra perspectiva. El propósito de este comentario crítico es analizar cómo la obra nos muestra el valor simbólico y emocional de los vínculos afectivos, y cómo estas relaciones, lejos de ser simples, se convierten en una vía para el autoconocimiento y la conexión con lo verdaderamente esencial.
¿De qué forma estos vínculos nos cambian? ¿Qué papel llega a jugar la ternura y la responsabilidad en nuestras relaciones? En El “Principito”, no solo con el zorro, sino también con la rosa y otros personajes se refleja cómo cada encuentro tiene un valor simbólico y emocional que invita a una reflexión personal sobre nuestras propias relaciones. Tal como lo señala otro fragmento de la obra:
—Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella. —Es el tiempo que yo he perdido con ella… —repitió el principito para recordarlo. —Los hombres han olvidado esta verdad —dijo el zorro—, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa. (Saint-Exupéry,2012, p. 36)
En este fragmento se muestra el compromiso emocional que nace del afecto sincero. La rosa se vuelve única no por ser distinta a las demás, sino porque el Principito ha dedicado tiempo, cuidado y atención a ella. La responsabilidad afectiva es uno de los temas centrales del libro. Desde este punto de vista, El Principito nos enseña que la verdadera riqueza está en las relaciones que cuidamos, y en cómo estas nos transforman internamente.
A lo largo de su viaje, el Principito comienza a observar críticamente cómo los adultos entienden el mundo. En un diálogo con el zorro, se cuestiona la superficialidad de las relaciones humanas en la sociedad moderna: “Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos.” (Saint-Exupéry,2012, p. 34). El Principito empieza a “ver con el corazón” pues esta idea empieza a visualizarse no solo en la relación que tiene con el zorro y la rosa, sino también su aventura por los planetas y como empieza a observar y cuestionarse la manera en cómo los adultos pueden ver el mundo y lo que ellos consideran importante. Aquí su inocencia le ayuda de una manera positiva, ya que, en lugar de ser sinónimo de ingenuidad, llega a ser motivo de una sensibilidad diferente y profunda que le permite valorar gestos muy simples como también los vínculos sinceros.
El libro, a través de una mezcla de reflexión, ternura y fantasía nos permite apreciar los vínculos afectivos de una manera mucho más profunda. Como cuando el Principito viaja por los planetas va madurando emocionalmente al ganar experiencia al darse cuenta de todo lo que pasa alrededor de él. Cada planeta tiene problemas diferentes, una enseñanza diferente, una oportunidad de aprender algo sobre sí mismo y sobre la forma en que nos conectamos con los demás. La obra nos deja una enseñanza muy importante y duradera:
—Los hombres de tu tierra —dijo el principito— cultivan cinco mil rosas en un jardín y no encuentran lo que buscan. —No lo encuentran nunca —le respondí. —Y, sin embargo, lo que buscan podrían encontrarlo en una sola rosa o en un poco de agua (Saint-Exupéry,2012, p. 40)
Aquí se recalca, como algo esencial, como los afectos, la ternura, el amor o la conexión, no se encuentra en algo material o contable, sino en la calidad de lo simple de nuestras relaciones.
En El Principito podemos ver diferentes posturas, todas llenas de sabiduría, desde la frialdad de la serpiente, que viene asociada a la muerte y el fin de todo. Hasta el zorro que da, como secreto, una enseñanza tan valiosa como lo es el saber que lo importante es invisible a los ojos; como idea principal de toda la obra. Lo que nos enseña son algunas de las maneras de poder ver, alegrarse con las amistades, reír con sinceridad, disfrutar de la locura, ver el cielo para sanar, etc. Con la obra aprendemos a comprender:
Comprender la vida, comprender el valor de la amistad y de las personas, esto nos parece lo esencial, y esto puede hacerlo una razón poética, compasiva, mediadora, que sabe tratar con lo otro, que es como una gota de aceite que sana y dulcifica. Aquí radica, a mi parecer, la enseñanza de esta obra tan singular, tan sencilla, tan sugerente.
Y es que la obra no nos menciona lo esencial, pues no es necesario decirlo, todos entendemos.
El Principito es una obra que tiene como principal factor una visión, más que la de un niño, infantil e imaginaria de como poder ver y afrontar las circunstancias que se presenten. De hecho, el periodista Luc Stang dividió la personalidad de Saint Exupéry en el Principito en dos campos distintos: “El Pequeño “Tonio”: El de los amigos, de carácter rebelde, con un gran gusto por los caprichos materiales, de gestos despectivos y amistad despótica. Y Saint-Exupéry (en su madurez): El de los compañeros, con una personalidad muy cautivadora.” Y es que El Principito nos presenta ese visón singular de principio a fin, y es que ya en la dedicatoria se puede observar esa tan llamativa personalidad, resaltando los fuertes e importantes lazos presentes en toda la obra; además de ser considera como una de las mejores dedicatorias, dedicada a su gran amigo León Werth.
“A León Werth Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona grande. Tengo una seria excusa: esta persona grande es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona grande puede comprender todo; incluso los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta persona grande vive en Francia, donde tiene hambre y frío. Tiene verdadera necesidad de consuelo. Si todas estas excusas no fueran suficientes, quiero dedicar este libro al niño que esta persona grande fue en otro tiempo. Todas las personas grandes han sido niños antes. (Pero pocas lo recuerdan.) Corrijo, pues, mi dedicatoria: A León Werth, cuando era niño.”
En la obra podemos reconocer como hay un proceso de transformación y conocimiento mutuo, de los vínculos, pues podemos apreciar esto en el momento en el que el zorro le logra explicar al Principito el verdadero significado de “domestica”. Así lo explica el zorro en la siguiente cita:
Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domésticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo… (Saint-Exupéry,2012, p 36)
Aquí se evidencia que la particularidad de una persona no está en su apariencia o características generales, sino en el vínculo que se construye con ella. “Domesticar” implica hacer del otro alguien irremplazable, no por posesión, sino por la dedicación compartida. Es una invitación a asumir la responsabilidad que conlleva formar lazos verdaderos: se necesita cuidado, presencia, respeto y afecto sincero.
Al final de la historia, cuando el Principito decide dejar su cuerpo para regresar a su planeta y cuidar de su rosa, es una muestra poderosa de amor y la responsabilidad que fluye de los lazos auténticos. Aunque el aviador sufre por la partida de su amigo, entiende que el amor real y verdadero también implica aceptar las decisiones del otro y confiar en el valor que deja el recuerdo. El desenlace deja una enseñanza sobre la permanencia simbólica de quienes amamos, incluso en su ausencia física. El Principito dice: “—Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, basta que las mire para ser dichoso. Puede decir satisfecho: «Mi flor está allí, en alguna parte…»” (Saint-Exupéry,2012, p. 13) Así la obra nos invita a valorar las relaciones que le dan sentido a nuestra vida, pues incluso cuando no están físicamente, su significado permanece
En conclusión, la obra nos invita a valorar más el significado de los vínculos afectivos que tenemos, aquellos que no se basan en lo visible o sutil, sino en el afecto, el tiempo y la responsabilidad compartida. El escritor nos muestra a través de la inexperiencia y sensibilidad del principito, que los lazos auténticos tienen el poder de transformarnos como personas al enseñarnos a sentir, cuidar y mirar con el corazón. Al igual que el principito aprende del zorro y cuida de su rosa, también nosotros estamos llamados a hacernos responsables de aquello que “domesticamos”, es decir, a las personas que elegimos amar y acompañar.
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